El error no fue conocerte, fue pensar que eras diferente
Quien ama no comete ningún error, porque el acto de querer nos hace nobles, es algo puro, auténtico e instintivo. Sin embargo, a pesar de que no lamentar el haber amado, lo que nos duele es amar a quien no lo merece, a quien nunca fue como creíamos en un principio.
Querer a la persona equivocada es un serio desencuentro del que pocas veces salimos ilesos. No obstante, es necesario aunar fortalezas y recoger las ascuas de nuestra autoestima para volver a avivarla. Hemos de ser capaces de negarnos a sufrir por amor, de seguir amando lo que está roto para encontrar nuestro espacio en la soledad y sanarnos de nuevo.
“Los efectos del amor o la ternura son fugaces, pero los del error, aunque sea uno solo, no acaban nunca, son como un cavernícola, como una enfermedad sin remedio”
-Antonio Muñoz Molina-
En estos tiempos nutridos por el mundo de las redes sociales y los espacios virtuales de búsqueda de pareja, está dándose un fenómeno muy particular. Hay personas que tienen la sensación de que siempre se enamoran de la persona equivocada. Siguen creyendo en el amor, y ansían, por encima de todo, poder llegar a querer a la persona acertada y a su vez, sentirse queridos, respetados, amados.
Los perfiles de estos espacios nos ofrecen una opción interesante. Podemos “cribar” por intereses y características. Todo ello nos ofrece cierta sensación de control hacia lo que queremos y lo que no queremos: intentamos hallar la fórmula perfecta. Sin embargo, los especialistas en relaciones afectivas lo tienen claro. El amor no es un algoritmo.
Equivocarnos de vez en cuando en el amor es casi ley de vida. Aunque a veces, entre el caos y lo inesperado surge lo que tanto anhelábamos. Una relación madura, consciente y feliz. Nunca hay que perder la esperanza. Te proponemos reflexionar sobre ello.
Las falsas expectativas que creamos y “nos hacen creer”
Lo decíamos al inicio. Amar nunca podrá ser un error. Las personas respiramos, aprendemos, amamos, lloramos, reímos y avanzamos. La rueda de la vida nos invita a experimentar y a formar parte de este movimiento intenso y hermoso donde no tenemos por qué huir de nuestra naturaleza. De nuestras esencias. Lo problemático, sin duda, está en seguir queriendo a quien no nos ama.
A menudo, suele decirse que las personas no cambian, que en realidad, nunca fueron como pensábamos. Bien, en cierto modo todos cambiamos un poco en base a determinadas experiencias, sin embargo, las raíces siempre permanecen, siempre están ahí. Aunque a veces, no las vemos y nos limitamos crear falsas expectativas que no se ajustan a la realidad.
Ahora bien, ¿quiere decir esto que la responsabilidad de amar a quien no lo merece siempre es nuestra? ¿Que somos nosotros los ingenuos por construir castillos en el aire? En absoluto. En un interesante libro titulado “The 7 minutes marriage solution” nos explican que las falsas expectativas en las relaciones de pareja se crean y se alimentan a partes iguales.
Por una parte, hay quien se autoalimenta de esos “castillos en el aire” en su ansia por hallar la felicidad, hasta el punto de ver virtudes donde solo hay egoísmos más o menos camuflados. Ahora bien, también están aquellos/as que son ávidos/as especialistas en alimentar las falsas expectativas.
Lo hacen por propósitos muy puntuales. Por una parte, para evitar la soledad como sea y con quien sea. Por otra, para asegurarse, en ocasiones, una relación desechable dando esperanzas de algo perdurable.
Amar no es un error, seguir queriendo a la persona equivocada sí
No tenemos por qué vivir con la amargura de haber amado a quien no lo merecía. Debemos enorgullecernos por haber amado y haber sabido dejar ir. Porque querer nos hace nobles. Saber cerrar una etapa nos vuelve sabios. Tampoco debemos autoflagelarnos por haber conocido a determinadas personas. Seres que optaron por traernos lágrimas, falsedades y chantajes.
“Posiblemente me quisiera, vaya usted a saber, pero lo cierto es que tenía una habilidad especial para herirme”
-Mario Benedetti-
Vivir es aprender y encontrarnos en ocasiones, con grandes maestros, con hábiles artesanos del amor envenenado. Si los superamos y los vencemos, caminaremos con mayor aplomo. Con mayor dignidad y entereza. Al fin y al cabo, en materia afectiva nunca dejamos de aprender, porque el mejor tratamiento para el alma herida es la asunción de estas enseñanzas vitales donde solo cabe un principio:
Querernos a nosotros mismos por encima de todas las cosas. Siempre será mejor sufrir el duelo con dignidad a quedar cautivo/a día tras día de la explotación emocional o el chantaje de la indiferencia.
Decía Pablo Neruda aquello de que “me enamoré de la vida, porque es la única cosa que no me dejará sin hacerlo yo antes”. Queda claro que no hay que llegar a estos extremos personales, sin embargo, pocas cosas son tan saludables como aferrarse con fuerza a este viaje de la vida que tanto nos da y tanto nos quita.
De todo error se aprende y toda persona nos deja algo durante el trayecto. Lo importante es avanzar recordando que el amor siempre, siempre valdrá la pena mientras no nos olvidemos de atender al capitán de esta hermosa nave: nosotros mismos.