El mensaje dorado, una historia para saber vivir
En un país lejano había un anciano rey, muy sabio y poderoso. Intuía que su vida estaba llegando al final y sentía gran preocupación por su hijo , el heredero. El chico tenía tan solo 9 años y debía reemplazarlo. Esto atormentaba al soberano y fue lo que dio comienzo a la leyenda del mensaje dorado.
El reino era el más próspero de toda la región. Durante años, el rey se había esmerado por hacer de su país el mejor de todos. No había hambre y se hacía justicia a tiempo. La abundancia era la nota predominante. El rey sabía que muchos lo envidiaban y solo esperaban la menor oportunidad para invadir sus dominios y quedarse con todas las riquezas.
“En dos palabras puedo resumir todo lo que he aprendido acerca de la vida: que sigue”.
-Robert Frost-
Angustiado por el futuro, mandó llamar a su consejo de sabios. Les pidió entonces que analizaran toda la situación a conciencia. Luego debían elaborar el mensaje dorado. Tenía que ser el más valioso de todos los consejos que él pudiera dejar a su hijo, para que pudiera afrontar todos los posibles peligros que vendrían tras la muerte del padre.
Los sabios y el mensaje dorado
El consejo de sabios se reunió por varios días. Unos proponían construir un principio militar, para hacer invulnerable al reino de cualquier ataque que pudiera sobrevenir. Otros recomendaban centrarse en el buen gobierno. Lo más importante era que el príncipe mantuviera la lealtad de su pueblo. Pero no lograban ponerse de acuerdo.
Después de un par de semanas, el soberano los hizo llamar. Cada uno expuso lo que a su juicio sería el mejor consejo para el pequeño príncipe, en caso de que tuviera que enfrentar situaciones difíciles, sin la orientación del rey.
El rey los escuchó pacientemente, pero ninguno de los consejos le parecía un verdadero mensaje dorado. Entonces se afligió. Su leal sirviente, un joven muy espabilado que siempre lo acompañaba, notó la tristeza del rey. Entonces, le dijo al oído un consejo. El rey se sorprendió. Ese era verdaderamente un mensaje dorado. Mandó que lo grabaran en mármol y lo puso en una bella caja de oro. Le pidió a su sirviente que se lo entregara al príncipe cuando fuera necesario.
La muerte del rey
Siete años después de aquel episodio, el rey murió. Todo su pueblo lo lloró, por haber sido un gran soberano. El príncipe, que ya era un jovencito, prometió continuar el legado de su padre y así lo hizo. Sin embargo, pronto se comprobó que el soberano tenía razón en sus temores. Varios reinos cercanos se unieron e invadieron aquel próspero país.
El príncipe apenas tuvo tiempo de escapar, pues lo atacaron sorpresivamente. El leal sirviente del rey lo ayudó a salir de palacio y a ocultarse en el bosque. Desde allí, el príncipe vio como los invasores sometían a su pueblo y saqueaban el reino. Se sintió morir. El sirviente sintió que había llegado el momento de mostrarle el mensaje dorado.
Le entregó la preciosa caja de oro al príncipe y este la abrió con cuidado. Allí estaba el mensaje grabado en mármol. Solo contenía tres palabras, que encerraban la sabiduría de toda una vida. Simplemente decía: ESTO TAMBIÉN PASARÁ.
Los tiempos de abundancia
El príncipe comprendió que nada estaba acabado. Tenía que seguir adelante. Con la ayuda de su fiel sirviente logró reunir a varios hombres de su reino, dispuestos a luchar por expulsar a los invasores. Con gran paciencia elaboraron un cuidadoso plan, que salió a la perfección. Simplemente consiguieron que los habitantes se negaran a trabajar para sus enemigos y así, muy pronto, el reino dejó de ser próspero.
Los enemigos se fueron porque ya no había riquezas en el lugar. Entonces, el príncipe volvió a palacio, con el corazón hecho pedazos. No sabía cómo reconstruirlo todo. El sirviente le recordó el mensaje dorado y entonces el joven recobró la esperanza para continuar. En apenas cinco años el reino volvió a ser lo que era.
En agradecimiento al nuevo soberano, los habitantes del lugar organizaron un gran homenaje. Amaban al príncipe, que ahora era rey, y todos se lo hacían saber. El joven se sintió más que halagado. Recibía ofrendas y palabras de admiración de todos los súbditos. Comenzó a sentir la grandeza de lo que había logrado.
El buen sirviente se acercó a él y le dijo al oído el mensaje dorado: ESTO TAMBIÉN PASARÁ. El joven rey reaccionó. Era verdad. Todo en la vida es transitorio, tanto lo bueno, como lo malo. Era mejor no olvidarlo para no agobiarse, pero tampoco envanecerse. El reino volvió a ser lo que era y el mensaje dorado se transmitió eternamente de generación en generación.