Expectativas de pareja insatisfechas: te quiero, pero me falta algo
Uno de los problemas más comunes a día de hoy son las expectativas de pareja insatisfechas. Muchos nos lanzamos a una relación con lo puesto y a corazón abierto. Nos decimos que es la definitiva, que esta vez sí y que por fin lograremos esa estabilidad afectiva para crecer junto a alguien en un mismo proyecto. Hasta que, poco a poco, surge el frío de la decepción.
“Es que te haces demasiadas ilusiones y no eres realista” nos dicen “pones una expectativas demasiado altas y por eso acabas desilusionándote” nos insisten. Tal vez sea así. Puede que haya quien haga uso excesivo de los castillos en el aire y coloque demasiadas esperanzas en alguien que, a fin de cuentas, aún no conoce lo suficiente.
Sin embargo, hay algo que debemos tener claro. Tener expectativas es bueno y es lo esperable. Con ellas, colocamos en el horizonte lo mínimo a lo que deseamos aspirar: ser felices, sentirnos correspondidos, amados e iniciar un nuevo periodo vital en el que a pesar de que no falten las dificultades, los desafíos valgan la pena.
Si algo de esto falla, surge el vacío, la carencia y la clara sensación de que nos falta algo.
Expectativas de pareja insatisfechas: ¿qué podemos hacer?
Las expectativas edifican el tejido de nuestras relaciones, ya sean de pareja, amistad o las familiares. En ellas depositamos lo que esperamos de los demás a corto y largo plazo, clarificamos nuestros deseos, esperanzas y lo que consideramos como esencial para sentirnos seguros, satisfechos y felices. Ahora bien, tal y como hemos señalado, es correcto construirlas, definirlas y hasta situarlas en nuestro horizonte.
El problema llega cuando «lo que espero» no acontece, cuando la recompensa esperada no está presente en el seno de esa relación. El hecho de que no se haya cumplido puede deberse básicamente a dos hechos: cuando las suposiciones sobre ese futuro eran desmedidas e irreales. Es decir, cuando nosotros mismos nos ponemos zancadillas mentales al soñar en imposibles.
La otra razón es evidente: nuestras expectativas eran ajustadas y concebibles, pero lo que estamos viviendo no alcanza un nivel mínimo de satisfacción. Porque a veces la desilusión se abre camino como una grieta crujiendo bajo nuestros pies. Lo que vivimos en el día a día no es lo que esperábamos. El amor está, aún existe, pero no nos parece suficiente.
Profundicemos un poco más en el tema.
¿Es malo albergar expectativas en una relación de pareja?
A menudo, suele decirse aquello de que se vive mejor dejando espacio a lo inesperado que albergando expectativas. Puede ser verdad. Sin embargo, como seres racionales necesitamos tener una mínima sensación de control sobre los acontecimientos.
Las expectativas son creencias personales, suposiciones de cara al futuro sobre lo que nos gustaría que sucediera. Son también sofisticados mecanismos que nos permiten prever o imaginar ciertas hechos para saber cómo reaccionaríamos ante ellas. Por tanto, sabiendo esto… ¿es malo albergar expectativas en una relación de pareja?
- No, no es contraproducente trazar en nuestra mente una serie de expectativas sobre cómo nos gustaría que fuera esa relación.
- No obstante, esas ideaciones deben ser realistas, ajustadas y lo más objetivas posible.
- Por ejemplo, es normal esperar no ser traicionado. También que esa relación será duradera y no se romperá a los dos meses. Es correcto albergar expectativas sobre que seremos apoyados en días difíciles, en que tendremos a alguien en quien confiar…
Expectativas de pareja insatisfechas ¿cómo actuar?
Son muchas las personas que sienten sus expectativas de pareja insatisfechas. Se sienten decepcionados y, en ocasiones, hasta desengañados al darse cuenta de que muchas de las cosas que esperaban no están sucediéndose. El amor está y sabemos que somos correspondidos, pero aun así son muchas las cosas que desafinan en esa partitura relacional.
¿Qué podemos hacer en estas situaciones?
- ¿Estoy siendo realista? Lo primero es hacer un acto de reflexión. ¿Hemos albergado quizá unas ideas poco realistas sobre cómo creíamos que iba a ser nuestra relación? Siempre está bien clarificar de dónde vienen muchas de nuestras ideas y necesidades y por qué están ahí. Si percibimos que muchas de ellas son ilusorias y poco ajustadas, deberemos replantearlas. Hacerlo nos evitará frustraciones y decepciones.
- ¿Tus expectativas y las mías coinciden? Cuando nos sentimos insatisfechos, cuando percibimos que las cosas no están saliendo como pensábamos es momento de detenernos y hablar. Es hora de dejar claro qué es lo que esperamos el uno del otro. A veces, este tipo de conversación puede desvelar que no tenemos los mismos objetivos o que quizá, estamos descuidando cosas que son importantes.
- ¿Qué estamos haciendo para cumplir nuestras expectativas? En caso de que ambos tengamos las mismas metas, que nuestro compromiso del uno con el otro sea el mismo, es momento de dejar claro si los estamos cumpliendo. A veces, damos las cosas por sentadas y en realidad, lo que estamos logrando es dejar de alimentar la relación.
Un viaje entre dos en el que pueden convivir las expectativas y lo inesperado
Las expectativas de pareja insatisfechas suelen ser motivo de ruptura. Sucede cuando uno acaba teniendo la sensación de que cada cual viaja por separado en ese viaje. Mismo vagón, mismo billete y cada cual lleva un rumbo diferente. Son situaciones complejas por las que muchas personas han pasado en algún momento.
Lo más adecuado en todos los casos es marcarnos expectativas realistas y bien ajustadas sobre lo que queremos y lo que no. Sobre lo que uno ve como prioritario y lo que considera intolerable (engaños, falta de comprensión, mentiras, frialdad emocional…). Una vez establecidas y compartidas mutuamente esas expectativas, siempre es bueno dejar espacio a lo inesperado, a lo que nos permita descubrirnos, afrontar retos juntos para seguir creciendo.
Encontrar una pareja, al fin y al cabo, no es dar con alguien que se ajuste al 100 % a todas tus expectativas y deseos. Es encontrar a alguien cuyo viaje complemente al tuyo.
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