Desamor, el vértigo de un sentimiento que no pasa por el alma
Desamor. Esa cuesta abajo en la que el mayor temor es llegar a sentir la soledad más profunda, la que ya no es ocupada por ninguna ilusión. Esa sensación de vacío desgarrador al desaparecer una intimidad que te conectaba con el mundo. Desenamorarse es ese vértigo aterrador de ver que el ideal formado por la otra persona se derrumba como se explicaba en la película Vértigo de Alfred Hitchcock.
El desamor es el miedo a que nuestra persona amada se nos caiga de las alturas y nosotros seamos testigo de ello, sin poder ponerle freno. Es ese proceso en el que no existen remedios ni andamios para sostenerlo durante más tiempo allí arriba, en el lugar donde cumplía una exquisita función en nuestra mente: ponernos a salvo de la realidad que podíamos ver de frente. Como el protagonista de esta película.
Ante esta situación, preferimos huir o bien, seguir manteniendo un entramado en nuestra mente que ponga a nuestro amado a salvo, un amado que ya solo existe como creación propia en la imaginación. El amor es ya una fabricación de nuestra fantasía, de lo que nos gustaría que fuera…
El desamor se resiste a veces a entregarse a la realidad, pero cuando lo hace no existe solución al trauma de la separación. Ya no podemos convertir el dolor en magia. Realmente se acabó.
La desoladora sensación del desamor
Muchos hubiéramos preferido que historias de amor que nos arrebataron el alma no volvieran a escena. Bien para no darnos cuenta de que hay un tope que no puede ser superado o para no llegar a saber que la falta de reciprocidad no nos produce ya intriga o misterio, sino hartazgo y una desilusión profunda.
Desenamorarse. Esa sensación de que el otro nunca fue lo que pensábamos. Que lo que creías que fue un amor correspondido solo fue para la otra parte una historia más. Ese vacío de verse en una relación en la que el otro aparece cada vez más como un extraño para desmoronarse y sentir latir ese agujero en el estómago que ya no atiende a razones ni a más ilusiones.
Cuando esto ocurre es como si tuviéramos una estaca en el corazón, una venda caída en las manos que nos paraliza. Nos hemos desenamorado porque de una vez por todas hemos visto a la persona como es, sin pasar el filtro de cómo queremos que sea. Vemos el camino que nos queda de una forma plana, sin vida. Da vértigo el amor, cuando ya no lo es, cayendo de las alturas de nuestra imaginación y no encontrando suelo ni tierra donde amarrarse. Quizás porque nunca existió de verdad… o porque simplemente, se apagó.
Nos gusta construir imágenes de amor en nuestra mente. A veces porque la realidad es insoportable, existe un trauma que vivimos a solas o una desilusión profunda. Antes de enfrentarnos con ese vértigo de soez y asfaltada y plana cotidianidad, le damos la vuelta. La realidad no superada, la envolvemos en papel couché y la transformamos en fantasía.
Con esas ideas de cómo queremos que sea el otro, no de cómo es de verdad, soportamos matrimonios e ilusiones de amores platónicos, historias inconclusas que en algún momento volverán a su cauce. Incluso, hemos creado tantos escenarios, que a veces hemos ignorado realidades maravillosas. Personas que nos amaban, nos mimaban, que realmente nunca nos dejarían en la cuneta.
El amor de verdad da vértigo, pero a la vez te hace disfrutar la realidad sin imaginarla
Claro que el amor necesita misterios, no ser amante de lo explícito, guardar palabras y verdades que no tienen por qué ponerse en evidencia siempre, solo en el momento en que miradas y silencios lo demandan. A veces las palabras son el broche de una realidad temida y aplazada, de algo que tenía que ser sacado a la luz, una vez guardado como un tesoro interno.
Hay historias de amor de lo más variopintas, pero si crees que la tuya se corresponde con la que has imaginado el 90% del tiempo, tenemos un problema. Existen historias que saltan en el tiempo pero que finalmente pasan del estado pueril, que evolucionan, que pasan de la imagen hecha perfecta en la imaginación a la imperfecta pero excitante e incontrolable realidad. Pero esto solo se puede conseguir si tienes la valentía de dar un paso a tiempo antes de que sea demasiado tarde.