El Ministerio del Tiempo
Las series españolas llevan unos años sorprendiéndonos con títulos que funcionan a la perfección; series que atraen al gran público y que, además, atraviesan fronteras. En este artículo, hablamos de una de las series más interesantes del panorama español: El Ministerio del Tiempo.
La ficción creada por Pablo y Javier Olivares arrancó en 2015 en TVE. Posteriormente, gracias a un acuerdo con Netflix, se distribuyó en la plataforma de streaming captando el interés del público y la crítica. En 2017, le dijimos adiós sin saber muy bien si volveríamos a disfrutar de los viajes al pasado.
Finalmente, 2020 fue la fecha escogida para su regreso, y aunque muchos teníamos dudas, lo cierto es que El Ministerio del Tiempo nos ha regalado una cuarta temporada llena de emociones.
Dos años y medio han pasado para volver a disfrutar de las aventuras que nos ofrece la serie. Dos años y medio de una espera que ha merecido la pena. El Ministerio del Tiempo ha demostrado ser capaz de enseñar historia de forma entretenida, de ir de lo cómico a lo trágico en cuestión de segundos y de lanzar referencias reconocibles para un público especialmente amplio.
Conocer el pasado para comprender el presente
Siempre hemos oído que la historia nos sirve para comprender nuestro presente, pero también para no caer en los errores que se cometieron en el pasado. Igualmente, nos sirve para adquirir un mayor conocimiento de la obra artística. Por ejemplo, si leemos un libro, vemos una película u observamos un cuadro, es interesante conocer el contexto en el que se dio dicha obra.
El problema es que, en ocasiones, puede resultar tedioso tener que recordar sucesiones de hechos históricos plagados de nombres y fechas. Por supuesto, esto depende enormemente del interés personal de cada individuo, pero lo cierto es que no son pocas las veces en las que hemos escuchado frases como “la historia es aburrida”.
El Ministerio del Tiempo posee todos los ingredientes para ser del agrado de cualquier amante de la historia, el arte o la literatura; pero también puede ser un buen anzuelo para sumergir a los más escépticos en los fascinantes eventos del pasado.
A través de una patrulla de agentes que trabaja para un ministerio secreto, accedemos a infinidad de puertas que nos trasladan a momentos clave de la historia de España. Con frecuencia, se produce algún problema que podría alterar nuestro presente; el más mínimo cambio en el pasado tendrá repercusiones directas en la actualidad.
Así, la serie ha ido abriendo distintas líneas temporales que nos muestran futuros alternativos verdaderamente interesantes y todo ello sin perder el sentido del humor.
Además, El Ministerio del Tiempo nos acerca a algunas figuras clave de nuestro pasado: conocemos a Cervantes y comprendemos el incalculable valor de El Quijote, Velázquez y sus Meninas, Federico García Lorca, e incluso figuras más oscuras, como Francisco Franco.
En definitiva, toda una lección de historia en un formato excepcional que logra cautivar al gran público.
El Ministerio del Tiempo: humor y ciencia ficción
El Ministerio del Tiempo, en el fondo, no es otra cosa que una fantasía, una serie de ciencia ficción. Tal vez, a grandes rasgos, cuando pensamos en ciencia ficción tendemos a pensar en estéticas futuristas o incluso espaciales. Pero en realidad la ciencia ficción no es más que un género que explora las posibles consecuencias de los avances científicos y tecnológicos, que imagina mundos posibles sobre cierta base científica.
En este sentido, podemos hablar de ciencia ficción soft o ciencia ficción hard. ¿Se trata de dos subgéneros? No exactamente, en realidad, se trata de una especie de distinción dentro del propio género; es decir, tenemos obras en las que prima la descripción del componente científico (hard) y otras en las que se explora más el universo o los elementos relacionados con la sociedad (soft).
El Ministerio del Tiempo podría ubicarse en una ciencia ficción soft al no explicarnos con claridad el funcionamiento de las puertas, por ejemplo; sin embargo, nos sumerge en un ministerio ficticio en el que los viajes al pasado son posibles, tema muy recurrente en la ciencia ficción. Pese a ello, puede ser leída como una serie de intriga, incluso policiaca en algunos momentos; y por ello, para muchos, quizás haya sido difícil reconocer la ciencia ficción.
Cabe destacar que, en la que hasta ahora es su última temporada, se ha dado un paso más hacia la reivindicación de la ciencia ficción española: ese paso no es otro que la aparición del anacronópete. Como hemos dicho, El Ministerio del Tiempo se compone de un sinfín de guiños a un pasado reconocible y a otro un poco más olvidado. Muchos espectadores, probablemente, no sabían que la máquina del tiempo es una invención española, no literalmente, claro; pero sí en literatura.
El Ministerio del Tiempo ha rescatado un artilugio conocido como la primera “invención” en literatura de un aparato que permitía viajar en el tiempo, hablamos de la obra El Anacronópete (1887) de Enrique Gaspar y Rimbau. ¿Por qué destacar este hecho entre tantas otras curiosidades que nos ha presentado la serie? Porque si decíamos que la serie es una buena lección de historia, también podemos añadir que ha logrado difundir la cultura.
Lo interesante es que, además, se emite en un canal de televisión público, y si se me permite expresar mi opinión, considero que una de las funciones principales de la televisión pública es, precisamente, la difusión de la cultura de un país al alcance de todos.
La serie, además, no está exenta de humor. Uno de sus mayores atractivos es, de hecho, el sentido del humor y el excelente uso de la ironía. Muchos episodios nos sacarán una alegre carcajada, ya sea por una frase ingeniosa, por presentar cierta autocrítica o por utilizar elementos de la cultura popular con el fin de hacernos sonreír.
El éxito
Siempre me he considerado bastante escéptica cuando una serie se alarga durante más de tres temporadas. En ocasiones, cuando un producto funciona bien, se prolonga innecesariamente en el tiempo, y lo que era un producto de calidad termina por convertirse en algo aburrido.
Por ello, ante el anuncio del regreso del Ministerio del Tiempo, tuve mis dudas; pero se disiparon pronto al encontrarme ante una serie que aún conserva su frescura y que logra realizar giros muy interesantes hacia el humor (véase el video de Velázquez).
El Ministerio del Tiempo ha logrado reunir los grandes momentos del pasado con futuros distópicos, el humor y la referencia constante hacia el espectador e incluso da pie a cierta crítica hacia el sistema, sin olvidar tampoco la autorreferencia y autocrítica.
Su éxito se ha podido constatar en las redes, la respuesta de los espectadores ha sido realmente sorprendente y, por supuesto, la campaña de difusión ha logrado su cometido. El Ministerio del Tiempo no solo es interesante como serie, sino también como producto; se han creado páginas dedicadas a la serie, y las redes sociales de TVE, de la serie y sus creadores no han desaprovechado la oportunidad de interactuar con los espectadores.
Todo ello se ha traducido, además, en la posibilidad de futuras adaptaciones en otros países. Y aunque no sabemos si volverá algún día, lo cierto es que esta cuarta temporada nos ha dejado un buen sabor de boca. Sea como fuere, por ahora, nos ha regalado una buena dosis de entretenimiento y cultura a partes iguales.
*Nota a los creadores: Si vuelve, queremos más momentos de Velázquez.