El maternés o habla dirigida al niño: ¿por qué es tan importante?

El maternés es esa manera particular que tienen algunos adultos de hablar a los bebés. Si bien a algunos les parece ridícula o tonta, lo cierto es que se trata de una forma de comunicación muy valiosa para su desarrollo.
El maternés o habla dirigida al niño: ¿por qué es tan importante?
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 18 diciembre, 2020

El maternés es esa forma de hablar tan particular que muchas madres o adultos emplean con los bebés y los niños pequeños. Se dicen las cosas a media lengua y con un tono de mimo, mientras el pequeño sigue atentamente el rumbo de esas palabras y muchas veces responde a ellas con sonrisas, sorpresa o interés.

Se llegó a decir que hablarle al bebé de esa manera no era correcto porque dificultaba el desarrollo del lenguaje. Hoy sabemos que ocurre exactamente lo contrario: el maternés le ayuda al niño a desarrollar sus habilidades lingüísticas y es fantástico para que aprenda a comunicarse.

En el maternés no solo están las palabras sencillas, y a veces absurdas, que se le dicen al bebé. También hay una entonación especial y mucha mímica. Expresa afecto y deseo de establecer comunicación  con el niño y por eso es mucho más que una forma mimosa de hablar.

… “observamos de primera mano cómo el lenguaje y el compromiso social de los padres pueden promover los primeros susurros del bebé, que se convierten en palabras y luego en oraciones: educar a los infantes en el arte de la comunicación humana”.

-Patricia Kuhl-

Padre hablando con su bebé

¿Qué es el maternés?

Aunque maternés es una palabra genérica que se emplea para designar ese lenguaje de la madre con el bebé, hay también quienes hablan de paternés para referirse a la parte que le corresponde al padre. Sin embargo, bajo este nombre cabe toda comunicación con el niño que responda a esos patrones y que sea empleada por el cuidador.

Se trata de un dialecto en el que hay una pronunciación y una vocalización muy definidas. Se agudiza la voz y se separan las palabras  de una forma marcada, empleando frases cortas y repetitivas. Lo usual es que se hable solo en tiempo presente.

Lo más habitual es que en el maternés se simplifiquen las palabras, o se conviertan en onomatopeyas. Por ejemplo, no se dice “tetero”, sino “tete”; y no se habla de un gato, sino del “miau miau”. Las frases están llenas de diminutivos y acompañadas de gestos y expresiones faciales.

También es frecuente que haya contacto físico al hablar de esta manera. Se acaricia el bebé o se le da un beso, por ejemplo. El adulto que habla espera una respuesta del pequeño y este suele darla a través de un pataleo, un ronroneo, la mirada o un intento de repetir lo que escucha.

¿Por qué es importante el maternés?

Muchos adultos emplean el maternés con los niños, de forma espontánea y sin pensar en por qué lo hacen o qué sentido tiene esa forma de comunicación. Para el bebé sí tiene mucho sentido en realidad. En primera medida, porque la entonación y los gestos que la acompañan son altamente afectivos y así lo entiende el pequeño. Percibe que hacia él existe una actitud positiva.

Así mismo, esta forma de hablarle al pequeño no propone un monólogo, sino una interacción. Él lo capta y por eso responde, a su modo, estableciendo con ello un vínculo afectivo y comunicativo con quien le habla.

La marcación exagerada de las palabras también llama su atención. La entonación especial cumple un papel similar al del canto: ayuda a que las palabras y las frases empleadas se fijen más en la memoria, contribuyendo con ello al desarrollo del aprendizaje y del habla.

Esas frases cortas y repetidas, unidas a esa especie de parodia cariñosa que hace el adulto, llevan a que poco a poco el pequeño vaya comprendiendo qué es lo que quieren decirle. No representa un proceso de enseñanza y aprendizaje como tal, pero sí prepara el terreno para que este se produzca.

Madre utilizando el martenés

Más que el habla, la conversación

Recordemos que el lenguaje humano no es como el lenguaje de una máquina. No se trata solo de codificar una idea en palabras para que el otro la decodifique y le encuentre un significado. En las personas esto va mucho más allá y supone un contacto afectivo, un compartir el pensamiento, los sentimientos, las percepciones, etc.

Con el maternés no se le enseña a un niño a hablar, sino a conversar. Lo más valioso de esto es la propuesta de interacción que está implícita. De hecho, esta forma de comunicación favorece que el pequeño responda y sea más fácil que alcance alguna cota de entendimiento. Un proceder que será muy valioso en su desarrollo integral.

En la vida adulta, también se emplea el maternés, casi siempre con la pareja o con las mascotas. De hecho, la ciencia dice que tiende a utilizarse con todo aquel que propicie una descarga de oxitocina, la hormona de la felicidad. Al fin y al cabo, es una forma de interactuar llena de emoción.


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  • i Vilanova, L. S. (2003). En defensa de les llengües maternes. Llengua nacional: publicació de l'Associació Llengua Nacional, (43), 13.

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