Enfrentar el matoneo o bullying
No es sólo asunto de niños o adolescentes, aunque ellos sean particularmente vulnerables. El “matoneo” o “bullying” es una práctica que existe de mucho tiempo atrás y de la que muchas personas hemos sido víctimas. La diferencia es que actualmente no sólo se ha extendido, sino que adquirió una cierta aprobación social entre ciertos grupos y ha llegado a unos niveles verdaderamente preocupantes. Y las redes sociales se han convertido en un escenario que refleja crudamente esta realidad social, principalmente entre los más jóvenes.
Se da en las escuelas y lo sufren los muchachos, pero también los maestros. Se da en los sitios de trabajo entre compañeros, o entre empleados y jefes. A veces también ocurre en clubes, entre grupos de amigos, incluso en la calle.
¿Qué hacer entonces cuando aparece uno de estos “matones” con su seguidilla de abusos sin tregua?
¿De qué va el “matón”?
El “matón” es básicamente una persona cobarde. Casi nunca actúa solo, sino que se ampara en el poder de un grupo en el que probablemente solo una o dos personas tienen liderazgo mientras que los demás actúan como áulicos. Buscan una característica en sus víctimas: que no sepan defenderse y se muestren vulnerables a su acción.
El matón deriva su satisfacción de generar angustia y sentimientos de indefensión en las personas, porque de esta manera exorciza el miedo de ser él mismo objeto de abuso. El mecanismo inconsciente opera así: abusa porque teme ser abusado o quiere terminar con un abuso del que ha sido víctima.
Generalmente tiene un pasado cargado de maltrato y vive una realidad despojada de afecto y comprensión en su entorno. Recuerda que el maltrato comprende tanto acciones de agresión física o emocional contra alguien, como también medidas de sobreprotección que anulan a un sujeto. El matón puede ser el clásico “niño de mamá” a quien le complacen cualquier capricho solamente por deshacerse de él. En el fondo es alguien con una gran necesidad de ayuda.
No confundas un “gruñón” con un “matón”. El primero puede ser alguien de mal humor o agresivo en sus reacciones, pero actúa solo y únicamente en función de reaccionar a algún estímulo; no emprende acciones persecutorias. El matón en cambio acosa sin motivo aparente.
Enfrentar a los matones. No hay otro camino
En esto no hay matices: a los matones hay que enfrentarlos. No hay otro camino. Enfrentarlos significa denunciarlos, reprobarlos y defenderse de ellos. Y esa es la paradoja, porque precisamente eligen como víctimas del bullying a las personas que muestren menos habilidades para ponerlos en su sitio.
Debes tener en cuenta que el “matón” sólo actúa si ve que las circunstancias son aptas para ello. Así que lo primero que debe existir es un conjunto de medidas preventivas. Es responsabilidad de todos promover valores de tolerancia, respeto y solidaridad en donde estemos. Nunca participes de la burla o de la victimización de otros así pienses que “no es grave”, sino una broma sin importancia. Si lo haces, alimentas la cultura del matoneo de la que tú mismo o alguien muy querido pueden ser víctimas más adelante.
Si te sientes perseguido o acosado por uno de estos grupos, no temas denunciar. Sabes que te dirán “llorón” o “delator”, pero esa acusación es una simple táctica para mantener el abuso. Debes encontrar el valor dentro de ti mismo para exponer tu queja de una manera coherente y con la mayor contundencia posible. Si no te sientes capaz de eso, pide ayuda. Pero nunca, NUNCA, te quedes callado.
En el momento en que tú u otra persona estén siendo víctimas de alguna forma de matoneo, procura tomar la mayor cantidad de datos posibles. Fecha, hora, lugar y todo aquello que te pueda servir eventualmente como prueba.
Si eres padre o madre, presta atención al ensimismamiento o tristeza en tus hijos. Si ves que no tiene muchos amigos y de alguna manera teme el contacto con sus pares, puede estar siendo víctima de matoneo. Ayúdale a enfrentar el problema con afecto y firmeza, sin dudarlo.