Depresión por desempleo: ¿cómo saber si la sufro?
La depresión por desempleo está cada vez más presente en la sociedad. A pesar de ello, a pesar de su lenta pero progresiva incidencia, sigue siendo una realidad infradiagnosticada y no atendida. No somos conscientes todavía del gran impacto para la salud física y mental que supone, por ejemplo, la cronificación de estos estados y el impacto que esto supone a cualquier nivel.
Quien más y quien menos conoce esta situación. Sabemos lo que supone levantarse cada día sin tener perspectivas de lo que sucederá hoy o qué podrá pasar mañana si no encontramos trabajo. Es más, la propia búsqueda de empleo se transforma a menudo en algo agotador. Se combina la desesperación con la incertidumbre, la necesidad de aunar ingenio con tirar de contactos y el decirnos cada día aquello de “confía, al final saldrá algo”.
Sin embargo, en ocasiones pasan los días y nos habituamos al “ya le llamaremos” o sencillamente al silencio, a la falta de respuesta, a la bandeja de correos electrónicos vacía y el teléfono sin ninguna llamada entrante. Jóvenes en búsqueda de empleo y un número cada vez más bajo de ellos anhelando nuevas oportunidades a pesar de la edad… La problemática del desempleo es inmensa, diversa y un terreno abonado para los problemas de salud mental.
Lo analizamos.
Depresión por desempleo: síntomas y afrontamiento
El trabajo, esa labor que desempeñamos cada día y por la cual se nos paga, es un sostén psicológico. No solo nos permite mantenernos, comer, alimentarnos, pagar facturas. Es un modo de fortalecer la autoestima, sentirnos competentes, útiles y satisfechos con nosotros mismos. Así, la falta de trabajo genera como podemos imaginar todo lo contrario.
Cuando nos preguntan qué queremos ser de mayores, en ningún momento se nos pasó por la cabeza «ser desempleados». Este estado es una rotura a los sueños que uno construye, a los esfuerzos que uno hace por formarse, por ser útil a los demás y sentirse bien por la tarea desempeñada.
Así, no nos extrañará cómo estudios como el llevado a cabo en la Universidad de Leipzig, por ejemplo, nos advierten de algo muy concreto. El desempleo es un claro factor de deterioro de la salud mental. El riesgo de depresión es muy elevado.
Es más, tal y como nos explicaba Erik Erikson, especialista en psicología del desarrollo, el que podamos construir una personalidad sana y un estado emocional equilibrado está íntimamente relacionado con el aspecto laboral. La depresión por desempleo viene estudiándose desde la época de la Gran Depresión (Eisenberg y Lazarsfield 1938).
Veamos cuáles son sus síntomas.
¿Cómo saber si padezco depresión por desempleo?
Cuando una persona empieza a evidenciar síntomas de depresión por desempleo no siempre da el paso a solicitar ayuda experta. Acude al médico por sus problemas de sueño, por el cansancio, el dolor de cabeza… Se asume que esas emociones que nos atenazan son normales. «¿Cómo no voy a sentirme mal si no tengo trabajo?». Nos decimos. Cuando, en ocasiones, estamos llegando a un límite.
Conozcamos las principales características.
- Sentimientos constantes de miedo, frustración, angustia…
- La principal diferencia entre una persona con depresión y una sin ella es el sentido de esperanza y de propósito. La primera ya no confía en que su situación mejorará. Es más, da por sentado que las cosas van a empeorar.
- Se le añade, además, la sensación de inutilidad, de no servir para nada. Este hecho tiene un gran impacto a nivel familiar.
- Sensación de rabia e injusticia. No debemos imaginar en exclusiva a la persona con depresión por desempleo como alguien triste. Lo más común es ver a alguien con mal humor, con poca paciencia y muy irritable.
- Los hábitos de sueño y alimentación cambian. Se duerme mucho o apenas se concilia el descanso. Pierden el hambre o bien comen de manera compulsiva.
- En ocasiones, se deriva en conductas adictivas (vuelta al tabaco si lo han dejado, alcohol, etc).
- A menudo, puede aparecer también la ideación suicida.
¿Cómo afrontar la depresión asociada a la falta de empleo?
Hay que tener claro un pequeño aspecto: resultará muy complicado buscar trabajo o incluso incorporarse a él si arrastramos un trastorno del estado de ánimo.
La depresión que no se trata se intensifica y podemos llegar a estados de auténtico riesgo. No podemos dejar de lado, por ejemplo, la incidencia de suicidios en personas que han perdido su empleo. ¿Qué podemos hacer en estos casos?
- Lo prioritario es contar con ayuda especializada y, a su vez, con apoyo social. Tener la ayuda de la familia, amigos y a alguien con quien hablar es prioritario.
- A veces, poder compartir experiencias con alguien en nuestra misma situación o que haya pasado por ello nos puede ayudar. Lo esencial es eliminar de la mente la sensación de inutilidad, de fracaso.
- Ilusiones y propósitos. Estas dos dimensiones son el combustible que deberían alimentar la mente cada día. Es vital seguir colocando metas en el horizonte, gracias a ellas encontramos fuerzas para levantarnos cada día.
- Seguir una rutina y unos mismos horarios nos permitirán tener mayor control sobre el tiempo.
- Esencial a su vez, disponer de momentos de ocio, de descanso, de algunas horas para hacer deporte.
Controlar los pensamientos, hacer una buena gestión de las emociones y, por encima de todo, contar con un buen apoyo es el mejor modo de transitar por esas situaciones en las que todos podemos vernos en más de una ocasión.
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- Eisenberg, P., & Lazarsfeld, P. F. (1938). The psychological effects of unemployment. Psychological Bulletin, 35, 358-390.
- Feather, N. T. 1982. Unemployment and its psychological correlates: A study of depressive symptoms, self-esteem, Protestant ethic values, attributional style and apathy. Australian Journal of Psychology,34(3), 309-323.
- Zuelke, A. E., Luck, T., Schroeter, M. L., Witte, A. V., Hinz, A., Engel, C., … Riedel-Heller, S. G. (2018). The association between unemployment and depression–Results from the population-based LIFE-adult-study. Journal of Affective Disorders, 235, 399–406. https://doi.org/10.1016/j.jad.2018.04.073