Empezar bien el año nuevo
Termina el año. Y con él se van buenos y malos momentos. Para abrir un nuevo año lleno de avances y motivación, es bueno saber cerrar adecuadamente el año anterior. Para ello, os propongo que reflexionemos y nos pongamos en marcha para empezar otro año lleno de éxitos personales.
Cerrar el año bien
Lo mejor para cerrar un año adecuadamente es recordar los buenos momentos. Y agradecerlos. Eso es igual de importante. Y los que no fueron buenos, recordarlos desde el crecimiento que te han aportado. Has de entender que todo es finito, nada es eterno. Por eso, después de las tempestades suelen llegar momento de calma, que has de saber reconocer y disfrutar. Por eso, gracias a los problemas y dificultades que nos hayan ido surgiendo por el camino, hemos ido adquieriendo un aprendizaje. De los momentos negativos, quedémonos con lo menos malo o lo bueno.
Una vez repasado el año anterior, miremos hacia adelante ya habiendo incorporado las herramientas de todo lo que aprendimos gracias a las adversidades. Siempre con la visión puesta en seguir persiguiendo metas. Y, si ya las estabas persiguiendo, entonces enfócate en mantener la constancia.
Es muy común proponerse retos para el año nuevo. Por ejemplo, ir al gimnasio, adquirir una habilidad, cambiar de look, de trabajo, buscar pareja, nuevas amistades, etc… Las propuestas son infinitas, pero habitualmente se quedan tan sólo en pensamientos que no se llevan a cabo.
Lo más recomendable sería pensar en uno o dos objetivos que de verdad nos importen. Es mejor centrarse en menos cosas, pero dedicarlas tiempo; que no, estar apuntado a 6 actividades, las cuales, al final, terminaremos abandonando. Cuesta más realizar varias metas no definidas al mismo tiempo, que ir progresivamente cumpliéndo pocas, que estén bien definidas.
¿Qué hacer para mantener la constancia en nuestro objetivo?
Podemos empezar por escribir aquellas metas que consideramos importantes. Y que, en el caso de conseguirlas, darían un cambio a nuestra vida para bien. Es decir, con las que seríamos más felices. Una vez escritas, habría que argumentar bien qué acciones debemos emprender para acercarnos a ellas.
Un ejercicio que puede ir muy bien, consiste en tener a mano la foto de lo que queremos conseguir. Basta con un icono, un símbolo, una fotografía que ejemplifique a dónde queremos llegar. Eso hará que la motivación siga viva y no desistamos en el intento.
Cuando la motivación está en su punto alto, la probabilidad de desistir es más baja
Si se tiene claro algo por lo que luchar, nada suele impedir que lo consigas. Las personas que, aún estando en trabajos que no les gustan, consiguen llevarlo bien, suele ser porque piensan a menudo en la meta a la que desean llegar. Y, por tanto, les compensa el sacrifio. De ahí que, aunque no les guste su trabajo, lo ven como el camino que les llevará a su deseo. Y cuando la motivación está en un punto alto, todo el sacrificio que necesitan llevar a cabo es mucho más llevadero.
Así que, una buena manera de mantener la motivación es pensando y soñando a menudo en la meta que deseamos, visualizando el objetivo a alcanzar. Además, si le añadimos, como hemos dicho, alguna foto de lo que queremos lograr, reforzará aún más la esperanza de conseguirlo.
¿Qué motiva a un ratón? El queso. Si le ponemos un poco delante, correrá metros y metros incansablemente hasta que consiga alcanzarlo, ¿Qué motiva a los niños? Si se les encarga una tarea o recado dándoles algún reforzador (no necesariamente un premio), seguramente lo harán con más ganas y fuerza.
Los adultos también necesitamos nuestra dosis de “premio”. Ser mayor de edad no implica que tengamos que dejar nuestra parte de la niñez de lado. Es más, necesitamos sacar de vez en cuando al niño interior que todos llevamos dentro. Si reprimimos esa faceta, la insatisfacción será fácil que aparezca.
¿Qué alimenta tu motivación? ¿Qué deseas alcanzar? Tenlo presente en alguna foto, mírala a menudo y la probabilidad de desistir será menor. Porque ver en una imagen eso que tanto deseamos, nos dará fuerzas y ganas de perseguirlo.
Demos paso a un nuevo año lleno de sueños y esperanzas. Soltemos lo negativo que no sirve y agarrémonos a la constancia de perseguir nuestras metas. No olvides nunca la receta para conseguir tus objetivos: fe + motivación + constancia