Drenadores de energía y productores de esperanza: ¿cuál eres tú?
Uno de nuestros mayores aprendizajes vitales es entender que no se puede convivir con todas las personas que habitan en nuestros entornos sociales. Esto es algo que descubrimos casi desde que empezamos la educación primaria. Siempre hay niños más hostiles, de los que no saben compartir y patalean más que hablan. En cambio, otros se convierten en fabulosos aliados de aventuras.
Tal vez sea nuestra educación, las familias con las que nos criamos o puede que también existan condicionantes genéticos. Sea como sea, es evidente que hay presencias que consumen el ánimo y otras nos lo insuflan. Nos encantaría poder llevarnos bien con todo el mundo, trabajar en armonía y construir vínculos duraderos, de los que nos dan calma en días de tormenta.
Sin embargo, el ser humano es complejo y tan diverso que conformamos sin darnos cuenta unos ecosistemas sociales de lo más trufados. Saber navegar por ellos es algo primordial. Ahora bien, otra realidad necesaria es tomar conciencia de nuestra propia conducta y de su efecto en quienes nos rodean. Porque puede darse el curioso caso de que seamos un drenador de energía sin saberlo…
Todos nosotros tenemos una historia detrás que puede afectar a nuestra personalidad y el modo en que nos relacionamos con los demás.
Las curiosas particularidades de los drenadores de energía
La mayoría de nosotros tenemos una sutil habilidad: vemos la paja en el ojo ajeno y no percibimos la viga en el nuestro. Es un filtro que actúa como mecanismo de defensa. Darnos cuenta de nuestros defectos nos debilitaría, entraríamos en conflicto con nosotros mismos y sería muy complicado manejar ese desafío. ¿Cómo admitir que drenamos la energía de los demás?
La autopercepción requiere autoconciencia y estas habilidades no son fáciles de poner en práctica. Los drenadores de energía intentan obtener de los demás lo que a ellos les falta, están orientados al exterior y por ello, es tan complicado realizar tareas de introspección. Sin embargo, nunca es tarde para cambiar el enfoque y ser valientes, mirar en el interior de nuestros estratos psicológicos y despertar.
Muchos de los que drenan la energía a los demás evidencian notables carencias y necesidades originadas por trastornos psicológicos no detectados ni tratados.
1. El neuroticismo, el origen de tu frustración e infelicidad
Si perteneces al grupo de los drenadores de energía, sentirás que te acompaña una negatividad y un malestar constante. Esto, a menudo, está propiciado por el neuroticismo, es decir, por la inestabilidad emocional, la irritabilidad, la ansiedad y el desánimo persistente…
Casi todo te frustra y la vida es para ti un escenario lleno de estresores. Esta percepción, esta bruma interna que te atosiga, a menudo deja secuelas en quienes te rodean. Lo hace porque, aunque no te des cuenta, te es difícil manejar esa negatividad inherente que hay en ti. Es importante comprender la implicación que tiene este rasgo de personalidad en tu salud mental.
Una investigación de la Universidad de Kentucky habla de cómo este perfil de personalidad correlaciona con más de un trastorno psicológico e incluso con enfermedades cardiovasculares.
2. Necesitas la atención de los demás
Todos, en cierto modo, necesitamos que los demás nos tengan en cuenta. Nadie es feliz siendo invisible, es obvio. Sin embargo, puede darse el caso de que, en tu caso, sea algo vital contar con la validación, atención y refuerzos externos.
Ser el foco de toda interacción reafirma tu autoestima, te hace sentir feliz y también, por qué no decirlo, te percibes menos solo y más comprendido.
3. Discutes por nada… Porque nadie parece entenderte
“Es que nadie me entiende, todos me llevan la contraria”. Es posible que tengas esta percepción cada vez que inicias una conversación con alguien de tu entorno. No sabes muy bien por qué, pero cuando empiezas un diálogo, te cuesta aceptar que los demás tengan ideas opuestas a las tuyas. Te es difícil llegar a acuerdos, las emociones te dominan y apenas puedes escuchar al otro y terminas levantando la voz.
4. Te sientes una víctima de tus circunstancias y eso te genera rabia
Muchos de los drenadores de energía, en realidad, lidian en silencio con más de un trauma no resuelto. El problema reside en que, lejos de procurar sanarlo, se dejan llevar por la inercia de su propio sufrimiento. Se convierten en erizos de afiladas púas que hacen daño a los demás.
Es posible que seas víctima de tu pasado, del peso de alguna familia disfuncional, de alguien que te hizo daño. Ese impacto vital te dejó la impronta de la rabia, de muchas emociones difíciles que, a menudo, toman el control sobre ti. Necesitas de la atención ajena, ansías ser visto, comprendido y cuidado.
Sin embargo, tu forma de tratar a los demás no siempre es la acertada y lo que logras es justo lo opuesto a lo que necesitas: soledad e incomprensión.
Muchos de los que consumen el ánimo de los demás no son conscientes de los efectos de su conducta porque están más centrados en sus carencias, sus necesidades y su sufrimiento emocional.
Los productores de esperanza, personas emocionalmente hábiles
En el reverso de los drenadores de energía están los productores de esperanza. En este caso, hablamos de personas que no consumen el ánimo, que impulsan la motivación y que nutren con su presencia y actitud. Ahora bien, quien tiene mil propuestas ante cada problema y se define por hacernos la vida fácil, evidencia, por encima de todo, unas buenas competencias emocionales.
Un estudio de la Universidad Católica de Lovaina destaca como una buena competencia emocional facilita la adaptación social. Esto no significa que, como los drenadores de energía, no experimenten en algún momento irritabilidad o ansiedad.
La diferencia es que saben gestionar aquello que les sucede para no proyectar su malestar a los demás. Demuestran una buena autoconciencia, reflexionan en sus actos y procuran dar lo mejor de sí mismos a quienes les rodean. Quien da esperanza y no tormentos ha sanado sus heridas del pasado y entiende que cuidarse es clave para cuidar a los demás y crear así escenarios más respetuosos.
Pedir ayuda es clave
Aunque nos sorprenda, cada uno de nosotros podemos convertirnos en algún momento en un drenador de energía. Sucede cuando la existencia se tuerce, da un giro de sentido y llega esa adversidad que nos supera y nos coloca encima una costra de negatividad. Necesitamos de los demás más de lo que ofrecemos y nos relacionamos a través del dolor, la ira y hasta la vergüenza.
Son situaciones en las que es necesario pedir ayuda para tratar ese trauma, esa depresión latente. De este modo, si bien es cierto que no todos los que drenan el ánimo arrastran consigo algún trastorno psicológico, es bueno preguntarnos siempre qué hay detrás de quien consume ánimos y esperanzas con su actitud cenicienta.
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