¿Existe el lavado de cerebro o es solo un mito?

El lavado de cerebro es una estrategia para manipular la mente de las personas. Hace uso de unas técnicas específicas, aplicadas sistemáticamente por primera vez durante la llamada “Revolución cultural” de China y copiadas después por casi todos los poderes del mundo.
¿Existe el lavado de cerebro o es solo un mito?
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 20 diciembre, 2021

Actualmente sabemos de personas que entran a una religión o a determinada secta, y de pronto es como si fueran otros. Ni piensan, ni actúan, ni sienten como antes. Decimos entonces que les hicieron un lavado de cerebro, pero lo hacemos en forma coloquial. La verdad es que, siendo más literales, el fenómeno sí existe y además tiene unos protocolos muy definidos.

Desde los años 50 se habla del lavado de cerebro, pero los intentos de manipular la mente humana vienen de mucho antes. Sin embargo, no fue hasta esta época cuando se sistematizó un método que permitiera “reprogramar” la mente de las personas, de forma continuada y eficaz.

El término lavado de cerebro fue pronunciado por primera vez por el periodista (y agente de la CIA) Edward Hunter, en 1950. Después, fue tema de grandes novelas como 1984, o de películas, como El huevo de la serpiente. Ese parentesco con la ficción llevó a que muchos pensaran que se trataba de una fantasía. Pero no es así.

Aislamiento, control, incertidumbre, repetición del mensaje y manipulación emocional son técnicas utilizadas para lavar el cerebro”.

-Eduard Punset-

Mujer con nube en la cabeza

Historia sobre el lavado de cerebro

Durante la guerra de Corea, los estadounidenses se mostraron sorprendidos por la conducta de los soldados que volvían después de haber sido prisioneros. Sus ideas y su comportamiento eran extraños. Algunos defendían el régimen comunista después de haber luchado contra este. Otros, incluso, no regresaban, sino que cambiaban de bando.

Edward Hunter se dedicó a estudiar el fenómeno. Encontró que los chinos habían desarrollado una serie de mecanismos para reprogramar la mente de su pueblo, parte de la famosa “Revolución cultural”. Los chinos transmitieron esos mecanismos a los coreanos y estos los aplicaron con los prisioneros de guerra.

Así se descubrió que el lavado de cerebro es diferente a la tortura , aunque con frecuencia se vale de esta en algunas de sus fases. La gran diferencia es que en la primera se busca un objetivo específico. Una confesión o delación, por ejemplo. En el otro caso, se pretende reestructurar la mente de un individuo en su totalidad.

¿Cómo lavar un cerebro?

Se ha descubierto que existen cuatro mecanismos para lograr que una persona cambie sus creencias y actitudes frente al mundo. Estos son la persuasión racional, la sugestión, la tortura y el lavado de cerebro.

Solo en la persuasión “hay una relación entre iguales”. En los demás casos es necesario someter al otro. Para llevar a cabo un lavado de cerebro se emplean los siguientes mecanismos:

  • Control total de la comunicación de un individuo con el mundo externo.
  • Imposición de castigos físicos o psicológicos frente a la desobediencia. Se imponen unas pautas de conducta y si no se siguen, se acude a alguna forma de tortura.
  • Inducción a confesar. Se le impide al individuo tener una vida privada.
  • Recompensas por obedecer. Se le hace creer que al obedecer a un poder la persona se está protegiendo de males mayores.
  • Propaganda de dogmas, que se hacen ver como perfectamente racionales. Son mandatos muy precisos.
  • Simplificación de la actividad intelectual, para impedir la abstracción y el pensamiento crítico.
  • Otorgamiento a otro, del derecho de controlar la vida y el destino, por “nuestro propio bien”.

Estos mecanismos manipulan las necesidades humanas de seguridad, pertenencia y protección. La pérdida de libertad en función de otro termina viéndose como un mal necesario, para ganar estabilidad y tranquilidad.

Cabeza de un hombre con manos manipulando hilos

El papel de la coerción

Ningún lavado de cerebro es posible si no se hace uso de la coerción. De forma natural, el ser humano se resiste a perder su autonomía y la identidad que ha construido. Por eso se requiere de presión extrema para inducir los cambios en su comportamiento.

La forma de romper la resistencia de un individuo es introduciendo emociones muy fuertes. Al lado de esto, también se incrementan notablemente los niveles de estrés. Se necesita de una persona altamente emocional y muy estresada, para que sea permeable a la presión que ejercen quienes quieren lavar su cerebro.

Lamentablemente, los poderes se han sofisticado de tal modo que ahora ejercen su presión y su capacidad de moldear la mente de una forma casi imperceptible. Muchos individuos se someten voluntariamente a esos poderes, sin apenas oponer resistencia.

El consumismo es un buen ejemplo. También la dependencia de las redes sociales. Si te fijas, en ambas realidades se aplican los principios del lavado de cerebro. Son tan eficaces que ni siquiera las personas se dan cuenta de que están siendo sometidas. Al contrario, creen que comprar y compartir su vida privada en línea son muestras de su libre albedrío.


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  • Rodríguez Carballeira, A. (1992). El lavado de cerebro. Psicología de la persuasión coercitiva. Barcelona: Editorial Boixareu Universitaria.

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