El niño con el pijama de rayas, amistad más allá de las barreras
El niño con el pijama de rayas es una obra literaria de John Boyne publicada en 2006, que posteriormente fue llevada a la gran pantalla por Mark Herman. Película y libro presentan numerosas diferencias, en las que no vamos a incidir por ser poco relevantes para el desarrollo de este artículo. Así, en cambio, vamos a centrarnos en los principales valores y reflexiones que transmite la obra, por lo que película y libro valdrán indistintamente como referencia.
El niño con el pijama de rayas se desarrolla en uno de los momentos más crueles y vergonzosos de la humanidad, el Holocausto llevado a cabo durante la Segunda Guerra Mundial. Episodio criticado y repudiado, pero que no debe ser olvidado porque, como dicen, la historia nos sirve para aprender y no repetir errores.
Empieza la historia
Nos situamos en la Alemania nazi, en casa de una familia militar, con unos valores y una ideología ya muy asentados, o eso parece, entre los miembros de la misma. El cabeza de familia es un militar de alto rango al servicio de Hitler que, a causa de su “gran labor”, será destinado a Auschwitz para continuar con su trabajo allí. Toda la familia se muda al que será su nuevo hogar, una casa completamente aislada, pero muy próxima al campo de concentración. Aquí, conoceremos mejor a los personajes:
- Los niños: el protagonista es Bruno, el hijo menor del comandante; como todos los niños de su edad, desconoce el mundo y solo quiere jugar. Le gustan los libros de aventuras y quiere ser explorador. En contraposición, está Gretel, su hermana mayor; al principio, la vemos rodeada de muñecas, aunque pronto cambiará las muñecas que decoran su habitación por propaganda nazi. Por otro lado, está Shmuel, un niño de la edad de Bruno que, al ser judío, vive en el campo de concentración.
- Los padres: el padre de Bruno es un alto cargo militar muy estricto que pasa poco tiempo en casa. Su esposa al principio desconoce gran parte de la “labor” que lleva a cabo su marido; sin embargo, podemos ver cómo esta situación de ignorancia cambia, de manera que, al salir de ella, también cambiarán sus sentimientos hacia su marido, sintiendo repulsión por el papel que desempeña en su trabajo.
- Los abuelos: son los padres del comandante. El abuelo se muestra orgulloso de su hijo, sin embargo, la abuela es muy contraria al nazismo y siente repulsión por lo que hace su hijo.
Dos realidades en El niño con el pijama de rayas
En el libro El niño con el pijama de rayas, vemos que Shmuel y Bruno nacieron exactamente el mismo día, sin embargo, sus vidas son completamente distintas. Bruno vive en una familia acomodada, es el hijo de un militar y su mayor preocupación es no tener con quién jugar. Sufre por el aburrimiento y porque está muy disgustado con el nuevo lugar en el que le ha tocado vivir. No entiende por qué tiene que mudarse y dejar a sus amigos de siempre.
Shmuel es judío, por ello, ha sido condenado a vivir en un campo de concentración. Como consecuencia, sus preocupaciones son muy distintas a las de Bruno, aunque en él también se dibujan los deseos y la inocencia de los niños.
Esta contraposición de realidades nos muestra cómo nuestra procedencia puede marcarnos de por vida y condenarnos; nadie elige dónde nacer, nadie tiene la culpa de pertenecer a una u otra cuna. Los niños no entienden estas diferencias y ven en el otro a un igual, a un amigo con quien jugar y compartir aventuras. No pueden comprender por qué les separa una barrera si han nacido el mismo día, si en el fondo son tan parecidos.
La barrera en este caso es real, pero también podemos verla como un símbolo. Dos niños nacidos el mismo día, dos niños iguales y dos realidades muy distintas. Actualmente, miramos a los nazis con desprecio, pero en el momento en que nació Bruno, tuvo suerte, o al menos, más suerte que Shmuel. Podríamos decir que esa barrera, esa contraposición de realidades, todavía existe en nuestros días; aunque de forma distinta, todavía no es lo mismo nacer en un lugar del mundo que en otro, en una familia acomodada o en una familia carente de recursos.
