Dejar de ser esclavos
Sé obediente, estudia, trabaja, cásate, ten hijos, hipotécate, mira la tele, consume, y adorna tu casa en Navidad. Y sobre todo: NUNCA cuestiones lo que te han dicho que tienes que hacer. Esto es lo que nos dicen en cuanto nacemos y lo asimilamos como una certeza mientras vivimos conforme a todo esto, como si fuéramos esclavos.
La sociedad y la tradición, ejercen desde el día que nacemos, una poderosa influencia sobre nosotros. Se nos adoctrina, para obedecer pautas y directrices predeterminadas por la mayoría y para rechazar sistemáticamente ideas nuevas. Para evitar pensar de otra manera y así encajar como se debe en la sociedad.
“Formamos parte de una sociedad tan enferma que a los que quieren sanar se les llama raros y a los sanos se les tacha de locos”
-Jiddu Krishnamurti-
Nos desanima formar parte de una cadena de vida prefabricada, pero asociamos con la frustración y fracaso cualquier tentativa de cambio. Detenernos a pensar para cambiar nuestra mentalidad, tomar las riendas de nuestra existencia, nos enfrenta contra nuestro miedo a la libertad.
Gozamos de mecanismos que garantizan la parálisis psicológica de la sociedad
Hay determinados mecanismos que nos convierten en esclavos de las situaciones y que nos afectan en muchas áreas de nuestra vida. Es una forma de proceder aprendida y que tenemos que empezar a cuestionar para cambiar el rumbo de todo esto.
El miedo
El miedo, cuanto más temor e inseguridad tengamos, más necesitaremos que nos protejan (el Estado, las instituciones, se convertirán en nuestros aliados). Así funcionamos, en base al miedo. Tenemos una serie de mecanismos que garantizan nuestra parálisis, una parálisis psicológica.
El miedo es una forma tradicional que han tenido los peores dictadores de la historia para perpetuarse en el poder. Intentan hacernos ver que lo que podemos perder siguiendo nuestro juicio es mucho mayor que lo que podemos ganar si decidimos apartarlo y hacer lo que nos dicen.
Una sociedad madura es la que toma conciencia real de los riesgos y los tiene en cuenta la justa medida de los mismos para evolucionar. De otra manera, la sociedad se estanca, no avanza y continua con las mismas formas de pensar y de proceder de siglo atrás.
“No nos hemos de hacer esclavos de ambiciones y deseos que no tenemos y que los mediocres nos sugieren para dominarnos”
-André Maurois-
El autoengaño
Gracias al autoengaño nos mentimos, para no tener que enfrentarnos a los temores e inseguridades inherentes a cualquier proceso de cambio. Para lograrlo bastará con mirar hacia otro lado, emplear infinitas formas de entretenimiento para evadirnos las 24 horas del día de nosotros mismos, conseguirá que vivamos narcotizados.
También negar la realidad o repetirnos infinitas veces que todo está bien, es una manera de autoengañarnos y al mismo tiempo de volvernos esclavos de aquello que tendríamos que enfrentar con entereza y fortaleza.
La resignación
Agotados física y mentalmente, decidimos conformarnos, sentenciando que “la vida que llevamos es la única posible”. Creemos que no tenemos nada que hacer, que hay un destino predeterminado que no podemos modificar y, de esta manera, no tomamos decisiones, no cambiamos, nos dejamos llevar con resignación.
Asumiendo ser víctimas de nuestras circunstancias, utilizamos la arrogancia y el cinismo contra las personas que piensan distinto, para defendernos en caso de sentirnos cuestionados. Y nos rellenamos de escepticismo para justificar una vida de segunda mano.
“Juzguen por ustedes mismos si pertenecen a los esclavos del ayer o a los hombres libres del mañana”
-Jalil Gibran-
La pereza
La pereza, cuyo significado quiere decir “tristeza de ánimo de quién no hace con su vida aquello que intuye o sabe que podría realizar”. Es esa sensación que, en ocasiones, nos creemos que está ahí para autoengañarnos y no hacer lo que en realidad queremos hacer.
Nadie dijo que fuera fácil, pero para empezar a cambiar sólo hay que dar un primer paso. Tenemos la fuerza de voluntad para ello, tan solo hay que darle un empujón. La pereza no es más que otra forma de autoengaño, de ser esclavos.