Fluir con la vida
Fluir con la vida es encontrar la mezcla perfecta entre el disfrute y el desafío. Hablamos de esos momentos de gran creatividad y rendimiento que nos impregnan de sentimientos positivos. El desafío es una parte fundamental en nuestro bienestar físico y psicológico. No hay felicidad sin desafíos. Pensemos que es mucho más difícil encontrar algo placentero o gratificante en una actividad que está por debajo o por encima de nuestra capacidad.
Hablamos de esas experiencias, conocidas en carne propia por todos, en las que hemos sido capaces de sumergirnos y disfrutar de una tarea, “olvidando” todo aquello que no tenía nada que ver con ella. El tiempo se distorsiona, parece acelerarse o detenerse.
Es un estado en el que la consciencia trabaja en un nivel distinto. La mente y el cuerpo se sincronizan, fusionándose con la actividad. Algunos lo llaman la zona. En psicología lo llamamos flujo. Y una vez que entras en la zona ya no puedes olvidar nunca más lo que se siente. Da igual que se logre escribiendo, pintando, componiendo música o haciendo deporte.
Fluir con la vida es una experiencia única en la que la consciencia trabaja a un nivel distinto.
La teoría del flow
La teoría del flow o teoría del flujo se la debemos al psicólogo norteamericano Mihaly Csikszentmihalyi. No se trata de una mera experiencia que nos hace sentir bien. Entrar en flow (estado de flujo) implica sacrificar los recursos que solemos destinar a la atención periférica en otra centrada y sostenida; un “sacrificio” que redunda en bienestar emocional.
Existen varias dimensiones necesarias para que se dé la experiencia de fluir. Es necesario contar con un objetivo definido. También es más probable cuando nuestra capacidad está ajustada al nivel que demanda la tarea.
Requiere un importante grado de concentración. Hay una unión de conciencia y acción. Tenemos percepción de control de lo que hacemos, es decir, no nos produce ansiedad ni pensamos en el fracaso. La consciencia desaparece. El ego se desvanece. Tenemos una percepción alterada del espacio temporal. Es una experiencia autotélica: hacemos la actividad porque el simple hecho de que hacerla es su principal meta y por nada más.
La química del fluir con la vida
¿Pero qué es en realidad lo que nos sucede cuando fluimos? Las investigaciones nos dicen que es una experiencia psicológica más que física. Y nuestro cerebro y su funcionamiento tienen mucho que ver en esto. Se han identificado diferentes áreas involucradas en el estado de Flow.
Nuestra corteza prefrontal es la encargada de evaluar riesgos, planificar, analizar pensamientos, suprimir los impulsos, solucionar problemas y tomar decisiones. Hay una zona en este área asociada a sentimientos negativos hacia uno mismo, la corteza prefrontal media.
Esta última, junto a la amígdala que es la que procesa los sentimientos negativos surgidos de las experiencias, ambas, quedan desinhibidas cuando entramos en estado de flujo. La distorsión del tiempo se da en el lóbulo parietal. Por el contrario, el área cerebral asociada a la motivación, parte del núcleo acumbens. se activa cuando entramos en flow. También parecen activarse áreas vinculadas a la percepción de control que tenemos en estado de flujo.
Se estimula la producción de endorfinas, como en la meditación, y se reduce con ello el miedo y se crea sensación de euforia. Aumenta los niveles de GABA, un neurotransmisor que amplifica la concentración al disminuir la percepción de los estímulos exteriores.
Entrenando la mente para fluir con la vida
Actuar en este estado de flujo implica un gasto de energía del que muchas veces no somos conscientes; de esta manera, cuando lo abandonamos es normal que nos sintamos contentos pero también cansados. Además, añadir que es un estado en el que solemos entrar en tareas sobre las que tenemos un control grande.
También es más fácil cuando mantenemos en forma nuestro cerebro a través de la lectura o cualquier otro “alimento intelectual”. Cuando nos alejamos de lo vulgar o lo poco provechoso. Cuando cambiamos la televisión por una buena visita cultural o cuando nos reservamos tiempo para nosotros. Cuando nos dejamos invadir por los colores, la belleza, el arte o la música.
La teoría de flujo se ha vinculado siempre a la psicología positiva. En mi opinión muchos malinterpretan este concepto. Se asocia a la felicidad, aunque es un estado en el que se puede entrar desde un momento horrible de desesperación.
Por otro lado, sería interesante contar con estudios que nos hablen de la relación de este estado con los momentos trágicos de nuestras vidas. A veces, entrar en flow es también la única manera de distanciarse de una realidad -para centrarnos en otra- cuando esta no se puede manejar.
Y tú, ¿estás preparado para fluir con la vida?