El nudo gordiano o la habilidad de encarar la vida con originalidad
La leyenda del nudo gordiano nos sugiere una interesante metáfora sobre la que reflexionar. La vida, en ocasiones, nos precipita hacia situaciones en las que nuestra realidad se vuelve caótica. Los nudos son esos bloqueos en los que las ideas no surgen, la ansiedad alborota y el miedo y la preocupación intensifican las sensaciones hasta sumirnos en un laberinto personal muy complejo.
En esas situaciones, lo que hacemos con frecuencia es repetir unos mismos patrones de comportamiento que no hacen más que enquistar la situación. Los nudos se tensan más aún y el sufrimiento aumenta. Ahora bien, en esos instantes vitales lo más adecuado es aplicar el pensamiento lateral. Hacer uso de la creatividad, de esa espontaneidad llena de energía y optimismo, es sin duda un modo sensacional de cortar con esas cuerdas que nos atrapan en la infelicidad.
Hay etapas y circunstancias que, efectivamente, son tan complicadas como un nudo gordiano. Sin embargo, ser capaces de responder ante ellas con la misma resolución de Alejandro Magno en su día, nos puede ser de gran ayuda. Por tanto, profundicemos en esta interesante leyenda griega que nos abrirá interesantes perspectivas.
“Es lo mismo cortarlo que desatarlo”.
-Leyenda de Frigia-
El nudo gordiano, el oráculo de Frigia
Fue Plutarco, el célebre historiador griego, quien nos explicó en su obra Las vidas paralelas una curiosa historia referida al joven rey de Macedonia, Alejandro Magno. En ella, relataba una leyenda tan curiosa como especial referida a la antigua ciudad de Frigia (la actual Turquía).
Un antiguo oráculo explicaba que en algún momento de la historia cruzaría por las puertas del Este aquel que se alzaría como el auténtico rey. La señal sería un cuervo, un oscuro animal que al ver al auténtico héroe cruzar el umbral, se posaría de inmediato en su hombro. Así ocurrió. Fue un humilde pastor, Gordias, quien al cruzar la puerta con su carro de bueyes, fue bendecido con la suerte: un cuervo se posó en el yugo de sus bueyes. El pueblo lo coronó como rey de inmediato. Más tarde, sería el padre del célebre rey Midas.
Ahora bien, casi sin saber cómo, sucedió algo tan extraño como contradictorio tras aquella coronación. Nadie podía quitar el yugo que unía los bueyes a la carreta de su recién nombrado soberano. En ese instante, el oráculo de Frigia habló de nuevo para anunciar que quien desatara el nudo del carro de Gordias dominaría toda Asia.
Alejandro Magno, un líder con una nueva mentalidad
El carro, atado con yugo al extremo del timón, se quedó en la Acrópolis gordiana. Allí estuvo durante cerca de 5 siglos sin que nadie lograra desatar aquel nudo temible y enrevesado. Había quien se quedaba días enteros ideando sofisticadas estrategias para resolver aquel enigma, aquella broma sin explicación donde nadie parecía ser capaz de desatar el famoso nudo gordiano.
Las personas salían del templo frustradas, enfadadas consigo mismas y con los caprichosos dioses que, seguramente, habrían urdido aquella añagaza. Hasta que una mañana, cruzó la puerta de Frigia el joven Alejandro Magno. Conocedor de la leyenda, no dudó en entrar al templo acompañado de sus hombres para enfrentarse al reto.
Lo miró unos instantes. Intentó desatarlo buscando, cómo no, el punto débil de ese amasijo enredado de cuerdas, tal y como habían hecho los demás. Ahora bien, segundos después, desenvainó su espada y con un certero tajo, cortó el nudo liberando el yugo. A continuación, diría una frase que se ha quedado ya en nuestra cultura popular: tanto da cortarlo como desatarlo.
La tristeza que no sume en el inmovilismo, la alegría que se atreve a innovar
La historia del nudo gordiano nos sugiere interesantes reflexiones. La primera es la gran valía de hacer uso de un enfoque mental más abierto, creativo e innovador. Es usar ese pensamiento lateral que nos permite aplicar ideas diferentes a un problema que la mayoría afronta de manera semejante. A pesar de que la reacción de Alejandro Magno nos parezca algo radical, no deja de ser una salida altamente efectiva (tanto da cortar como desatar).
Por otro lado, hay otro enfoque en términos cognitivos que vale la pena considerar. Cuando las personas caminamos por el mundo con la tristeza a cuestas, arrastramos con nosotros pensamientos parecidos, un mismo enfoque mental. Cuesta mucho ver otras opciones a esas encrucijadas cuando lo que hay dentro es malestar, frustración y hasta angustia.
De ahí, que en ocasiones la mejor opción para encarar ese nudo gordiano existencial sea hacer un cambio. A veces, las opciones más simples o incluso tajantes, como puede ser hacer un viaje, alejarnos o dejar a un lado lo que nos es cotidiano para iniciar otra etapa vital, nos inyecta de pronto un sentimiento nuevo y revulsivo: la alegría.
Y esta emoción es la más productiva en todos los sentidos. Con ella vemos los problemas desde otro prisma para ser capaces de dar respuestas nuevas, de relativizar, de desatar por fin esos lastres que nos mantenían anclados al malestar.
Para concluir, desatar el nudo gordiano que nos ralentiza a día de hoy y que no nos permite crecer y tener una vida significativa y plena depende de nosotros y de nuestra actitud. No nos dejemos bloquear por él, no permitamos que nos impida vivir la vida que deseamos. Trabajemos en ello.
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