Relación con el Superhombre de Nietzsche
Las ideas del filósofo Friedrich Nietzsche fueron adoptadas y reinventadas por el nazismo. Este filósofo creía en una clase de hombres de características superiores: fuertes, inteligentes, creativos, capaces de pensar y razonar. Estos hombres eran los supervivientes, los que se salían del rebaño. Los nazis se identificaban con este superhombre.
Por otro lado, para Nietzsche había diversas fases para alcanzar este estatus de superhombre:
- Camello: representa la obediencia, las cargas y responsabilidades que tenemos que soportar.
- León: el camello, cuando ya no quiere ser camello, se convierte en león. Esto representa la liberación de las cargas, la rebelión y el rechazo a los valores tradicionales.
- Niño: representa la última fase de la metamorfosis. El niño vive lejos de los prejuicios y de los valores establecidos, él es el encargado de crear sus propios valores. Como si de un juego se tratase, el niño construye a partir de la nada.
Me gustaría identificar esta imagen del niño con los personajes de Shmuel y Bruno; ambos se muestran libres de prejuicios, o semi-libres, ellos son los únicos en superar esa barrera con la que los adultos chocan. Al cruzar la verja, desafían los valores establecidos; no importa qué les han enseñado, su amistad va más allá. Bruno se viste con ese pijama de rayas, igualándose a Shmuel, para los niños, la amistad lo es todo y ya no hay diferencias.
Es decir, ellos mismos van emitiendo juicios sobre el otro a medida que se van conociendo, ellos mismos crean sus propios valores de la nada… y, a partir de esos valores, deciden.
“Se supone que no debemos ser amigos; tenemos que ser enemigos, ¿lo sabías?”
-Bruno, El niño con el pijama de rayas-
El peso de las ideas
El niño con el pijama de rayas plantea los problemas en los que puede desembocar una determinada ideología y las ideas que le dan forma. En la historia y en la propia película vemos que las ideas pueden llegar a causar de manera indirecta mucho más daño que cualquier arma, especialmente si tenemos en cuenta el poder de algunas de ellas, en determinados momentos, para aunar voluntades. Así, la convicción de las personas por una determinada causa puede llevarlas a cometer cualquier tipo de acto, por injusto y cruel que parezca.
Para que una idea perdure en el tiempo es importante inculcársela a los más jóvenes, esto lo vemos en las clases que reciben Gretel y Bruno y cómo su profesor les enseña historia siguiendo los guiones de la propia ideología nazi, de este modo, se asegura transmitir a los niños los valores que él considera correctos y que así la idea de que pertenecen a una raza superior o privilegiada perviva en generaciones posteriores.
Las alusiones a la propaganda nazi también son interesantes, lo vemos en los carteles con los que decora Gretel su habitación o en la forma de “vender” la calidad de vida de los campos de concentración.
El desenlace viene ya anticipado por los fenómenos atmosféricos, gracias a un tópico literario que se conoce como locus terribilis; las imágenes de lluvia advierten que algo va a ocurrir. Este desenlace nos propone una reflexión: no somos conscientes del sufrimiento del otro hasta que no nos convertimos en el otro. Al invertir los roles, al sentir en nuestra propia piel el dolor ajeno, nos hacemos partícipes y conscientes del mismo.
Todo esto, obviamente, en un ambiente de historia pasada, de horror y de crueldad humana, pero que nos lleva a preguntarnos si, de algún modo y desde el confort de nuestro hogar, tampoco hemos cambiado tanto y seguimos ajenos al sufrimiento de la otredad.
“Todo esto, por supuesto, pasó hace mucho, mucho tiempo, y nunca podría volver a pasar nada parecido. Hoy en día, no”.
-John Boyne, El niño con el pijama de rayas–