Las distintas capas de nuestra piel psicológica
Nuestra piel tiene más receptores sensoriales en unos sitios que en otros. Una caricia en el cuello puede ponernos los pelos de punta, la misma en el brazo puede no producir este efecto. Es más improbable. Pues bien, lo mismo sucede en nuestro mapa emocional que puebla de receptores el área de toda nuestra piel psicológica. Allí contamos con unos puntos más sensibles que otros, con unas zonas donde una mínima presión es capaz de producir una reacción muy fuerte.
Este modelo de acción reacción es especialmente marcado en las críticas. Nuestra manera de procesarlas va a depender de muchos factores, y uno de ellos será de cómo nos toque, cuándo nos toque y cómo nos toque. El mismo comentario que en un determinado momento nos podemos tomar a broma, en otro puede producirnos un gran rechazo, ser la mecha que encienda la llama de una discusión intensa.
La crítica que nos duele
Imagina que llevas unos meses intentando aprender un idioma. Que has utilizado el poco tiempo con el que cuentas para comenzar a aprender palabras y familiarizarte con las expresiones más populares. Además, imagina que tienes un amigo que lo habla a la perfección.
Un día quedáis y le comentas hacia dónde estás dirigiendo tus esfuerzos. La consecuencia inmediata es que te anima a que lo practiques con él. Quedáis un día y, nada más empezar, también empiezan las críticas. Alusiones a tu manera de aprenderlo, a los recursos que utilizas, incluso a tu aptitud.
Te vas a casa con la sensación de que el esfuerzo que estás haciendo no sirve para nada. Y te da rabia, porque es un esfuerzo muy grande. Tu piel psicológica se irrita.
Imagina la misma situación en un contexto de vacaciones, en el que por las mañanas has decidido dedicar una horita a aprender el mismo idioma. Has hecho algunos ejercicios de gramática y has visto algunos videos. Te lo estás tomado de manera relajada y el encuentro con tu amigo se produce en el mismo contexto. Las críticas de tu amigo te molestan un poco, pero no es lo mismo. Tú mismo sabes que no te lo estás tomando muy en serio.
Además, admites que tu amigo te diga que te lo tienes que tomar en serio. No cuestionas que te lo dice por tu bien, y que solo trata de advertirte de la dificultad de la empresa si no te pones en serio con ella. De ahí, su comentario de si no vas a ponerte de verdad con ello, mejor que lo dejes. En buena medida, compartes lo que piensa.
No pasa nada. La crítica por su parte ha sido la misma; sin embargo, tu sensibilidad no. Tu piel psicológica en ese momento era menos sensible, más adaptativa.
El contexto de la crítica: donde la piel psicológica se afina
Por eso es tan importante entender que no controlamos lo que nos dicen los demás. Sin embargo, sí tenemos un gran margen de actuación para posicionarnos frente a ello. En el primer caso del ejemplo, podríamos intentar abstraernos de nuestras circunstancias personales y ver el comentario de nuestro amigo, que ha tenido un momento poco agraciado, desde un lado positivo. Aprovechar sus palabras. Plantearnos, igual, renunciar a otra meta con el objetivo de dedicar más horas a ese idioma que queremos aprender.
Incluso valorar que se ha querido reunir con nosotros para tratar un interés que es nuestro. Su intención ha sido la de ayudarnos, aunque sus comentarios pueden habernos dolido.
Por supuesto, distinto es que entendamos que ha querido ese encuentro para demostrar su superioridad, para restregarnos en la cara lo que él sabe y nosotros no. Sin embargo, esto no es lo más habitual. Las personas con esta inclinación tan peligrosa suelen preferir un contexto público para hacer este alarde de supuesta superioridad o utilizar habilidades en las que él ha evolucionado desde la última vez y no nosotros. Normalmente, el interés en las condiciones que hemos descrito es el de favorecernos, ayudarnos de verdad.
Por otro lado, él también puede haber tenido un mal día, su piel psicológica también puede estar irritada. Venir de una reunión con su jefe en el que no ha valorado muy bien su trabajo, de una discusión con su pareja en la que solo ha recibido reproches. De ahí que en este contexto de ayuda, sea bueno que empecemos preguntándole al otro cómo está, de esta manera podemos interpretar mejor sus palabras, conocer su contexto, salirnos por un momento del yo.
Además, sobre la sensibilidad a la crítica sucede otro fenómeno curioso. Todos, en relación a nuestro autoconcepto, manejamos etiquetas que no queremos que nos coloquen.
Pongamos la puntualidad, por ejemplo. Hay personas que acumulan horas de su vida esperando a otros. Imagina que una de ellas cambia de trabajo y el primer día en su nueva empresa el horario de autobuses es distinto al que le dijeron la semana pasada cuando fue a informarse y llega tarde. Uno de los primeros comentarios de su superior es que ellos tienen muy en cuenta la puntualidad. Por ejemplo, aunque su superior no lo sepa, ha tocado a su subordinado en un punto muy sensible para él.
Todos tenemos estos puntos sensibles, igual que no controlamos muchas de las circunstancias que nos rodean.
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