El mito de las tres parcas y los misterios de la muerte
El mito de las tres parcas, o de las tres moiras, es uno de los más enigmáticos y, a la vez, alegóricos de la antigüedad. Tanto los griegos como los romanos, los germanos y los nórdicos tienen historias análogas al respecto. Se puede decir que, de una u otra manera, este mito ha influido en varias creencias y religiones tradicionales de Occidente.
Dice el mito de las tres parcas que estos seres decidían el destino de cada ser humano no solamente en vida, sino más allá de la muerte. Las tres eran hermanas y residían en el Hades, para los griegos, y el Averno, para los romanos. Desde allí decidían lo que sucedería con cada habitante del mundo.
Aunque el mito de las tres parcas se popularizó más que el de las tres moiras, el contenido es el mismo en ambos casos. También en ambos casos se les representa como tres mujeres vestidas con una túnica blanca y luciendo un semblante indiferente e imperturbable.
“Como un mar, alrededor de la soleada isla de la vida, la muerte canta noche y día su canción sin fin”.
-Rabindranath Tagore-
El mito de las tres parcas: el origen
El mito de las tres parcas dice que estas eran hijas de Temis, una titánide que representaba la justicia y el equilibrio. Sin embargo, otras versiones señalan que tanto las parcas como Temis brotaron al mismo tiempo de los manantiales del Océano.
Algunos autores clásicos señalan que el padre de las tres parcas era el propio Zeus, pero la versión más aceptada es que ellas eran hijas de Moro, o Moros. Este era la personificación del Destino, la suerte y la condenación. Se dice que había nacido mucho antes que Zeus, por lo que este último le temía, ya que Moro era el único con poder sobre él.
Moro era hijo de Nix, la diosa primordial de la noche, que a su vez provenía del Caos. El padre de Moro era Érebo, dios primordial de la oscuridad y las sombras, que con su presencia llenaba todos los agujeros y rincones del mundo.
Moro era uno de los “dioses oscuros”, junto con sus hermanos Tánatos (la muerte), Hipnos (el sueño), Oniros (la tribu de los sueños) y las Keres (espíritus de la muerte violenta).
Las parcas
El mito de las tres parcas dice que la función primordial de estas hermanas era hacer cumplir el destino de los hombres, siguiendo los preceptos de su padre Moro. Todas ellas estaban presentes desde el nacimiento e iban hilando los acontecimientos de la vida hasta la muerte.
Según su edad, los nombres de las parcas eran Cloto, Láquesis y Átropos. Cloto era la más joven y era la encargada de hilar el destino de los hombres en una rueca. Ella era quien decidía si una persona podía nacer o no, por eso en Roma se le invocaba en el noveno mes de embarazo y se le llamaba “Nona”.
Láquesis, por su parte, decidía sobre la duración de la vida de cada persona. Era ella quien determinaba de qué longitud debía ser el hilo que tejía Cloto. Se le representa como una matrona que desenrolla un largo papel en el que está escrito el destino de cada ser humano.
Finalmente Átropos es la parca propiamente dicha. Era la hermana mayor y la portadora de unas “aborrecibles tijeras” con las que cortaba el hilo de la vida. Cuando lo hacía, sobrevenía la muerte. También ella decidía qué tipo de muerte debía tener cada uno.
Los hilos de la vida
El mito de las tres parcas dice que estas damas aparecían tres días después de cada nacimiento y que era entonces cuando decidían el destino que tendría cada persona. No solamente podían definir el destino de los mortales, sino también el de los dioses. Este último lo escribían en paredes de bronce.
Los hilos de la vida eran de tres colores: blancos, negros y dorados. Los hilos blancos correspondían a los acontecimientos que no tenían mayor trascendencia; los hilos negros, a los momentos de aflicción y dolor; y los hilos de oro representaban los momentos más felices en la vida de los mortales. Cloto se encargaba de entrelazar los diferentes tipos de hilo según lo dictara Moro.
La más temida de las parcas era la mayor, Átropos, a quien también se le conoce como “Morta” o “La inflexible”. No respetaba edad ni condición social o carácter. En todos los casos utilizaba sus peligrosas tijeras, para después de matar, atraer al alma del difunto hasta el Averno a través de la Estigia. Esta última era un río que desembocaba en el infierno.
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- Weaver, W. J. (2007). Las Parcas y sus hilos narrativos. Espéculo. Revista de Estudios Literarios, 37.