Emociones estéticas, el impacto emocional de la belleza
Observar La noche estrellada de Van Gogh, despertar para ver un amanecer, deleitarse con La insoportable levedad del ser de Milan Kundera o cerrar los ojos para escuchar Claro de luna de Debussy son experiencias inexplicables que despiertan un huracán de emociones. La belleza que desprenden el arte y algunos fenómenos de nuestro día a día es tan inmensa que resulta imposible no rendirse a ella en algún momento.
Este sentir, esta vivencia tan profunda que se apodera de nosotros cuando observamos una obra de arte, un paisaje o una cara atractiva, tiene como responsable a las emociones. De hecho, si lo pensamos bien, uno de los objetivos más importante del arte es suscitar emociones, comunicarlas, compartirlas o despertarlas en el observador. De ahí, tan profunda conexión. Ahora bien, no son unas emociones cualquiera, hablamos de las emociones estéticas.
“La belleza artística no consiste en representar una cosa bella, sino en la bella representación de una cosa”.
-Immanuel Kant-
Las emociones estéticas
Las emociones estéticas son la respuesta emocional ante la belleza, ante cualquier tipo de belleza, según Rafael Bisquerra, catedrático de la Universidad de Barcelona. En este contexto, la belleza puede ser entendida como una obra de arte, un paisaje o una persona determinada. Todo vale si es capaz de producir un impacto emocional.
“La belleza perece en la vida, pero es inmortal en el arte”.
-Leonardo Da Vinci-
A pesar de que este tipo de emociones se dan cuando reaccionamos ante ciertas manifestaciones artísticas, son un fenómeno que trasciende las obras de arte, es decir, van más allá. Es la experiencia emocional ante la belleza, aquello que nace de la sensibilidad, fruto de la conexión con lo que se está observando o en algunos casos, sintiendo y que produce una sensación muy placentera, casi indescriptible.
Ahora bien, las emociones estéticas no abarcan solo la vertiente del placer, lo agradable y lo positivo; las sensaciones desagradables y negativas también las conforman. Por ejemplo, al observar la pintura de Los fusilamientos del 3 de mayo de Goya podemos sentir rabia, ira o ansiedad, dependiendo del significado que le demos y nuestra historia personal. Así como observar la escultura El amor de Psique de Antonio Canova puede despertarnos nostalgia, amor y ternura. Todo depende de nuestra mirada.
Lo importante es la magia resultante a partir de la conexión con la belleza, la experiencia personal del impacto emocional. De ahí, que el concepto de emociones estéticas sea tan ambiguo, ya que cada uno de nosotros las experimenta a partir de estímulos diferentes. Además, son un fenómeno prácticamente desconocido, que tiene tanto sus defensores como detractores. Algunos de los autores que se han referido a ellas son Dickie (1974), Lazarus (1991), Hjort y Laver (1997) y Levinson (1997).
El misterio de las emociones estéticas, y a la vez la dificultad, se encuentra en comprender cómo y en qué condiciones se pueden originar a través de manifestaciones artísticas, deportivas, científicas, etc. De ahí que el ámbito educativo se considere como uno de los mejores contextos para iniciar el contacto con ellas.
“La belleza no mira, sólo es mirada”.
-Albert Einstein-
Las emociones estéticas en la educación
Según Rafael Bisquerra, un objetivo de la educación debería ser saborear las emociones estéticas. Dar a conocer a los alumnos este tipo de emociones no solo a nivel teórico, sino práctico a través de la introducción de situaciones que favorezcan experiencias emocionales de carácter estético. Es decir, aprender a emocionarse y disfrutar de ello, como señala Bisquerra.
“Es difícil juzgar la belleza: la belleza es un enigma”.
-Fiodor Dostoievski-
Esta metodología no solo facilita el contacto con el mundo emocional a los alumnos, sino que de algún modo también influye en aspectos tales como la conciencia y regulación emocional. Contemplar una obra de arte puede despertar diversos sentimientos y emociones, dependiendo del contexto y de la historia personal del alumno, que deberá aprender a gestionar.
Así, materias como educación plástica, música, ciencias naturales o historia del arte se convertirían en el principal vehículo de este tipo de emociones desde una perspectiva vivencial, que a su vez ejercerían como una forma de motivar para el aprendizaje. Ahora bien, esto implica que la educación emocional se considere como un tema transversal que debería integrarse en el currículo.
Obras para experimentar emociones estéticas
Antes de terminar, me gustaría dejaros una selección de obras de arte para que experimentéis de cerca qué es eso de las emociones estéticas. Puede que os las despierten o puede que no, dependerá de cada uno de vosotros…
La noche estrellada sobre el Ródano de Vicent Van Gogh
Soneto 126 de Lope de Vega
“Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe”.
Para Elisa de Beethoven
Cenotes de Yucatán (México)
Ocean Atlas de Jason deCaires Taylor
Wish you were here de Pink Floyd
Amor de Alexander Milov
Referencias bibliográficas
Bisquerra Alzina, Rafael (2009). Psicopedagogía de las emociones. Madrid: S
Imagen de portada escultura Expansión de Paige Bradley