El regalo de ser uno mismo
Ser capaz de no traicionarnos a nosotros mismos y actuar en base a aquello que pensamos y sentimos es todo un ejercicio de responsabilidad, consciencia y aceptación. La fidelidad a nuestra persona es algo que tenemos que practicar.
Cuando somos fieles a nosotros mismos somos auténticos y permitimos a los demás que puedan entrar en nuestro mundo y así conocernos. De lo contrario, las barreras que construiremos limitarán nuestras relaciones.
“Cuanto menos nos aceptamos, más necesitamos la aceptación de los demás”
-Alfredo Hoffmann-
Cómo crecer
Crecer personalmente implica crecer desde adentro. Y en este crecimiento, compararnos con las actitudes y valores de los demás resulta indiferente, porque cada uno de nosotros es completamente distinto al otro, además de haber vivido unas experiencias únicas por las que se ha ido formando y cultivando. A continuación, os mostramos un relato de Jorge Bucay sobre ello:
“Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo. El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino. Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa. La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble. Entonces encontró una planta, una fresia, floreciendo y más fresca que nunca.
El rey preguntó: “¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío?”
“No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresias. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado.” En aquel momento me dije: “Intentaré ser Fresía de la mejor manera que pueda.”
Ahora es tu turno. Estás aquí para contribuir con tu fragancia. Simplemente mírate a ti mismo. No hay posibilidad de que seas otra persona. Puedes disfrutarlo y florecer regado con tu amor por ti, o puedes marchitarte en tu propia condena…
La mejor versión de uno mismo
Ya lo decía Albert Einstein “Todo el mundo es un genio. Sin embargo, si juzgas a un pez por su habilidad para escalar un árbol, pasará toda una vida pensando que es un estúpido.” Y tú, ¿quién eres en realidad?
Desde muy pequeños se nos enseña a juzgarnos a nosotros mismos teniendo en cuenta las cualidades y opiniones de los que tenemos alrededor. Pero si continuamente nos comparamos con los demás, difícilmente llegaremos a conocernos profundamente. Para ello, tendremos que observarnos ante el espejo detenidamente y buscar todas esas potencialidades que muchas veces tenemos escondidas bajo nuestros miedos y hábitos.
Compararse continuamente no suele ser una buena fórmula para mantener una buena autoestima, incluso puede llevarnos a tener una percepción deformada de uno mismo.
Las comparaciones al igual que tienen un aspecto negativo, también tienen otro positivo, y es la capacidad de darnos cuenta de que existe una gran variedad de formas de pensar, actuar y sentir.
“Sólo si me siento valioso por ser como soy, puedo aceptarme, puedo ser auténtico, puedo ser verdadero.”
-Jorge Bucay-
No se trata de que nos parezcamos a otros, ni de ser exitosos, competentes o divertidos como los demás, sino de aprovechar nuestras cualidades, las mejores que tengamos, junto a nuestro talento y originalidad.
Nadie es exactamente igual a nosotros. Todos somos diferentes. Nadie ha vivida todas las experiencias que cada uno de nosotros ha vivido ni de la misma manera. Cada persona tiene su historia. Por lo tanto al compararnos, comparamos cosas diferentes, tomando tan solo unas cuantas características o rasgos. Por eso la oportunidad de ser uno mismo, resulta ser tan valiosa.
Cada uno de nosotros tiene múltiples características, unas que nos hacen la vida más fácil, mientras que otras puede que nos la dificulten en ocasiones, pero juntas hacen que seamos irrepetibles.
No significa que no intentemos cambiar aspectos de nosotros mismos que nos apetezcan, ya que eso no es malo, pero sí hay que tener en cuenta que los verdaderos cambios nacen de la autoaceptación y no desde el rechazo.
Aprender a valorarnos, querernos y aceptarnos es un camino labioroso que se alarga durante toda la vida, requiriendo este sendero muchas veces dosis de motivación y persistencia.
Llegar a conocernos a nosotros mismos, formar parte del proceso de autodescubrimiento, hará que nos sintamos más cómodos en nuestra propia piel, además de ser uno de los viajes más emocionates en el que nos embarquemos.
¡Salgamos cada día a ser la mejor versión de nosotros mismos!