Estrategias para entrenar la flexibilidad psicológica
La flexibilidad psicológica es una de las capacidades fundamentales para adaptarse a diversas circunstancias y, con ello, sacar mayor provecho de cada situación. También sirve para no perder el tiempo en tensiones o conflictos innecesarios con los demás o con la realidad misma. En pocas palabras, ser flexible aporta mucho al bienestar.
Es importante tener en cuenta que la flexibilidad psicológica no es una capacidad innata en el ser humano. Es necesario cultivarla y para algunas personas llega a ser muy arduo hacerlo. Sin embargo, hay pequeños ejercicios que pueden ayudar en esa tarea. Los siguientes son algunos de ellos.
“La vida es una marioneta del tiempo en la medida en que cambia a cada instante, cambia el mundo interior y el exterior de forma que no somos los mismos dos instantes seguidos”.
-Aldous Huxley-
1. Desarrollar la capacidad de contemplación
En principio, la contemplación puede ser vista como algo pasivo y poco interesante. Si profundizas un poco, te das cuenta de que tiene un dinamismo enorme y te remueve lo que llevas dentro. Contemplar no es quedarte mirando algo, sin moverte. Significa observar, centrando toda tu capacidad de atención en aquello que miras.
La clave en este caso es que solo debes enfocarte en ver y captar, no en juzgar , opinar o desarrollar ideas en torno a eso que estás mirando. Es un ejercicio que puedes hacer todos los días.
Comienza por objetos simples: capta su textura, su color, su aroma, su forma, toda su complejidad. Sigue con una mascota o algún animalito que veas por ahí. Si lo logras, estás listo para contemplar personas. Te ayudará a desarrollar la flexibilidad psicológica.
2. Ser rebelde contra los automatismos y rutinas
La rebeldía es casi lo opuesto a la contemplación, lo que no quita para que también sea una buena forma de explorar tu flexibilidad psicológica. En este caso, lo que se hace es un llamado a la insumisión frente a los convencionalismos.
¿Qué pasaría si de manera intencional te pones una ropa que no combina o si comienzas a escribir con la mano contraria a la que utilizas habitualmente? No se trata de irte lanza en ristre contra el orden social, sino de contradecir los automatismos y las rutinas en las que permaneces. Hacerlo te da una nueva perspectiva, lo que afecta a la flexibilidad psicológica.
3. Hablar menos y escuchar más
Buena parte de la rigidez psicológica es consecuencia de estar demasiado centrados en nosotros mismos. Nos interesa solo lo que pensamos y creemos. Si encontramos a alguien que piensa o siente distinto, experimentamos tensión y automáticamente creemos que lo indicado es persuadir o inducir al otro para que vea el mundo como nosotros.
Por eso, escuchar con atención es una excelente estrategia para entrenar la flexibilidad psicológica. Escuchar significa, al igual que en la contemplación, centrarnos en lo que el otro dice, sin pensar en lo que vamos a responderle y sin juzgar sus palabras. Escuchar de manera activa e intencional va a hacerte más permeable a nuevas formas de entender la realidad.
4. Decir “sí” a todo por una semana
Ensaya, tan solo por una semana, a decir “sí” a todo. Primero, va a aliviar el desgaste cognitivo asociado a la toma de decisiones. Segundo, es un gran desafío a tu rigidez.
Decir sí significa abrirte a las indicaciones, sugerencias, invitaciones o críticas de otros. Es cierto que resulta exigente, pero vale la pena.
¿Qué te aporta esta pequeña estrategia? Vas a darte cuenta de que salirte de tus senderos habituales de vez en cuando puede ser interesante. Incluso puedes encontrar alguna forma de proceder que te sorprenda para bien, y que incluso decidas incorporar a tu rutina, como un nuevo trayecto para ir al trabajo.
5. Leer, viajar, conversar
Entrar en contacto con otras formas de pensar es la vía por excelencia para adquirir mayor flexibilidad psicológica. Se establece ese contacto mediante la conversación, en primer lugar. Vale la pena hablar de vez en cuando con personas que están fuera de tu círculo más cercano. Mucho mejor si al hacerlo aplicas la escucha activa.
Cuando viajas, tienes la oportunidad de conocer y tratar personas con ideas y costumbres diferentes. Practicar la empatía no solo hará más agradable tu viaje, sino que te ayudará a ser más flexible. La lectura también genera ese efecto, siempre que seas capaz de leer de todo y valorar los contenidos de tu lectura.
Como ves, entrenar la flexibilidad psicológica no es nada difícil. Todo lo contrario. Con voluntad, ejercitando tu apertura mental y aprovechando la flexibilidad que se deriva de tu capacidad de adaptación, irás diluyendo esas rigideces que no te dejan disfrutar a plenitud este viaje de la vida.
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- Pastor, M. C., & Ruiz, J. D. E. (2012). Flexibilidad psicológica. Herramientas para una vida plena.