Frustración: 5 claves para gestionarla de manera positiva
La frustración es una de las emociones más poderosas con la que tenemos que lidiar desde nuestra infancia, y por ello también es una de las más peligrosas. Porque, a pesar de tener la capacidad de sentir la frustración desde muy pequeños, aprender a gestionarla no es una tara fácil.
Además de su intensidad, lo que dificulta el control de la emoción es que nadie suele enseñar a los más pequeños cómo pueden canalizar la energía asociada. Por otro lado, muchos de los padres que se preocupan por la inteligencia emocional de sus hijos, o bien les sobreprotegen o bien son ellos mismos en ocasiones los que les ponen la zancadilla. Así, poco a poco nos hacemos adultos, y muchos seguimos sin saber qué hacer con la frustración para que no sea una emoción que finalmente se vuelva en nuestra contra.
Pero…realmente: ¿qué es la frustración?
La frustración es una emoción de carácter/valencia negativa (es desagradable sentirla), pero como todas las emociones cumple su función. La frustración es resultado de no obtener aquello que queremos o esperamos; en realidad, nos indica que hay una buena distancia entre lo que nos gustaría y lo que tenemos y que esa distancia nos importa. Hay implícita en ella una dificultad con la que hemos tenido o tenemos problemas para negociar. Es decir, la función última de la frustración es despertar nuestra atención y hacernos reaccionar.
“La frustración es una de las emociones más tempranas y poderosas que vivimos desde nuestra infancia, y por ello también es una de las más peligrosas”.
Sin embargo, muchas veces, cuando la frustración es muy poderosa e intensa es difícil que cumpla su función. Nos perdemos en el malestar que esta emoción genera, de manera que solo la sentimos y no atendemos a lo que nos quiere decir. Por ello, a continuación describiremos 5 estrategias para gestionar esta emoción de manera positiva.
¿Cómo gestionar la frustración?
1. Toma distancia de los acontecimientos
Como hemos dicho, la frustración puede ser muy intensa, lo que puede llevarte a catastrofizar los acontecimientos y a que veas la situación de una manera distorsionada. Así, para gestionar positivamente la frustración tienes que distanciarte de los acontecimientos, postergar las decisiones que tengas que tomar e intentar mirar la situación con “vista de pájaro”. Este símil es un excelente ejemplo de lo que tienes que hacer cuanto te sientas frustrada o frustrado, buscar “the big picture”, obsérvalo todo desde fuera y de modo global.
Una de las mejores formas de tomar distancia de los acontecimientos es concentrándote en valorar los aspectos positivos y negativos globales de la situación que te frustra y tener en cuenta cada uno de ellos, no sólo los negativos. También puedes hacer un pequeño ejercicio: comparar lo que te ha pasado con algo muy, muy malo que hayas vivido, y así te preguntas: ¿lo que ha pasado ahora es tan malo como lo que he vivido anteriormente? Estos pequeños “trucos” harán que tu mente tome distancia de los acontecimientos y te permita observar la situación desde una óptica más objetiva.
2. Siente la frustración y déjala ir
Cuando una emoción te invada, sea la frustración, la rabia, la tristeza o la alegría, lo mejor es vivirla y dejarla ir. Esto no significa que la expreses y la dejes estallar, sino más bien que la sientas en profundidad y que luego, la sueltes y la dejes ir, lejos y fuera de ti. Dicho de otro modo, cuanto más intentes no sentir la frustración, más las sentirás, es la paradoja de la mente humana. Por esta paradoja, se terminan desarrollando trastornos obsesivos, en los que la persona se esfuerza en no pensar en “X” y acaba pensando en “X, Y y Z” todo el día.
