El vínculo entre el alcohol y la violencia
El consumo de alcohol y la violencia constituyen dos preocupaciones importantes de salud pública. Los dos, por separado y en interacción, afectan gravemente a la salud de la población, a las comunidades y a la justicia penal. Así, aunque existen diferencias en cuanto a cantidad y patrón de consumo de alcohol y tasas de violencia, la relación entre alcohol y violencia está presente en todas las culturas.
A pesar de ello, son pocos los países que cuantifican la cantidad de sucesos violentos en los que está implicado el alcohol. Además, es difícil realizar un registro de este tipo, ya que la relación entre alcohol y violencia puede darse en varios sentidos. Uno puede agravar los efectos del otro, y el alcohol está relacionado con la perpetuación de actos violencia, como con ser víctima, aunque prevalece el consumo de alcohol en agresores.
Así, los mecanismos que relacionan estos dos problemas son múltiples y pueden influir de forma individual o simultánea.
¿Cuál es la relación entre ellos?
El primer mecanismo puede ser uno de los más lógicos. El consumo de alcohol disminuye la capacidad de autocontrol y de procesar la información. Por tanto, es más probable que quien ha bebido alcohol recurra a la violencia para solucionar un conflicto, o bien, que sea menos capaz de reconocer señales de alarma, convirtiéndolo en un objetivo fácil para los agresores.
Por otro lado, la creencia de que el alcohol es un precipitante de actos violentos puede llevar a las personas a cometerlos, usando esa creencia como excusa o como preparación para la participación de violencia.
En algunos tipos de violencia, como la violencia hacia personas mayores, maltrato infantil o violencia hacia la pareja, puede ser que la dependencia al alcohol le lleve a no cumplir con sus obligaciones, o bien que coaccionen a otros para cubrir gastos para comprar alcohol.
También es necesario tener en cuenta que ser víctima o testigo de actos violentos puede llevar a consumir alcohol de forma excesiva como una forma de afrontamiento o “automedicación“.
Aparte de estas posibles causas, existen trastornos o enfermedades, como el trastorno de personalidad antisocial o el síndrome fetal debido al alcohol, que están relacionados con el consumo excesivo de alcohol y con la probabilidad de sufrir y realizar actos violentos.
Factores de riesgo
La relación entre el consumo de alcohol y la violencia no se da siempre y de forma natural, sino que hay determinados factores que predisponen a ello.
Factores individuales
En la víctima
Características sociodemográficas, como la edad o el sexo, están relacionadas con la probabilidad de que una persona sufra violencia bajo los efectos del alcohol. Así, es más común en hombres y jóvenes adultos, aproximadamente entre los 16 y 35 años.
También se considera un factor de riesgo un patrón de consumo en el que se consuma una gran cantidad de alcohol, de forma frecuente y, con un mayor riesgo, si el inicio fue en edad temprana.
Por otro lado, haber experimentado violencia en la infancia y en la adultez parece aumentar el riesgo de presentar dependencia al alcohol en edades posteriores. Además, los problemas de alcohol son más frecuentes cuantos más tipos distintos de violencia ha sufrido una persona. Por ejemplo, que sufriera maltrato infantil y, posteriormente, violencia infligida por la pareja.
En el agresor
De nuevo, la edad y el sexo están relacionados con la ejecución de actos violentos. Es más común en hombres, y en cuanto a la edad hay variaciones en función del país.
Por ejemplo, en los Estados Unidos, el 38 % de los agresores tienen entre 30-39 años y el 29 % tienen entre 21 y 29 años; mientras, en Reino Unido, la violencia hacia desconocidos bajo los efectos del alcohol es más frecuente en jóvenes entre 16 y 24 años.
Al igual que en las víctimas, el patrón de consumo de alcohol tiene mucho que ver, siendo la relación más fuerte cuanto más se consume y antes se empieza.
Factores relacionales
Estos factores hacen referencia a la relación entre agresor y víctima. Así, en el caso de la violencia en la pareja, el consumo de alcohol está más relacionado con la violencia cuando sólo uno de los miembros consume.
Por otro lado, el haber sufrido violencia parental se relaciona con un patrón de consumo excesivo de alcohol en la adultez. Y en el sentido inverso, cuando uno de los padres, o ambos, tiene un problema relacionado con el alcohol, es más frecuente que una persona joven cometa actos violentos.
Factores comunitarios y sociales
Además de las características más relacionadas con la persona en sí, también influye el momento temporal y el espacio. En este sentido, las agresiones relacionadas con el alcohol son más frecuentes los fines de semana, en lugares donde se consume y que son especialmente propensos (Por ejemplo, zonas alejadas, locales calurosos y/o ruidosos y permisivos con conductas delictivas).
Por encima de todos estos factores, en las sociedades con una mayor cultura de consumo de alcohol, especialmente esporádico, se dan con mayor frecuencia actos violentos relacionados con el alcohol. Así como, la creencia de que el alcohol desinhibe, da seguridad o supone un intercambio entre dos personas, aumenta el riesgo de actuar de forma violenta.
Consecuencias del consumo
Ambos problemas tienen una gran cantidad de consecuencias a todos los niveles: personal, comunitario, económico… Las personas que los sufren acaban desarrollando problemas psicológicos, además de las consecuencias físicas. Supone también una carga enorme para los servicios públicos y la economía del país, teniendo que destinar una gran cantidad de recursos y millones anuales.
Por ello, es esencial que se lleven a cabo programas preventivos de la violencia relacionada con el alcohol. Entre estas medidas se encuentra la regulación de la venta de alcohol, disminuir el acceso a jóvenes, modificar los lugares de consumo, realizar tratamientos e intervenciones breves ante casos de riesgo y mejora del entorno nocturno.
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- Organización Mundial de la Salud. (2006). Violencia intrapersonal y alcohol.