El equilibrio entre sentir y actuar: la clave para superar una ruptura
Cuando una relación de pareja termina, podemos llegar a sentir que el mundo se nos viene encima. Todos nuestros planes, ilusiones y expectativas se ven, de repente, tirados por tierra. Todo el tiempo y la energía emocional que invertimos en ese vínculo parece haber sido en vano, y nos invade una angustiosa sensación de fracaso.
No obstante, al igual que todo en la vida, se trata de una cuestión de perspectiva. En este sentido, si deseas superar el duelo, habrás de encontrar el equilibrio entre sentir y actuar.
Cuando nos vemos abocados a afrontar el fin de nuestra relación amorosa, cada uno trata de hacer aquello que conoce para sobrevivir. Nos movemos a ciegas, pataleando en un océano de dolor y confusión con el único fin de mantenernos a flote. Pero si adoptas una estrategia adecuada, una ruptura puede convertirse en un valioso recurso para tu crecimiento personal.
Sentir o actuar: los dos extremos
Existen dos actitudes principales que las personas suelen adoptar cuando terminan una relación. Ambas se encuentran en los extremos de un continuo, por lo que ninguna proporciona el equilibrio necesario para afrontar un duelo sin sufrimiento.
Hay que recalcar que el dolor siempre va a estar presente cuando se produce una pérdida importante. Pero este es diametralmente diferente del sufrimiento, que se genera por la resistencia a aceptar lo ocurrido.
En cuanto a las posiciones extremas, por un lado tenemos a aquellas personas que se centran únicamente en sus emociones. Viven con intensidad el miedo, la angustia, la decepción, la ira y el dolor. Estas sensaciones se vuelven tan intensas que ocupan su mente y paralizan su vida.
Esta carga emocional les impide continuar con sus rutinas diarias y con su autocuidado. Así, es frecuente que tiendan a permanecer encerrados, recordando y rumiando acerca de lo sucedido. Preguntándose por qué ha tenido que ocurrirles a ellos y alimentando esas emociones negativas.
En el otro extremo nos encontramos a quienes se niegan a sentir y dedican toda su energía a realizar actividades que les ayuden a evadir su mente. Son personas que se entregan a sus impulsos tras su ruptura, que recurren al alcohol u otras sustancias, y que llenan su día a día de tareas con el fin de no disponer de un solo segundo para mirar su dolor.
El equilibrio entre sentir y actuar
Las dos posiciones anteriores conducen al sufrimiento y ralentizan el proceso de duelo. En el primer caso, verse invadido de tal manera por las emociones conduce a la persona a olvidarse de sí misma, de sus necesidades y de la vida que tiene. En el segundo, obcecarse en ignorar las emociones no hará que desaparezcan. Por el contrario, te impedirá crecer y aprender del dolor y te llevará a actuar de forma poco saludable.
La mejor opción para superar una ruptura de pareja es encontrar un equilibrio entre sentir y actuar. Dar un espacio en cada uno de tus días para estas dos actividades.
Siente
Coge un cuaderno y escribe durante quince minutos cada día cómo te sientes. Plasma por escrito tus emociones, tus ilusiones rotas y tus anhelos. Saca el dolor y la decepción sin censuras, permítete sentir.
Si lo prefieres, comparte tus emociones con una persona de confianza, o simplemente reflexiona interiormente sobre ello. Lo importante es que cada día te permitas conectar con tus sentimientos, puedas aceptarlos y ver cómo evolucionan.
Actúa
Sin embargo, no te quedes estancado en el sentir. Ya has dedicado un espacio a la ventilación emocional, y ahora has de continuar con tu vida. Enfócate en ti, en tus responsabilidades, en tus metas y en tu ocio.
Cumple con tus obligaciones laborales o escolares, sal a compartir y divertirte con las personas que quieres, márcate objetivos personales y trabaja para alcanzarlos.
Habrá momentos en los que únicamente desees pasar el día entero en la cama y olvidarte del mundo. Pero aún tienes una vida que merece ser vivida. Entonces reorganiza tu armario, cambia los muebles de lugar, comienza a practicar deporte o pintura, disfruta de un libro. Haz todo aquello que te motive y te ayude a proyectarte a futuro, a no estancarte.
Es importante sentir la pérdida, darle un lugar al ser amado en nuestra historia. Igual de necesario resulta seguir construyendo, paso a paso, nuestra realidad, nuestras circunstancias presentes y futuras. La vida continúa, afortunadamente.
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