Falacia ad populum: en qué consiste, ejemplos y cómo combatirla
En el campo de estudio de la lógica, un argumento es una serie de premisas cuya verdad respalda una conclusión. De manera que un argumento solamente es válido cuando la verdad de las premisas garantiza la verdad de la conclusión. Así pues, esta última es verdad en la medida en que las premisas que la sustentan sean ciertas.
Hay argumentos que no son válidos; sin embargo, terminan siendo aceptados por diferentes razones, a pesar de que sus conclusiones se fundamenten en premisas ilógicas. Cuando estas no dan base para acoger una conclusión, se dice que el argumento es defectuoso y, por lo tanto, falaz.
La falacia ad populum
Ad populum es una frase latina que quiere decir ‘apelar al público’. La falacia consiste en sostener que algo tiene naturaleza de verdad cuando es aceptado por la opinión pública, en lugar de apelar a razones lógicas. La forma típica de expresarla es muy común en publicidad: «el más vendido…» o «el favorito de todas las personas…». Que sea favorito no quiere decir que sea un producto de calidad.
El argumento de este tipo de falacia con frecuencia está cargado de emotividad. De este modo, se aprovechan las emociones de las personas para desviar la atención de la evidencia lógica relevante para la conclusión. Así, la apelación es una falacia de diversión más que cualquier tipo de falacia deductiva. La manipulación de las emociones puede afectar el razonamiento crítico y objetivo sobre las premisas que se han propuesto en el argumento.
La falacia ad populum posee el siguiente esquema lógico:
- X, que es la mayoría, afirma que A es verdadero.
- Entonces, A es verdadero.
Los argumentos ad populum se suelen emplear en los discursos populistas y también en las discusiones cotidianas con otras personas. De igual forma, son usados por políticos y por los medios de comunicación para ganarse el favor de su público. Aunque no es tan poderoso como el argumento ad hominem, adquiere mucha solidez cuando se afianza sobre un estudio poblacional, sondeo o encuesta que lo “respalda”.
Existen dos tipos de argumentos ad populum frecuentes: el de apelación a la tradición y el de apelación a la práctica común. El primero sostiene que algo es cierto porque la tradición lo valida, por ejemplo: “esto siempre se ha hecho así, por lo tanto, es así”. La segunda apelación afirma que algo está bien porque todo el mundo lo hace de ese modo.
Ejemplos de la falacia ad populum
Algunas expresiones que ejemplifican esta falacia son las siguientes:
- «Hay que hacerlo de esta forma porque todo el mundo lo hace de esa manera».
- «Esta ley no es buena porque ningún país del mundo tiene nada igual».
- «La mayoría de los electores están a favor de esa ley, por lo tanto, es una buena ley».
- «Debe ser un auto muy bueno, porque hay muchas personas que lo han comprado».
- «La marca X es líder en Europa, en consecuencia, se deben comprar sus productos».
- «La mayoría de las personas creen en la vida después de la muerte, por lo tanto, esta debe existir».
- «Si la mayoría dice que el COVID-19 es una estrategia de los gobiernos, entonces tiene que serlo».
- «La mayoría de las personas consideran que la pena de muerte tiene un efecto disuasorio importante. Sugerir lo contrario es totalmente ridículo».
- «La tradición dice que la mujer es encargada del hogar, por lo tanto, es la que debe quedarse cuidando los niños».
- «Somos una marca líder en el mercado, millones de personas así lo dicen».
- «Usa la loción B, la preferida de todas las mujeres».
- «Debes cambiarte a esta nueva empresa de internet, ya que es la que más usuarios tiene este año».
En cada uno de estos ejemplos, se observa cómo se intenta validar una conclusión partiendo de la premisa de que la mayoría de las personas así lo piensan. Se basa la certeza en la opinión del público, que es lo que le da “legitimidad” a la premisa.
¿Cómo combatir esta falacia?
Enfrentarla directamente puede hacer que la gente se ponga a la defensiva de manera inmediata. Por lo tanto, hay que demostrar, de manera delicada y sutil, que la verdad o falsedad de una afirmación es independiente del número de personas que creen en ella . Se pueden apalear a afirmaciones como:
- «¿Y si la gente se tira de un puente, tú también te tiras?».
- «Si cincuenta millones de personas dicen una tontería, sigue siendo una tontería».
- «Millones de personas fuman y no por ello el cigarrillo es saludable».
Para contrarrestar el uso de una falacia lógica, primero hay que identificar el fallo en el razonamiento. Luego se debe señalar y explicar por qué es un problema. Por ejemplo, considere una situación en la que alguien afirma que determinado producto es de calidad porque todos lo están comprando. Esta falacia ad populum implica aceptar que el producto es bueno, ya que todos lo adquieren, pero esto no es necesariamente verdad. Una cosa no tiene nada que ver con la otra.
Una vez identificado la falacia, se puede contrarrestar explicando por qué sus premisas son erróneas o presentando otro argumento, por ejemplo, se le puede decir: “es posible que todos tengan ese producto porque el productor ha sabido venderlo con una publicidad implacable, y no porque sea de calidad”. También se pueden proporcionar ejemplos en los que nos se cumple la hipótesis. Así, se le puede decir que durante mucho tiempo las personas creyeron que la tierra era plana y que era el centro del universo, cuando ahora sabemos que no es así. No siempre la opinión del vulgo es la verdadera realidad.
Para terminar, aunque la falacia ad populum nos hace creer que las proposiciones son verdaderas porque muchos creen en ella, la realidad es que no es así. La opinión pública se equivoca y no es muy buena para proporcionar argumentos críticos y lógicos. ¿Alguna vez has aplicado un argumento ad populum? ¿Cuántas veces has creído en algo porque todos creen en ello?
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