El experimento de Harlow y su teoría del apego

El experimento de Harlow y su teoría del apego
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Última actualización: 15 noviembre, 2022

La teoría del apego se centra en los fenómenos psicológicos que se producen cuando establecemos lazos afectivos con las demás personas. La forma en la que lo hagamos vendrá condicionada por cómo nuestros padres se han relacionado con nosotros durante la infancia. De ahí que, en múltiples ocasiones, si la relación no ha sido positiva, se acaben generando tipos de relaciones tóxicas o que deriven en dependencia emocional.

Los niños que se han visto separados de sus padres buscan, en sus relaciones futuras, ese apego que un día les fue arrebatado.

Bowlby fue el precursor de esta teoría del apego y descubrió que la privación materna podría afectar seriamente a los bebés. Llegaría ser potencialmente tan perjudicial que incluso podrían adquirir un retraso intelectual y asimilar una forma de relacionarse con las emociones muy dañina. Harlow, un psicólogo estadounidense, decidió comprobar esta teoría del apego de Bowlby realizando un experimento que muchos, sino todos, considerarían cruel.

El experimento con monos Rhesus

Harlow utilizó para su experimento a los monos Rheus, una especie asiática que se acostumbra fácilmente a vivir entre los humanos. El propósito era estudiar su comportamiento en el laboratorio para comprobar la teoría del apego de Bowlby. Como no podría ser de otra manera, Harlow separó a las crías de sus madres para ver cómo reaccionaban.

Pero, Harlow no solo se limitó a mirar lo que ocurría, sino que utilizó una curiosa metodología. En las jaulas donde estaban metidas las crías de monos había dos artefactos: un biberón lleno que les proporcionaba la alimentación adecuada y un peluche, o muñeco, que semejaba a un mono adulto. Este peluche no tenía ningún tipo de recurso alimenticio que ofrecerle a la cría.

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¿Qué elegirían las crías? Esto es algo que Harlow quería descubrir no solo para probar la teoría del apego de Bowlby, sino para también descubrir la realidad del amor incondicional. El resultado mostró cómo las crías preferían al muñeco, a pesar de que este no les proporcionaba alimento alguno.

Cuando las crías tenían miedo se aferraban fuertemente al muñeco, pues les proporcionaba una gran seguridad.

Esto le permitió a Harlow verificar cómo de importante es la relación, el apego, que las crías tienen con sus madres cuando son muy pequeñas. A pesar de no darles alimento, elegían al muñeco que para ellas adoptaba el rol de madre. Es con quien preferían pasar el tiempo. Lo otro era un mero alimento que no les daba ni calor ni cariño.

La teoría del apego más dolorosa

Harlow no se conformó con todo lo que había comprobado. Decidió ir más allá sin tener en cuenta el bienestar de los monos Rheus. Los recluyó en espacios cada vez más pequeños en los que tan solo había bebida y comida. Así, podría observar cómo se comportaban en absoluto aislamiento.

Muchos monos permanecieron meses encerrados en estas pequeñas jaulas, algunos incluso años. Privados de todo estímulo social y sensorial, los monos empezaron a mostrar alteraciones en su conducta fruto de todo este encierro. Los monos que pasaron un año encerrados quedaron en estado catatónico. Se mostraban pasivos e indiferentes a todo y a todos.

Cuando los monos encerrados llegaban a la edad adulta, no lograban relacionarse con los demás de la forma correcta. No encontraban pareja, no tenían ningún tipo de necesidad por tener descendencia y, en algunas ocasiones, su pasividad les hacía hasta dejar de comer y beber. Muchos murieron.

apego

Los monos hembras aún tuvieron pero suerte, si cabe. Al llevar al extremo su investigación, Harlow se dio cuenta de que los monos hembras no lograban quedarse embarazadas, ya que no tenían ningún interés en ello. Por eso las obligó, en el “potro de las violaciones”, a ser fecundadas en contra de su voluntad y de su interés.

Para generar apego es necesario el apego

El resultado fue completamente horrorizante. Las madres violadas se desentendían completamente de las crías, las ignoraban, no les proporcionaban alimento, en definitiva, no las querían. Tanto era así que muchas hasta las mutilaban provocando que incluso que muriesen.

A pesar de que era tan solo un muñeco, un juguete, los monos lo consideraban su madre y a ella acudían cuando la necesitaban.

Más allá e verificar o no la teoría del apego de Bowlby, lo que dejó claro el macabro experimento de Harlow fue que las necesidades de sus monos fueron mucho más allá de la obtención de alimento o de la posibilidad de descanso. Para un desarrollo saludable, sus monos preferían cubrir antes esta necesidad de “calor” que cubrir las necesidades nutricionales.

Por otro lado, en el laboratorio de Harlow también quedó claro la importancia que tenían las primeras relaciones para el comportamiento de los monos en su etapa adulta. Así, se vio que la privación de una estimulación social a edades tempranas hizo que los monos dejaran de tener interés por este tipo de contacto en años posteriores y cuando sí se les daba la oportunidad de tenerlo.

Niña que sufre el abandono

 

La privación de cariño en los seres humanos

Extrapolando estas conclusiones a los seres humanos, los niños que no han recibido el afecto necesario de pequeños, que se han visto aislados, que han sido rechazados, tendrán serias dificultades para desarrollar relaciones saludables. Una huella imborrable que dejaría carencias afectivas y una necesidad de buscar que alguien les proporcione “a cualquier precio” lo que en sus primeros años de vida no tuvieron. Hablamos de dependencia emocional, por supuesto.

*Nota editorial: afortunadamente en la actualidad los requerimientos éticos que debe cumplir una investigación, sea con personas o con animales, son mucho más estrictos y este experimento en ningún caso hoy podría llevarse a cabo. Desafortunadamente tampoco podemos reparar la tortura a la que fueron sometidos estos animales, pero sí podemos hacer que su sufrimiento sea honrado no olvidando lo que nos enseñaron.


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