El dolor sin palabras es invisible a los ojos

El dolor sin palabras es invisible a los ojos
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Última actualización: 22 septiembre, 2019

A veces pensamos que, si nos negamos a sentir aquello que nos hace daño, puede que desaparezca de un plumazo. Como si el dolor solo pudiéramos sentirlo al darle nombre, como si realmente sintiésemos temor a lo nombrado. Pero, no es el miedo al dolor lo que nos paraliza, es sentirnos débiles lo que nos hace pensar que, si el dolor sin palabras es invisible a los ojos, quizás si no lo nombramos, desaparezca.

Pero el dolor, ese dolor emocional que no tiene heridas para mostrar y que tanto te empeñas en esconder, no cesa. Aunque uses el mecanismo de defensa de la negación, el dolor sigue presente. Cerrar toda posibilidad de ayuda por miedo al qué dirán, por la idea de que no te entenderán, solo agravará la situación.

“Cerrar los ojos… no va a cambiar nada. Nada va a desaparecer simplemente por no ver lo que está pasando. De hecho, las cosas serán aún peor la próxima vez que los abras. Sólo un cobarde cierra los ojos. Cerrar los ojos y taparse los oídos no va a hacer que el tiempo se detenga”

-Haruki Murakami-

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No me pasa nada, estoy bien

Cuando giramos la cabeza para no ver eso que nos ocurre, cuando esos “no me pasa nada” son parte de nuestro día a día, cuando interiorizamos la represión de las emociones por el hecho de ser dolorosas, es cuando hay un problema. Ese problema radica en el uso de la negación como mecanismo de defensa.

La negación consiste en la invalidación de una parte de información desagradable o no deseada y en vivir la propia vida como si aquella no existiera. Es decir, que hay personas que ven que algo falla, que algo ocurre, pero optan por no ver, por evitar hablarlo. Piensan que hablar de que algo que ocurre es reconocer que existe, y, por tanto, tener que afrontarlo.

¿Y por qué íbamos a querer ocultar el dolor emocional?, ¿por qué nos cuesta tanto pedir ayuda cuando no es algo físico lo que sentimos? Porque así es como nos están educando todos los días. Nos educan en la negación y represión de emociones desde niños de una manera tan sutil que aún no nos hemos dado cuenta.

Nos educan en la negación emocional cuando de niños nos caemos y nos dicen: “No llores, no te duele. No pasa nada”, cuando perdemos un trabajo y nos dicen: “No pasa nada. Ya encontrarás otro puesto. Sécate esas lágrimas y ponte a renovar el curriculum“, cuando nos deja nuestra pareja y nos dicen: “No pasa nada, hay muchos peces en el mar. Un clavo saca a otro clavo, no te sientas mal”.

Y así es como nosotros normalizamos que todo malestar emocional debe de ser escondido, repudiado, y negamos todo nuestro dolor. Entendemos que es de buena educación no amargar a los demás con nuestros problemas. Normalizamos la no expresión emocional como la mejor manera de relacionarnos. Y como ahora eso de quejarse y ser tóxico está de moda, simplemente nos callamos.

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Llorar no me hace débil. Evitar el dolor no me hace fuerte. Tener las herramientas y el valor suficiente para afrontar las situaciones difíciles de la vida, aunque éstas me cuesten sudor y lágrimas, es lo que me hace ser humano.

El dolor se esconde, pero no se olvida

Al principio, la utilización de la negación tiene su utilidad. A corto plazo resulta un mecanismo de defensa efectivo para evitar el dolor. Así se continúa con la vida, anulando esas partes incómodas del mundo emocional y viviendo como si no existieran. “No pasa nada”, entonces no hay dolor, no hay rabia, no hay tristeza, no hay miedo, no hay nada de qué hablar y nada qué solucionar.

Pero toda negación tiene una contrapartida, nos volvemos más vulnerables a las siguientes sacudidas de la vida. Porque la vida está llena de terremotos, de momentos en los que perdemos el norte y el equilibrio, y si no sabemos afrontarlos estamos perdidos. Ten en cuenta que el dolor se intentar guardar bajo la alfombra, pero no se olvida. Se acumula y, además, todas esas soluciones que no has puesto en marcha, junto con las que sí, te marcan.

En otras palabras, como dicen Watzlawick, Weakland y Fisch en su libro “Cambio”: “Un modo de abordar erróneamente un problema reside en comportarse como si tal problema no existiera, es decir aplicar como solución la negación del problema. De ello se derivan dos consecuencias: a) el reconocimiento del problema es considerado como manifestación de locura o maldad y b) el problema que exige cambio se complica crecientemente por los problemas creados por el erróneo modo de abordarlo”.

ilustración mujer pensando en el momento en que fracasas

Pasos para afrontar la negación emocional

Así es como la negación, usada de manera habitual, se considera un mecanismo de defensa central en diferentes patologías, sobre todo en la depresión. Pero, la negación del dolor emocional puede solucionarse, y alguna de las claves para ello puedes encontrarlas en los siguientes pasos:

  • Reconoce que sufres: el primer paso para poder superar cualquier mecanismo de defensa es reconocer su existencia, ya que, en muchas ocasiones son tan habituales que los usamos de manera inconsciente.
  • Ponle palabras al sufrimiento: habla con el causante o causantes, o simplemente, si no hay otra persona que lo causase, habla de él a alguien. En muchas ocasiones el punto de vista del otro, aunque no se profesional sino un amigo, ayuda a ver con mayor claridad los problemas, y, por tanto, su solución.
  • Pide ayuda profesional si la necesitas: si las soluciones que has aplicado ante lo que te causa dolor no te han servido o tu problema no tiene solución, un psicólogo te servirá de ayuda. Te puede enseñar técnicas de resolución de problemas o estrategias de afrontamiento para sentirte mejor.

Recuerda que el dolor es invisible a los ojos si no le pones las palabras al sufrimiento, pero no es invisible al corazón. Ten en cuenta que quejarse no es malo, ni te convierte en una persona tóxica, lo que lo hace es vivir por y para la queja. Pero es igual de malo negar lo que se siente. Simplemente, se tal y como eres.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.