El niño abandonado: el apego desorganizado reactivo

El niño abandonado: el apego desorganizado reactivo

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 27 diciembre, 2023

Cuando se crece en un contexto de cuidados insuficientes o negligencia, lo más común es que se responda con conductas sociales poco adaptativas en el marco de la sociedad general. El apego desorganizado reactivo o trastorno reactivo de apego (TRA) se desarrolla debido a estas condiciones de desarrollo.

El apego es el principal componente del desarrollo social y emocional en la primera infancia. Se refiere al vínculo que el bebé establece con sus progenitores o cuidadores primarios. Este vínculo constituirá una referencia poderosa para el resto de relaciones que establezca el niño en la infancia y en muchos casos también lo será para las que establezca más allá de las fronteras de esta etapa vital.

La teoría del apego nos propone una nueva mirada sobre el proceso del desarrollo humano. Así, formulamos y responderemos a algunas preguntas puede ayudarnos a entender mejor su calado: ¿Qué es el vínculo de apego y para qué le sirve al ser humano? ¿Cuáles son los efectos patológicos si el vínculo de apego no se organiza adecuadamente?

¿Qué es el apego desorganizado reactivo o trastorno reactivo de apego (TRA)?

La esencia del apego desorganizado reactivo o trastorno reactivo de apego (TRA) reside en la infancia, cuando los niños pequeños crecen con oportunidades limitadas para vincularse de manera selectiva, finalmente se muestran retraídos e inhibidos, y no se vinculan con ninguna persona. El abandono social, cambios frecuentes en los cuidadores o privación (por ejemplo, en entornos institucionales) son algunas de las condiciones de riesgo que dan lugar a un apego desorganizado reactivo o trastorno reactivo de apego (TRA).

Niña que sufre el abandono


Estos niños se muestran fríos, y raramente buscan proximidad hacia adultos específicos, aún en caso de necesidad emocional. También pueden mostrarse irritables sin ninguna explicación, o tristes o temerosos ante el contacto o la proximidad de sus cuidadores/familiares.

“Se considera esencial para la salud mental, que un lactante o un niño pequeño experimente una cálida, íntima y continua relación con su madre (o madre sustituta o una persona que le cuide en forma estable) relación en la cual ambos encuentren satisfacción y deleite”.
-John Bowlby-

El apego y su impacto en el desarrollo infantil

Dentro del campo de la infancia, una de las teorizaciones más interesantes actualmente es la teoría del apego, que nos permite entender mejor la complejidad del proceso por el cual sobrevivimos y nos integramos en la sociedad. Desde la etología y el psicoanálisis sabemos que cuando un bebé humano nace, necesita de adultos dispuestos a cubrir sus necesidades vitales (afecto, cuidado, alimento, higiene, movimiento…).

Lo que nos diferencia de otras especies es que de manera innata aprendemos por imitación, por lo que este proceso implica relación y aprendizaje, también llamado humanización. En otras palabras, llamamos vínculo del apego a la necesidad de los seres humanos para crear lazos de convivencia y amor, estableciendo vínculos fuertes, selectivos y duraderos con sus cuidadores.

¿Qué efectos tiene la incompetencia parental?

Cuando las figuras de apego no sintonizan con el infante, hablamos de incompetencia parental. La presencia de incompetencias parentales severas en un adulto pueden manifestarse en alguno o varios de los siguientes rasgos:

  • Dificultad para mostrarse disponibles (psíquicamente y/o físicamente), para establecer relaciones afectivas, sintonizar o entender las necesidades de sus hijos/as.
  • Las relaciones o cuidados que ofrecen son caóticas, inestables, cambiantes.
  • No saben calmar al niño ni darle cariño, responder a sus demandas de comunicación…
  • No pueden reconocer, identificar, regular, favorecer el desarrollo de la capacidad de simbolización o de adaptación a la realidad social del infante.
  • Suelen ofrecer respuestas incoherentes y contradictorias. Por ejemplo, no coincidiendo las palabras con los hechos, gestos, sucesos…
  • Actuaciones negligentes (ausencia de cuidados básicos, maltrato psíquico y físico, abuso sexual, manipulación psicológica).
  • Suele ser reactivo a enfermedades mentales graves (depresión, toxicomanías, dificultades sociales, acontecimientos vitales graves e incapacitantes…).
Oso solo representando arrepentimiento

Como consecuencia de un desarrollo bajo el “paraguas” de capacidades parentales incompetentes, se crea un vínculo de apego no adecuado. Aunque las consecuencias dependerán de variables entre las que podemos incluir:
  • La edad del niño en el momento de la desorganización del vínculo.
  • La existencia de un sustituto del vínculo ya conocido y estable si se da una separación o ruptura. La adaptación al sustituto depende de la calidad de las relaciones de vínculo antes del episodio de ruptura y de cómo se haya mantenido este vínculo.
  • El momento psíquico en que se produce, ya que los momentos críticos son el primer año de vida, los 3-4 años, y la adolescencia.
  • La capacidad de resiliencia (reparación subjetiva de cada sujeto).
  • El motivo de la ruptura del apego (historia y acontecimientos vitales).
  • La duración de la situación de ruptura o desorganización.

Es comprensible que las personas que crecen bajo estas condiciones presenten comportamientos abruptos, impredecibles o impulsivos, ya que sienten las relaciones con gran inseguridad, poca fiabilidad, ansiedad, y desconfianza. En algunos casos se generan patologías, como el trastorno de apego reactivo (TRA), también conocido como apego desorganizado reactivo, ante la gran incoherencia y paradoja: “La persona de quién dependo destroza mi propio ser”.

Referencias bibliográficas

Zeanah, C. H., Chesher, T., & Boris, N. W. (2016). Medidas prácticas para la evaluación y tratamiento de niños y adolescentes con trastorno reactivo de apego (TRA) y trastorno de compromiso social desinhibido (TCSD). J Am Acad Child Adolesc Psychiatry, 55(11), 990-1003.

Comín, M. A. (2014). El vínculo de apego y sus consecuencias para el psiquismo humano. Logos, 1-15.


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