Entre Babia y la Luna
“¡Despierta! ¡Baja de la nube, que estás en Babia y el amor no es para tanto!” ¿Por qué hay gente que nos quiere bajar de esa paz interior? Las corrientes de relajación y meditación actuales nos empujan a conectar con la realidad presente, a tener conciencia plena. Pero ¿por qué no valorar también esa sensación de estar ausente del mundo y más si es con alguien amado?
No sabemos a ciencia cierta quien fue el primero en pronunciar la frase “¡Despierta, que estás en Babia!”. Lo que sí conocemos es la sensación de estar en allí, en Babia. Esa imprensión de que el tiempo vuela sin ser conscientes y de estar ausentes del momento. Después de todo lo que vamos aprendiendo sobre el uso de la meditación, el mindfulness o la búsqueda de “estar presente” toca reivindicar la sensación de estar abstraídos.
Al estar en Babia tenemos la sensación de estar distraídos, con la mirada fija en un punto. Podemos notar como los objetos de alrededor pierden nitidez en nuestros ojos. Los límites se difuminan y nuestro cuerpo se relaja. Es un momento placentero de aislamiento. Los objetos, las personas y el mundo dejan de importar y casi todo fluye.
Esa dulce sensación
Según los historiadores el origen de la expresión viene de la época medieval cuando los reyes de León iban a descansar a la comarca de Babia. En la actualidad la expresión se utiliza para varios momentos. El uso más común es el quedarse con la mirada fija en un punto y sentir que el cerebro se relaja. Es un estado de “nada” en el que los expertos no saben del todo qué sucede.
Según el diccionario de la RAE encontramos en Babia una locución que hace referencia a “no enterarse de lo que sucede alrededor”. Algunos dicen que tiene que ver con un estado de reseteo cerebral en el que el cerebro se relaja y se prepara para reconectarse con el mundo. Es como si la conciencia cargara las pilas para afrontar cualquier acontecimiento nuevo que se presente.
Existen otros usos más encaminados a un estado emocional. Lo usan para describir algo más allá de las sensaciones percibidas y que se acerca más al alma que a las neuronas. Algo completamente distinto a lo que sería un estado de meditación o conciencia plena. Es posible que nos suene esa descripción.
Entre Babia y la Luna, el corazón
Encontrarnos en Babia significa estar ausente, desconectado y en un estado de relajación donde la conciencia se evade. “Estar en la Luna” nos lleva a sentirnos alejados del mundo, como un estado excepcional donde nada ni nadie nos molesta. Este estado mental y emocional se iguala a otro universo también conocido donde los sentimientos evocan un espacio conocido por todos. El amor. Conocemos las etapas del amor, y según estas el enamoramiento podría corresponderse con este momento.
“Cuando se habla de estar enamorado como un loco se exagera; en general, se está enamorado como un tonto”.
-Noel Clarasó-
Al final el enamoramiento es un estado en el que estamos dulcemente perdidos sin estar buscando el contacto con la realidad permanentemente. Siempre encontraremos personas que nos dirán “¡Despierta!” o “Baja de las nubes que estas embobado”. Aquellos que quieren dar palmadas para romper esa burbuja de ensimismamiento quieren acelerar un proceso por el que se tiene derecho a pasar.
Quédate en las nubes, viaja de Babia a la Luna y vuelve tantas veces como quieras. Ese estado es delicioso y mientras no nos separe en exceso de nuestra realidad es muy placentero.
Si echas de menos Babia, vuelve
Y sí… llega ese momento en el que las mariposas se cansan de aletear 24 horas al día y se relajan. Salimos de ese estado por nosotros mismos, por el paso del tiempo y por la inercia de la relación. Nos salimos del sendero que nos conecta Babia y la Luna. Sin embargo, aunque estemos en ese estado nuevo de la relación donde aparece la comprensión, la estabilidad y la confianza siempre se puede volver a visitar viejos estados conocidos.
Pequeños gestos, palabras, canciones, actos… cualquiera de estos elementos puede recolocarnos en el camino del que el tiempo nos ha bajado. Siempre tenemos elección. No hace falta estar en crisis para sacar el billete destino Luna. Podemos volver a Babia e iniciar el camino en cualquier momento bajo cualquier circunstancia. No tiene por qué ser eterno dado que esto generará frustración y nostalgia, dos elementos nada recomendables para las relaciones.
“Un hombre sin pasiones está tan cerca de la estupidez que sólo le falta abrir la boca para caer en ella”.
-Séneca-
Por tanto, si estas a medias de itinerario no dejes que nadie te interrumpa en ese trayecto. Quédate entre Babia y la Luna todo el tiempo que necesites, y cuando se acabe siempre tienes recursos para elegir “origen y destino” (empezar por uno y terminar en otro). Eso sí, siempre disfrutando el trayecto como si fuera la primera vez, pudiendo regresar con la misma persona tantas veces cómo queramos: solo tenemos que ponernos de acuerdo en las fechas.