Efecto Diderot, la necesidad constante de comprar más
La mayoría de nosotros compramos más de lo que realmente necesitamos. Aunque no es el caso de todo el mundo, muchas personas gastan más de lo que por su nivel de ingresos se recomendaría. Existen muchas razones por las que esto ocurre, pero una de las más interesantes es la conocida como efecto Diderot.
Comprender cómo funciona nuestra mente y por qué actuamos de la manera (y no de otra) es fundamental para cambiar nuestras conductas problemáticas. Por eso, entender el Efecto Diderot y el poder que tiene sobre nosotros puede ayudarnos a rebajar nuestro nivel de gasto. En este artículo estudiaremos este efecto psicológico y daremos algunas ideas para identificarlo y combatirlo.
¿Qué es exactamente el efecto Diderot?
El efecto Diderot fue descrito por primera vez en el siglo XVIII por un filósofo francés del que tomó su nombre. Este pensador se dio cuenta de que adquirir una nueva posesión puede dar lugar repentinamente a la compra de muchas otras. Preocupado por unos gastos que veía como innecesarios, comenzó a estudiar lo que ocurría; más tarde, su trabajo fue ampliado a finales del siglo XX por el antropólogo Grant McCracken.
Entre los descubrimientos más importantes de ambos se encontraba el hecho de que los objetos que poseemos tienen una relación directa con nuestra identidad. Así, nuestras posesiones y lo que pensamos de ellas también influye en elementos tan angulares como nuestro autoconcepto o nuestra autoestima.
McCracken pensaba que, cuando añadimos aumentamos nuestras posesiones añadiendo una más, la disonancia que puede producirse si es muy diferente al resto puede hacernos sentir muy incómodos. Por eso, en muchas ocasiones tenderemos a adquirir cosas nuevas que estén más en consonancia con lo primero que hemos comprado o con lo que ya tenemos.
Esto sería lo que ocurriría cuando entrase en juego el efecto Diderot. Para entenderlo mejor, a continuación veremos un ejemplo descrito por el propio Denis Diderot mientras investigaba sobre el tema.
Ejemplo: El albornoz
El descubrimiento del efecto Diderot vino motivado por un suceso que cambió la vida del filósofo francés de forma inesperada. En su obra Arrepentimientos al despedirme de mi viejo albornoz, contaba la historia de cómo un inocente regalo le acabó llevando a caer en la ruina.
En el libro, Diderot cuenta que recibir un precioso albornoz escarlata como regalo le trajo consecuencias inesperadas. Al principio, el filósofo estaba encantado con su nueva posesión. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que el resto de sus objetos distaban mucho de ser tan elegantes.
Así, Diderot cuenta en su libro que pronto comenzó a reemplazar sus viejas posesiones. Cambió su vieja silla de madera por un cómodo sillón con asiento de cuero. Reemplazó los cuadros de su casa por otros mucho más caros. Poco a poco, fue gastando cada vez más dinero en adquirir objetos elegantes, que hicieran juego con su nuevo albornoz.
Casi sin darse cuenta, el hombre terminó por gastar todo su dinero en posesiones que realmente no quería. Este es el principal ejemplo de lo que el efecto Diderot puede hacernos si le dejamos controlar nuestras decisiones. Sin embargo, ¿podemos hacer algo para combatirlo?
Cómo combatir este fenómeno
A continuación encontrarás varias claves para evitar las peores consecuencias del Efecto Diderot.
- Date cuenta de lo que está ocurriendo. Cuando somos conscientes de lo que estamos haciendo, los sesgos de pensamiento tienen un efecto menor en nosotros. Por eso, antes de realizar alguna compra cara, párate a pensar si realmente quieres o necesitas el objeto en cuestión.
- Analiza los costes de futuras compras. Puede que cada objeto por sí mismo no suponga un gran gasto. Sin embargo, ¿cuánto estarás pagando si adquieres todo lo que deseas ahora mismo? En lugar de dejarte llevar cada vez, es mucho más útil calcular de antemano cuánto puedes gastar y en qué quieres hacerlo.
- Elige qué comprar por su utilidad en lugar de por su estatus. En general, el criterio más importante para adquirir algo nuevo es saber si te va a resultar útil. Mantener las apariencias mediante tus posesiones puede ser muy adictivo; pero sin embargo, salvo que tengas mucho dinero de sobra, no suele tener sentido hacerlo.
En conclusión, mantener el efecto Diderot a raya puede ser complicado. Sin embargo, si eres consciente de lo que haces y reduces la motivación por impresionar a los demás, pronto te darás cuenta de que ya no necesitas realizar cientos de compras nuevas simplemente por el estatus que te proporcionan o para que estén en consonancia con otras.