El mundo necesita gente que ame lo que hace
El mundo necesita urgentemente personas que amen lo que hacen. Necesita gente con sueños vivos, ilusiones brillantes y ganas infinitas. Necesita esperanza radiante, amor vivo y honestidad continua.
El mundo necesita personas con brillos en los ojos producidos por el placer de dedicarse a aquello que más les gusta, que más les mueve y resuena. Motores y apasionados de la vida, que no desistan. Aunque a veces la desidia aparezca, que sean capaces de encontrar los colores a su tormenta.
“La única forma de hacer un gran trabajo es amar lo que haces”
-Steve Jobs-
El mundo necesita gente con vocación
El mundo necesita personas que disfruten con aquello que hacen. Que tengan vocación pero no solo laboral, sino también social, familiar, personal. Personas que no hayan perdida la humanidad.
Gente que sin decirles nada, tan solo por el hecho de superarse, busquen miles de formas y alternativas. Gente encantada y no estancada. Personas valientes y empeñadas.
Idealistas y soñadores que, aunque los obstáculos vayan en su busca, el sudor empape su frente y el cansancio comience a aparecerse, les guste seguir adelante, poco a poco, con paciencia y mucha fuerza de voluntad. Porque saben que el que algo quiere, algo le cuesta.
Personas que busque sus potencialidades y que identifique sus sueños, y que por el solo hecho de ser sus ilusiones, a pesar de las dificultades, sigan adelante para darles forma.
Gente que vea las crisis como oportunidades, los errores como aprendizajes y las complicaciones como el resorte de sus logros. Gente con objetivos.
El mundo necesita gente con sentimientos
Personas que pongan amor a sus actos. Que cuando te miren, de alguna manera los delate el brillo de sus ojos porque aquello que hacen les nace desde su interior más profundo, más recóndito.
Gente sincera de sentimientos y de miradas. Que dé un abrazo franco, un beso entregado, una sonrisa verdadera…
Gente auténtica a la que le gusta ser ella misma. Que no hay nada más bello que las particularidades y los matices que nos identifican, nuestra seña de identidad y la huella que nos determina.
Personas que no pongan excusas ni justificaciones rápidas, que asuman las consecuencias de sus actos y que estén dispuestas a repararlos si es necesario. Que sepan que la responsabilidad no se encuentra fuera sino dentro de uno mismo. Porque el mundo se cansa de gente obligada y no encantada, de vivir en automático, en lugar de conscientemente…
El mundo pide a gritos gente con voluntad, gente con pasión, gente comprometida. Que entienda que la vida es un proceso con su más y sus menos.
Gente que haga lo que haga, lo ame, porque es como una parte de ella misma y que lo comparta con el mundo, porque entienda que al compartir no solo compartimos cosas sino parte de nuestro mundo y nuestra sabiduría, y eso va en beneficio de todos porque somos uno.
¿Dónde están?
Estoy convencida de que aquí, allí y más allá…
Son ellos, eres tú, soy yo… tan solo hay que despertarse y dejar de ser autómatas. Comenzar a ser conscientes. Encontrar el sentido, la chispa adecuada que avive nuestra llama. Y cuando lo hayamos hecho comenzar a darle forma, a darle vida.
Y no desistir, sino persistir. Encontrar la calma entre tanto barullo.
Busquemos aquello que amamos, no dejemos de intentarlo y a su vez, no olvidemos encontrarlo en nuestro día a día, en nuestras pequeñas rutinas.
“Cada uno tiene su propia vocación o misión específica en la vida, todo el mundo tiene que llevar a cabo una tarea concreta que exige su cumplimiento. Ahí no se puede sustituir, ni se puede repetir su vida, por lo tanto, la tarea de cada persona es única como su oportunidad específica para su ejecución”
-Viktor Frankl-