El síndrome de las mil ideas, todo y nada a la vez
Se le llama “síndrome de las mil ideas” a una tendencia por la cual se tiene un gran número de pensamientos, proyectos y tareas en mente de forma simultánea. Es muy propia del mundo actual y su efecto inmediato es una gran dificultad para enfocarse y una fuerte inclinación a procrastinar.
Si alguien tiene el síndrome de las mil ideas no se debe a que tenga exceso de creatividad, o una vida intelectual muy prolífica, sino que presenta un problema serio de concentración. Hay infinidad de pensamientos que llegan a su mente , pero ninguno se queda; las imágenes y las ideas se suceden por montones y sin control.
El síndrome de las mil ideas es hijo legítimo de un mal contemporáneo: la multitarea. Esta se refiere a una costumbre que se fue acendrando con las nuevas tecnologías y que consiste precisamente en hacer muchas cosas a la vez. Trabajas, miras el móvil, abres el correo, vuelves a trabajar, ves la noticia, envías un emoji y tienes cinco ventanas abiertas en el ordenador, etc.
… “adolescente, que aún no está acostumbrado a renunciar —no sabe decir no—, quiere abarcar demasiadas cosas y se dispersa, y la dispersión es la mejor manera de no avanzar, por pérdida de energías”.
-Enrique Rojas-
El síndrome de las mil ideas
En el síndrome de las mil ideas el cerebro funciona en modo “lluvia de ideas” todo el tiempo. Sin embargo, a la hora de la hora, eres mucho menos productivo que alguien que no tiene tantas luces bailando en su cabeza. Casi siempre, el destino de lo que piensas es ninguno. Pasa por tu mente y luego se pierde en un mar de nada.
Los estudios al respecto indican que entre más ideas llegan a tu mente, menos es la probabilidad que actúes. En otras palabras, demasiados pensamientos terminan por paralizarte porque te abruman, te dejan sin energía y te impiden estructurar ideas más elaboradas.
El síndrome de las mil ideas se complica cuando lo que tienes en mente es un sinfín de proyectos. Estudiar inglés, ordenar la habitación, llamar al amigo de infancia, montar un nuevo negocio y ponerte al día en los deberes laborales, por ejemplo. Piensas en lo uno y en lo otro, se te cruzan los temas y al final no has hecho nada.
El síndrome y la taquipsiquia
Se puede afirmar que el síndrome de las mil ideas es un paso previo hacia la taquipsiquia. Esta se considera un síntoma psíquico que vendría a ser un equivalente de la taquicardia, pero en relación con la mente y no con el corazón.
Se le llama así a una aceleración de la actividad psíquica , que no se considera un trastorno como tal, pero sí puede ser síntoma de un problema más serio. La taquipsiquia se manifiesta como un incremento en la velocidad del pensamiento, que también se traduce en un mayor número de palabras y más rapidez en el tiempo de respuesta.
En el síndrome de las mil ideas no hay una condición tan extrema, pero sí puede derivar en esta en algunos casos. Más que la velocidad de pensamiento, lo que prima en el síndrome es la multiplicidad y mucha rapidez para deshacerse de una idea, para permitir el paso de otra que igual se esfuma con facilidad.
¿Cómo detenerte?
Si hay demasiadas ideas o proyectos en tu cabeza, pero todo eso se sucede sin concretarse en acciones, lo mejor que puedes hacer es un alto. Es muy probable que todo sea resultado de los malos hábitos que adoptaste sin darte cuenta y que han reducido tu capacidad de concentración. Eso te lleva a una mayor ineficacia.
Para comenzar, puede ser buena idea la de anotar todo lo que se te pase por la cabeza. Cada vez que estés haciendo algo, anota las ideas que comienzan a cruzarse y te sacan de foco o apunta la actividad que interrumpe lo que estás haciendo. Ese ejercicio te va a hacer más consciente de tu dispersión.
También puede ser conveniente que comiences a forjarte metas específicas en términos de acción. Si tienes algún proyecto que te ronda por la cabeza, ponle una fecha concreta de iniciación. Si para la misma no has comenzado nada, desecha esa idea, por buena que te parezca.
La mejor manera de superar el síndrome de las mil ideas es aprendiendo a vaciarte. Para ello, nada mejor que aprender a meditar. Puedes comenzar con pequeñas sesiones de respiración de cinco minutos, en silencio y con el propósito de no pensar en nada. Eso te ayudará a sensibilizarte frente a tu mundo interior e incrementará tu capacidad para enfocarte.
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- Foster, J. (2003).
- Cómo generar ideas
- . Editorial Universitaria Ramon Areces.