El modelo pedagógico de los cuatro cerebros
El modelo de los cuatro cerebros es una manera de acercar a las personas, de manera sencilla y práctica, el desarrollo y funcionamiento del cerebro humano. El objetivo de esto es que cualquier persona pueda tener, al menos a grandes rasgos, una idea de cómo interpretar de manera adecuada las conductas que llevan a cabo sus hijos, alumnos o pacientes.
Sin embargo, saber cómo se desarrolla y funciona el cerebro resulta algo imprescindible para cualquiera. No solo para madres, padres, educadores o personas que tenemos contacto diario con niños y adolescentes, sino todos los miembros de la sociedad.
Como cualquier intento de simplificar algo tan complejo como el cerebro humano, es posible que este modelo no sea 100 % fiel a la realidad. Aún así, puede ser de utilidad como primer paso para aproximarse a este fascinante objeto de estudio.
Las líneas de desarrollo del cerebro
El cerebro tiene tres grandes líneas de desarrollo que se llevan a cabo de manera simultánea. Veámoslas de una manera esquemática:
- Zonas posteriores a zonas anteriores del neocórtex: primero se desarrollan las zonas posteriores del neocórtex (las que tienen que ver con la percepción y la memoria) y posteriormente se desarrollan las zonas anteriores o frontales (actos voluntarios y funcionamiento ejecutivo).
- Subcórtex al neocórtex: en un primer momento se activan las zonas inferiores del cerebro (subcórtex) y posteriormente se activan las superiores (neocórtex). Las primeras tienen que ver con procesos inconscientes como los instintos y las emociones, mientras que las segundas tienen que ver con pensamientos y razonamientos.
- Hemisferio derecho a izquierdo: la relación que establece una madre con su hijo en los primeras semanas y meses de vida es eminentemente emocional y relacional (hemisferio derecho), mientras que el lenguaje, la razón y el autocontrol (hemisferio izquierdo) se desarrollarán bastante más tarde.
El modelo de los cuatro cerebros
El modelo pedagógico de los cuatro cerebros divide el encéfalo en cuatro grandes áreas y asigna un color a cada una de estas áreas. Así, de esta manera, hablamos del cerebro rojo, verde, azul y amarillo. Además, se desarrollan en este mismo orden.
El cerebro rojo
El cerebro rojo es más automático, inconsciente, heredado e instintivo mientras que el cerebro amarillo es voluntario, consciente, aprendido y orientado al futuro. El cerebro rojo se asienta sobre la base del encéfalo y su objetivo principal es la supervivencia de la persona. Cada vez que nuestra vida corre peligro, se activan de manera inconsciente y automática las respuestas de ataque, huida o parálisis.
En esta zona del encéfalo se localizan las funciones básicas de supervivencia: latido cardiaco, respiración, activación del organismo, etc. Es un cerebro del aquí y del ahora, ya que no tiene la capacidad de anticiparse al futuro.
El cerebro verde
Sobre el cerebro rojo se desarrolla el cerebro verde, también conocido como cerebro emocional o sistema límbico. Se encuentra justo en el centro del encéfalo y sus funciones básicas tienen que ver con la emoción, la memoria básica, los aprendizajes asociativos e instrumentales, las sociabilidad y la relación de apego.
Cada vez que sentimos una emoción como el miedo, la rabia o la tristeza, se activa dicho cerebro, más concretamente unas estructuras llamadas amígdalas cerebrales.
El cerebro azul
El cerebro azul se ubica en el neocórtex, ya que tanto el rojo como el verde están en el subcórtex. Podríamos decir que el cerebro azul es el cerebro de los primates y del pensamiento.
En todo momento, el cerebro está activo, incluso cuando duerme. En esta zona azul del cerebro tenemos almacenados nuestros pensamientos, cogniciones y todo lo relacionado con las memorias a largo plazo.
El cerebro amarillo
En último lugar, tenemos el cerebro amarillo, una parte del cerebro que, a diferencia del rojo, verde y azul tiene las siguientes características: voluntariedad, consciencia, perseverancia, orientado al futuro y aprendido.
El cerebro amarillo es la sede de funciones ejecutivas como la concentración, el control de los impulsos, la planificación, la conciencia ética y la autorregulación emocional entre otras. El cerebro amarillo se ubica en la corteza prefrontal, justo antes de la frente.
Decimos que los niños pequeños son muy crueles y siempre dicen la verdad, y el motivo de esto es porque no tienen suficientemente desarrollado su cerebro amarillo.
- Los niños diagnosticados de trastornos del neurodesarrollo como el TDAH, la discapacidad intelectual o el trastorno del espectro autista (TEA) tienen cortezas prefrontales (o cerebros amarillos) significativamente más inmaduros que sus compañeros de la misma edad.
- Fernier (1976) llevó a cabo una investigación en la que extirpó las cortezas prefrontales de un grupo de macacos y vio que no podían estar quietos ni concentrarse en una tarea concreta.
La función principal del cerebro amarillo es atender y ser consciente de las necesidades del resto de cerebros (rojo, verde y azul) para poder tomar la decisión que sea más adaptativa para la persona.
Podemos decir que cada uno de los cerebros tiene una función específica: cerebro rojo (sobrevivir), verde (emociones y apego), azul (pensamiento y memoria) y el amarillo (funciones ejecutivas).
La coordinación de los cuatro cerebros: obra de un director de orquesta
El neuropsicólogo Elkhonon Goldberg desarrolló la metáfora del director de orquesta para explicar cómo se coordinan las diferentes áreas del encéfalo. Para que una orquesta o una sinfonía suene bien, armoniosa y coordinada, tan importante es la labor del director como de las diferentes secciones (percusión, viento cuerda, etc.) y cada uno de los músicos que forman parte de ella.
Si la sección de percusión o el músico que toca el trombón no están afinados ese día, por muy bien que lo hagan el resto, el resultado final no será bueno. Los músicos necesitan al director de orquesta y este necesita a sus músicos. Lo mismo pasa en cuanto al funcionamiento cerebral se refiere.
En el secuestro de la amígdala que describió hace unas décadas Joseph LeDoux, la emoción (cerebro verde) es mucho más intensa que la capacidad para controlar y gestionarla por parte de la corteza prefrontal (cerebro amarillo). En este caso, el cerebro amarillo no se puede hacer cargo del cerebro verde debido a su intensidad, por lo que necesita de un cerebro amarillo externo que ayude a gestionar y canalizar dicha emoción.
Por ende, aunque parezca que el amarillo es el más importante de los cuatro cerebros, todos lo son, pues el cerebro funciona de manera holística, como un todo. Por esto mismo, cualquier lesión, traumatismo o tumor en cualquier parte del cerebro afectará al funcionamiento y resultado global. No solo al cerebro de un color en concreto.
En conclusión, el modelo pedagógico de los cuatro cerebros puede ayudar a comprender el desarrollo, funcionamiento y conectividad de las diferentes partes del cerebro, así como que aportar explicaciones de lo que ocurre en el cerebro de nuestros hijos y alumnos cada vez que sienten miedo, rabia o curiosidad.
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- Daniel Goleman (1996)
- Inteligencia Emocional
- . Madrid: Kairós