Educación en valores: actividades para trabajar en niños
Desde los primeros momentos de la infancia, la educación en valores supone un pilar para la autonomía y el desarrollo. El peso y la responsabilidad de esta formación recae sobre los adultos. Así, seremos nosotros, de manera directa o indirecta, quienes tengamos la oportunidad de impartirla, y, por lo tanto, de favorecer el crecimiento de las nuevas generaciones.
Por otro lado, los valores suelen confundirse con la consecución de objetivos por parte de los más pequeños. Estos objetivos van muchas veces implementados por los adultos que, a la carrera, proyectando la idea en ocasiones de los medios importan poco si el fin se consigue.
¿Qué son los valores?
Realizar una definición exacta sobre los valores puede hacerse algo difícil por su complejidad. En resumen, podría decirse que los valores son direcciones de vida escogidas o adoptadas por el individuo y que condicionan su manera de pensar, hacer y sentir.
Así, los valores son vectores directores que median en las opciones que elegimos. En este sentido, los valores pueden ser comparados con los puntos cardinales: podemos seguir o no su dirección. Además, podemos avanzar a su favor o en su contra.
En resumidas cuentas, los valores son direcciones de vida cuyas acciones van enfocadas a sentirse cerca de los objetivos. No obstante, estos valores no se llegan a alcanzar plenamente, sino que es la brújula que guía a acciones que enriquezcan la vida.
Valores vs. Objetivos
Sin embargo, los valores son distintos de los objetivos. Los objetivos, a diferencia de los valores, sí que pueden llegar a conseguirse. Es el ejemplo de realizar una carrera, ganar un premio, conseguir un título, comprarse un coche, etc.
Los objetivos, sin un valor que guíe a la acción, quedan vacíos. Es decir, la realización de objetivos sin un valor que guíe a la consecución de tales, queda carente de sentido.
Esto significa que una vez conseguidos estos objetivos, la persona probablemente se pondrá más objetivos a conseguir, en los que, tanto los consiga como si falla en su consecución, experimentará una sensación de vacío.
La educación en valores para los más pequeños
La educación en valores favorece una adultez rica de sentido y la voluntad de afrontar cierto malestar cuando aparezca. En los primeros momentos de la vida de la persona, los adultos son los responsables de ser los guías de ciertos valores, quedando en ocasiones a la deriva en la época de la adolescencia.
La adolescencia que suele ser muy crítico con la herencia recibida. Igual que en la infancia la asimilación suele producirse con un único criterio -todo aquello que viene de mis adultos de confianza es bueno-, en el siguiente periodo todo lo que llega de la misma fuente suele pasarse por un examen exhaustivo.
Los adolescentes comienzan a ser conscientes de que existen contradicciones y afrontan el desafío de resolverlas con las herramientas de las que disponen. Por ello, un trabajo previo en valores sirve de soporte para momentos de inestabilidad.
Actividades para la educación en valores
Los valores que pueden trabajarse en niños, a ejemplo, podrían ser los siguientes:
- Cuestiones ambientales.
- Recreación/diversión.
- Vida sana.
- Ciudadanía, ética.
- Vida social.
- Familia.
- Etc.
Las actividades para la educación en valores que pueden realizarse con los niños son infinitas. Si se toman a las anteriores como ejemplo:
Cuestiones ambientales
Una de las cosas que puede realizarse en casa es enseñar en el tipo de vegetación que hay por la zona y la importancia de cuidar el ecosistema. Realizar paseos por el campo, recoger la basura que nos encontremos por el camino, pasar un día en la naturaleza con la familia, etc.
Las redes sociales pueden ser de ayuda. Numerosas cuentas y perfiles alientan el amor por la naturaleza y el ecosistema, sirviendo recursos para que los adultos puedan trabajar con los niños en esta dirección.
Recreación y diversión
Apreciar los momentos en los que no existan obligaciones: escuchar música, pasear, socializar, etc. Así, los adultos también pueden enseñar a los niños a utilizar su tiempo libre en actividades que les gusten y que además puedan sumar a otras facetas de su vida.
En este sentido, por ejemplo, se puede promover el deporte como una forma de ocio fantástica; al mismo tiempo que lo practica, el niño cuida de su salud. Finalmente, al terminar, no solo habrá disfrutado de ese tiempo, sino que también se sentirá mejor.
Por otro lado, el tiempo de ocio también puede ser un lugar estupendo para reforzar las relaciones sociales. Y, también, por qué no, la relación con nuestros hijos. En este espacio, podremos mostrarnos más relajados, e incluso adoptar espacio de roles simétricos que aumente la confianza y refuercen la comunicación.
Vida sana
Enseñar a los niños en la importancia de llevar un estilo de vida saludable, sin ser tampoco una orden a seguir. El conocimiento de los ingredientes de los alimentos, sus beneficios, su aporte nutricional y las necesidades alimentarias, etc.
Mismamente, el conocimiento de la calidad de los tóxicos en el organismo es también importante para facilitar su elección de hábitos sanos una vez llega la adolescencia. Los horarios de sueño y facilitar conductas favorecedoras a la calidad del sueño es también importante.
Ciudadanía y ética
Enseñar en conductas que conlleven al bienestar de uno mismo y de los otros. La educación en derechos y en igualdad se hace fundamental para la prevención de comportamientos que inciten al odio a los demás y en otras conductas perjudiciales.
Para ello, pueden realizarse actividades que impliquen el conocimiento de la labor de cada una de las personas del entorno y los beneficios y perjuicios que pueden darse. El hecho de conocer otras culturas ayuda a enriquecer este valor.
Vida social
La vida social alude a la calidad de las relaciones que se tienen con los demás. Poder comunicarse con plena libertad y saber convivir con las necesidades de otras personas que quizá puedan ser diferentes a las de uno mismo.
El trabajo con historias, donde el niño pueda ponerse en el lugar del otro puede favorecer los procesos de empatía. La vida social también puede trabajarse a través de pequeños trabajos de grupo con iguales donde se instigue a llegar a un consenso.
Familia: el pilar de la educación en valores
Es una de las más importantes y que servirá de ayuda en la época adolescente. Por muy cuestionados que sean, seguirán siendo un punto de referencia y el pilar de seguridad más importante para que su mundo siga en pie frente a los terremotos emocionales asociados a cada etapa de crecimiento.
La comunicación sin restricciones permite que el niño pueda abrirse emocionalmente. Le ayuda a poner sobre la mesa determinadas cuestiones que los adultos no se atreven a tratar, en muchos casos porque piensan que el niño es todavía demasiado niño.