El mundo necesita ejemplos, no opiniones

El mundo necesita ejemplos, no opiniones
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Raquel Aldana

Última actualización: 15 septiembre, 2019

Hay veces que nos duele vivir en este mundo en el que los intereses personales, los beneficios económicos, la maldad y el egoísmo parecen ganar siempre la batalla.

Generalmente, la decepción y el desconsuelo que esto nos genera nos hacen creer que las buenas personas escasean y que, lo poco que hay, no conseguirá aportar nada que sea realmente significativo.

Sin embargo, las personas buenas son las que mantienen el mundo en equilibrio, completando el rompecabezas con su sinceridad, su honestidad y sus buenas acciones. Todas aquellas personas merecedoras por alguna razón del adjetivo “buenas” representan aquello que nos gusta mirar. El resto, simplemente, nos resulta insoportable.

El mundo que nos duele, nuestro mundo                        

Hay imágenes que duelen, que nos hacen verdadero daño y que inquietan nuestra alma. Aunque seamos capaces de cerrar los ojos, el dolor ajeno siempre nos atormentará. Hay casos en los que la injusticia nos abofetea como una ráfaga de vergüenza.

Desgraciadamente, muchas cosas que hoy nos duelen, mañana se nos olvidarán. Sirva como ejemplo perfecto la foto que ilustra estas palabras, la foto de la desgracia, de la vergüenza y del tormento.

Ilustración homenaje a Aylan 2

 

“Quién soy yo para decirte que no vengas.
Yo también lo arriesgaría todo.
Cruzaría mares y fronteras y países.
Y lo que hiciera falta.

Ya sé que no voy a disuadirte.
Y tampoco lo pretendo.
Pero que sepas que a este lado, el futuro es un bien de consumo.
Y los aranceles se cobran en vidas humanas.

Aquí hacemos ver que nos importas sólo cuando nos molestas.
Cuando nos tapas la playa y el sol.
Cuando nos golpea tu imagen y se nos queda clavada en el alma para siempre

Sí, ya sé que es vergonzoso.
Y te pido perdón.
Qué voy a hacer, aparte de todo lo que no hago.

Pero quién soy yo para decirte que no vengas.
Si lo único que hemos hecho por ti es hacer ver que no existes.
Si lo único que sabemos de ti es un número cuando ya no estás”.

-Risto Mejide-

No somos buenos recordando las cosas importantes

Gracias a la red abrimos los ojos y conocemos que los hilos que nos mueven son mucho más crueles de lo que podemos tolerar. Probablemente estas mismas palabras e imágenes duelan e incomoden pero la desgracia en internet se hace viral tan rápido como se olvida.

Cuando algo nos toca y nos llega, todos opinamos; sin embargo luego, si ponemos en la balanza nuestras acciones y nuestras intenciones, las últimas salen ganando. Tenemos miedo a esas ideas que están sesgando vidas y tenemos verdadero pavor a que los intereses que mueven el mundo sean más grandes que nuestra unión.

Nuestras emociones buscan impactar contra un mundo al que nosotros aún tenemos miedo. Aún así, si bien a las palabras se las lleva el viento, a los sentimientos no hay huracán que se los lleve. Pueden atenuarse, pero siempre se quedarán con nosotros impidiendo nuestra indiferencia.

No nos justifiquemos con las palabras, no miremos a otro lado

La angustia por la maldad aún se nos queda grande y, como consecuencia, hemos logrado tolerar a la impotencia. Pero no estamos programados para quedarnos sentados en nuestro sofá cada día.

Quizás nos hemos quedado atascados en una espiral que nos hace crear sentimientos vacíos. Sin embargo, yo aún creo en el ser humano, aún confío en que somos capaces de creer, de sentir y de actuar en consecuencia.

Tenemos una gran habilidad para justificarnos a través de las palabras. Para dar nuestra opinión solemos llenar de sentido una frase, pero luego el miedo le gana la batalla a la acción.

Ante las injusticias no podemos escudarnos en cuatro frases que enmascaren nuestra frustración. Tenemos que completar nuestras opiniones y no cerrar los ojos, tenemos que perdonarnos y comenzar a actuar.

Niño caminando con su gato y un globo cerca de la luna

Con nuestra inacción estamos tiñendo nuestra conciencia de sangre, la injusticia brilla tanto que consigue cegarnos. No permitamos que esto solo sea pasajero; podemos combatir a quienes crean desgracia. Si actuamos, podremos encadenar ejemplos en vez de opiniones.

El mundo es una casa para todos los que la habitamos. El hecho de que ya estuviera cuando nacimos y de que seguirá amaneciendo cuando muramos, no quiere decir que no seamos responsables de lo que hay.

Niños muriendo de hambre. Familias de refugiados destrozadas. Mujeres violadas. Soldados asesinados. Personas con tus mismos cromosomas esclavizadas cosiendo tu ropa. Animales torturados. Naturaleza devastada. Gobiernos, ricos y mafias jugando contigo, creando necesidades, cubriendo intereses y campando a sus anchas.

Todos ellos son mucho más que una opinión. Por todos ellos el mundo necesita tu ejemplo, tu acción, tu lucha. Gente como tú y como yo es la que necesita el mundo para coger aire, darse la vuelta y respirar.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.