Fobia a los insectos o entomofobia
¿Cuántas veces hemos encontrado una mosca en la cocina? Una experiencia que no es agradable, pero con la que podemos convivir. Ahora, imagina una persona que se paraliza ante esa misma situación, mientras que siente cómo la ansiedad va creciendo de manera exponencial. Su cuerpo responde como si se hubiera encontrado a un león, en vez de a un pequeño animal inofensivo. Este puede ser un relato, de los muchos que se dan en realidad, de la fobia a los insectos.
Esta situación, a pesar de no ser tan común, puede afectar notablemente la calidad de vida de quien la padece. Por lo tanto, es importante conocer algunas de las características de estas fobias, igual que entender su origen y conocer las intervenciones que han resultado ser más eficaces.
Definiendo las fobias
Una fobia es un trastorno marcado por la ansiedad, en el que hay un temor fuerte e irracional motivado por elementos que en realidad no resultan ser una amenaza. Muchas de ellas comienzan a manifestarse en la infancia y se trasladan a la vida adulta. Existen diferentes modelos para explicar cómo reacciona el cuerpo cuando presenta fobia. En este caso, no enfocaremos en un modelo de tres fases que puede explicar la presencia de fobia a los insectos:
- Primera fase: existe una activación afectiva negativa, dada por un estímulo que considera como amenazante. Aun así, en esta fase no se produce ninguna acción defensiva.
- Segunda fase: adquiere protagonismo la respuesta de parálisis y la atención focalizada, todo ello provocado por un estímulo amenazador de gran intensidad.
- Tercera fase: en este caso, ya se presenta una defensa activa, en la que se incluye lucha o huida. Esta es provocada por la presencia e interacción con el estímulo que para la persona es amenazadora.
Por otro lado, es importante indicar que hay reacciones tanto físicas como psicológicas. En el caso, de las reacciones físicas, la principales estudiadas son las siguientes:
- Cardiovasculares: aumento de la vasoconstricción en el sistema nervioso periférico e incremento de la frecuencia cardiaca
- Electrodérmica: se relaciona especialmente con la sudoración en la piel, por lo tanto, hay un aumento de las respuestas conectivas en la piel
- Reflejos defensivos: aumento de los reflejos como aumento de: parpadeo defensivo, la adrenalina en el cuerpo y de las constantes respiratorias.
Todas estas respuestas se activan con la presencia de cualquier tipo de insectos, en el caso en que haya presencia de fobia a los insectos.
Fobias específicas, fobia a los insectos
Existen múltiples clasificaciones de las fobias, y una de las más aceptada las distingue en tres grupos: fobias sociales, agorafobia y fobias simples, específicas y focales. En este caso, hablaremos de las últimas nombradas, ya que a estas pertenece la fobia a los insectos.
Entre las características que se deben tener en la fobia a los insectos podemos encontrar las siguientes:
- La reacción o respuesta es desproporcionada respecto a los acontecimientos que se presentan en la situación. Puede responder de manera exagerada a una situación, la cual no es potencialmente peligrosa.
- No puede ser razonada o explicada por parte del individuo.
- Va más allá de control voluntario.
- Lleva a la constante evitación de la situación temida.
- Es desadaptativa y persiste a lo largo del tiempo.
Por lo tanto, la persona que sufre este tipo de fobia, puede desarrollar diferentes creencias sobre los insectos. Sumado a esto, la dificultad creada por la persona para enfrentar la situación temida.
Además, puede hacer una interpretación exagerada de los síntomas físicos que presenta cuando está enfrente del estímulo. En nuestro caso cuando estar frente a un insecto por la fobia a ellos.
En el caso específico de la fobia a los animales, las fobias se relacionan con unos animales específicos, como en este caso los insectos. El miedo suele alcanzar la máxima intensidad cuando los animales se encuentran en movimiento. Por otro lado, esta intensidad también suele crecer más rápido cuando la persona no encuentra una forma de escape o huida de la situación.
¿Cómo actúa el cerebro en la fobia a los insectos?
Se ha encontrado que existe un cambio en la actividad cerebral cuando se está frente al estímulo fóbico. En este caso, lo enfocaremos en la fobia a los insectos. Investigaciones más recientes, están las que usan imágenes estructurales y funcionales del cerebro. En ella han tomado protagonismo tres partes fundamentalmente:
- Amígdala. Esta parte del cerebro es fundamental en las respuestas emocionales y defensivas, especialmente toma protagonismo en las respuestas frente a amenazas. Asimismo, está implicada en la formación de asociaciones de estímulos y refuerzos. Por lo tanto, en la fobia a los insectos hay una hiperactivación de esta estructura, ya que modula respuestas físicas y conductuales frente a los insectos. Además, pone en marcha sistemas activadores del cerebro, aumentando los niveles de vigilancia.
- Ínsula. En el caso de la fobia a los insectos, se ha visto que hay un aumento de la actividad en presencia del estímulo que genera la fobia. Su función de procesar sensaciones interoceptivas, relacionadas especialmente con situaciones negativas. Además, de la anticipación ante estímulos aversivos o amenazantes, como es el caso de los insectos en esta fobia.
¿Cómo tratar la fobia a los insectos?
Existe múltiples abordajes para manejar una fobia. Aquí, no enfocaremos en las principales estrategias utilizadas en psicología. Con el uso de ella se han visto resultados satisfactorios, tanto a nivel comportamental, como en la regulación de la actividad cerebral.
En primer lugar, hablaremos de la desensibilización sistemática. Esta consiste en un entrenamiento que es incompatible con la ansiedad, un ejemplo es el entrenamiento en relajación. Posteriormente se va a ir exponiendo de manera gradual a la persona a los insectos, hasta que la ansiedad se disminuya al nivel más bajo posible. En la fobia a los insectos, se puede hacer exposición por medio de la imaginación, fotos, realidad virtual o tenerlos en vivo.
En segundo lugar, están las técnicas de exposición. Esta consiste en la exposición a los insectos en vivo, en imaginación o incluso empleando realidad virtual. Se trata de que la persona se vaya enfrentando a situaciones de manera gradual: de las que le producen menos a ansiedad a las que le producen más. Para hacerlo, el punto de partida es una lista realizada por la propia persona en la que estas situaciones aparezcan ordenadas en función del nivel de ansiedad que para ella son capaces de generar.
Por último, está la terapia cognitivo-comportamental. Su objetivo es el de cambiar diferentes patrones de pensamiento relacionados con los insectos. Se enfoca en identificar los pensamientos poco realistas, teniendo en cuenta lo posible y lo probable.
Estas técnicas, y en general el manejo de la fobia a los insectos, deben ser guiadas por profesionales. Nosotros las hemos explicado de manera muy sencilla; sin embargo, lo cierto es que suelen aparecer complicaciones en su aplicación que necesitan del conocimiento de una persona experimentada que sepa cómo gestionarlas.
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