Es decir, la mente funciona así: cuanto más se evita pensar o sentir “algo”, más se experimenta. Por ello, observar, sentir y dejar pasar es una habilidad fundamental que puede mejorar mucho nuestra inteligencia emocional. Si quieres ser capaz de sentir las emociones y dejarlas ir, puedes entrenarte, por ejemplo, en habilidades de mindfulness o en técnicas de aceptación y compromiso. Todos estos enfoques pueden ayudarte a disminuir el impacto negativo de esta emoción.
3. Tómate un tiempo para buscar la calma y luego…pasa a la acción
No hay peor consejero que la frustración, aunque es una emoción muy poderosa y con un alto efecto proactivo, suele dirigirnos hacia comportamientos que son poco correctos o beneficiosos, incluso autodestructivos. Porque la frustración nos dirige a atacar o hacerle daño al objeto que provoca dicha emoción. Es decir, es una emoción poco reparadora y más bien vengativa, por ello hay que evitar actuar bajos los efectos de la misma.
“Para gestionar positivamente la frustración tienes que distanciarte de los acontecimientos, postergar las decisiones que tengas que tomar e intentar mirar la situación con “vista de pájaro”.
De este modo, es muy importante que cuando algo o alguien te frustre, te tomes un momento para tranquilizarte. Cuando notes que la sensación molesta de la frustración ha disminuido, puedes pensar en los próximos pasos a seguir o en tomar decisiones prácticas. Por otro lado, es necesario que escuches el mensaje que esta emoción, como todas las emociones, te quiere trasmitir. La frustración tiene que servirte para actuar, ya sea, trabajando para lograr cambios dentro de ti y frustrarte menos o bien para cambiar el rumbo con el que estás llevando a cabo aquello que precisamente te provoca frustración.
4. Distingue entre deseos, necesidades y realidad
Parece algo muy simple, pero no es una tarea sencilla: diferenciar entre lo que quieres, lo que necesitas y lo que realmente puede darse. Muchísimas veces la frustración viene dada porque se confunden los deseos (“quiero que mi jefe me felicite por el trabajo realizado”) con las necesidades personales, como las de reconocimiento, protección o aceptación (necesitar que el jefe me valore) o con lo que realmente pueda ocurrir teniendo en cuenta las circunstancias del momento (realidad: el jefe pasa de todo, no tiene tiempo y no le reconoce nada a nadie).
Dicho de otro modo, lo que deseas puede ser lo que necesitas, o no, y además todo ello requerirá de unas circunstancias que pueden ser las más o menos adecuadas. Así, separa lo que deseas (que al fin y al cabo puedes desear lo que quieras), de lo que necesitas y de lo que te puedan brindar las personas de tu alrededor. Se trata de que ajustes tus necesidades a la realidad. Porque puedes desear cuanto y como quieras, pero sin olvidar que muchos deseos están muy lejos de ser necesidades, y más cerca de ser oportunidades o retos.
5. Valora si se trata de una situación que tengas que aceptar o que puedas cambiar
Si la situación que te provoca frustración no tiene margen de cambio posible, es normal que la emoción aumente en intensidad. Frente a este tipo de situaciones en las que no existe margen de maniobra, lo mejor es trabajar la aceptación, antes que trabajar la capacidad de frustración. Te explicaré con mayor detalle la diferencia entre cuándo vale la pena frustrarse y cuándo no.
Si se trata de una situación que puede ser cambiada, la frustración, bien gestionada, puede convertirse en tu aliada porque estará actuando como una especie de faro que demanda cambios en tu manera de actuar. Una vez pasada la sensación de frustración, llega la hora de que te plantees qué es necesario cambiar y cómo. Ahora bien, si la situación no puede modificarse o tú no tienes ninguna capacidad de hacer cambios, tendrás que cambiar la dirección de los pensamientos que alimentan la emoción e impiden que fluya hasta desaparecer.
Estas 5 claves, puestas en práctica con inteligencia, ayudarán a que la frustración comience a remar a tu favor. De esta manera, podrás sacarle todo el partido a una de las emociones más desagradables, evitando ese enfrentamiento directo con ella que tanto la engrandece.