George Berkeley: biografía y obra
George Berkeley (1685-1753) fue uno de los científicos más importantes de su tiempo. Además, fue obispo, filósofo y humanista. Es muy conocido por su filosofía empirista y su defensa del idealismo. Fue un crítico mordaz de los más grandes filósofos que le precedieron, como Descartes o Locke.
El idealismo nos dice que todo existe en la medida que podamos percibirlo con nuestros sentidos, excepto lo espiritual. Sus contribuciones fueron desde la filosofía a la física, pasando por áreas como la psicología, la medicina o las matemáticas. Un gran pensador, con una extensa e influyente obra que merece la pena conocer y que hoy, de alguna manera, trataremos de rescatar en este artículo.
Breve biografía de George Berkeley
George Berkeley nació en Dysert (Irlanda) en 1685 y murió en Cloyne (Irlanda) en 1753. Estudiante aventajado del Trinity College de Dublín, estudió ciencias y literatura. Además, permaneció allí como profesor hasta perfeccionar sus estudios de griego y hebreo.
Siempre en contacto con la obra de grandes pensadores como Locke, Hobbes, Descartes y Newton, desarrolló su propio pensamiento: la filosofía inmaterialista o idealista. Entre 1707-1710, publicaría diversas obras de gran relevancia, entre las que destaca el Tratado sobre los principios del conocimiento. En 1710, fue ordenado sacerdote anglicano.
George Berkeley se casó en 1728 con Anne Foster, una mujer muy capaz, intelectual y que defendió la filosofía de su marido hasta sus últimos días. Entre 1728 y 1731, se estableció en las colonias americanas, concretamente, en Rhode Island. Allí, esperaba financiación del Rey para crear un centro misionero e instruir a los lugareños.
Al no obtener dicha financiación, decidió regresar a Europa, estableciéndose en Londres en 1732 y, posteriormente, en Cloyne. Una vez allí y hasta 1744, desarrolló importantes obras como El Alciforme, La teoría de la visión o Siris. Cansado y abatido por la muerte de uno sus hijos, finalmente, falleció en 1753, dejando atrás un gran legado científico y filosófico.
George Berkeley y el idealismo filosófico
Berkeley, contrariamente a Locke y Hobbes, abrazó el inmaterialismo filosófico. ¿En qué consiste exactamente este inmaterialismo? Para Berkeley, tan solo conocemos a las cosas por su relación con nuestros sentidos, no por lo que son en sí mismas. En otras palabras, únicamente podríamos aceptar como ciertas nuestras representaciones mentales.
Berkeley propuso el principio idealismo, explicando que “el ser de las cosas” es su “ser percibidas”. De hecho, la sustancia no sería la materia, sino únicamente su sustrato espiritual. De acuerdo con Descartes, lo espiritual es fruto de nuestros pensamientos y esta sería su prueba irrefutable, su criterio de verdad.
Descartes rechaza el mundo de los sentidos, los sentidos nos engañan y, por tanto, no debemos fiarnos. El conocimiento para Descartes es innato y será la razón quien nos guíe hacia él. Descartes duda de todo y, en el momento en que está dudando, es consciente de su propia existencia: cogito ergo sum. Es un ser imperfecto y, sin embargo, posee la idea de un ser perfecto: Dios. Un ser imperfecto no puede haber creado algo perfecto, por tanto, ¿quién ha puesto la idea en su mente? La respuesta a esta pregunta no puede ser otra que el propio Dios.
La otra cara de la moneda la representa Berkeley, cuyo empirismo resulta, cuanto menos, extremo. Ya no hablamos de conocer a través del objeto, sino que el objeto es cuando es percibido. Sin embargo, si los objetos solo existen como resultado de nuestras representaciones mentales, tenía que haber algo que permanecía fuera de nuestra mente e impulsara nuestras percepciones. Aquello fuera de nosotros no es otra cosa que Dios.
Berkeley en sus Tres diálogos entre Hilas y Filonús parte de Dios como motor de toda causa sensible (Hernández-Castro, 2017):
- Los objetos del conocimiento humano son ideas, impresas en los sentidos.
- Junto a las ideas existe algo que las percibe, a ese ser, lo llamó mente, espíritu, alma, yo.
- Las ideas o sensaciones percibidas por nosotros, no son producidas ni dependen de la voluntad de los hombres.
- Por lo tanto, es evidente, que conocemos a Dios tan cierta e inmediatamente como a cualquier otra mente o espíritu distinto del propio.
- Lo que vemos, oímos, sentimos o por cualquier otro modo percibimos por los sentidos, es un signo o efecto del poder de Dios.
De este modo, Berkeley y Descartes, aunque tremendamente opuestos, funcionan como las dos caras de una misma moneda. Con dos teorías muy distintas en cuanto al conocimiento y a la metafísica, pero con una misma respuesta: Dios.
George Berkeley y la psicología de la visión
Una de las cosas por las que destaca Berkeley es por su comprensión acerca de cómo percibimos e interactuamos con los objetos. Su idea principal es que nuestro conocimiento solo es real si existe conformidad entre nuestras ideas y no de la realidad de las cosas. Además, añade: “tener una idea es lo mismo que percibir”.
Siguiendo este paradigma, nada de lo que percibimos como tal existe en la naturaleza. Por lo tanto, existir no puede significar otra cosa que percibir y ser percibido. De hecho, este fenómeno puede verse en los niños, cuando juegan al escondite, cierran los ojos para hacerse invisibles.
Según Berkeley, no vemos las cosas de nuestro entorno, sino que tenemos ideas y, dentro de las mismas, vemos cosas. Como consecuencia de percibir los objetos con la visión, estos no existen fuera de nuestra mente. Se trata de un planteamiento completamente revolucionario, que abre las puertas al relativismo. Cada uno ve y crea su propia realidad de acuerdo a sus propias cogniciones.
George Berkeley: reflexiones finales
La obra de Berkeley plantea dos problemas principales:
- La relación entre el espíritu y la materia.
- La realidad del mundo corpóreo exterior a nosotros.
Si Berkeley trata de reducir toda experiencia a experiencia interna, entonces, obtenemos que, en la mente, están las ideas y que, de ellas, se deducen de sensaciones. Esta propuesta tendría un gran peso en la filosofía y la psicología durante todo el siglo XIX y XX.
Rechazando las tesis de importantes pensadores que le precedieron, George Berkeley propone que nuestra mente está compuesta por un conjunto infinito de ideas, que provienen de nuestra experiencia con las distintas sensaciones. Por lo tanto, no operamos con los objetos en sí, sino con nuestras representaciones mentales de dichos objetos.
Así, para Berkeley, todo aquello que no existe en nuestra mente, no existe en nuestro universo. Esta frase recuerda profundamente a la que diría Wittgenstein un siglo después: “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”.
En cuando a su impacto en la psicología, posturas como el estructuralismo y la psicología cognitiva tienen, al menos, alguno de sus antecedentes en las ideas de Berkeley. Un científico y pensador que nos ayudó a desvelar un poco más los misterios de la mente.
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- Berkeley, G. (1948). Ensayo sobre una nueva teoría de la visión; y Tratado sobre los principios del conocimiento humano. Espasa-Calpe Argentina.
- Berkeley, G., Castillo, P. G., & Miguel, C. F. (1978). Alcifrón o el filósofo minucioso. Ediciones Paulinas.
- Hernández-Castro, G. (2017). La teoría del conocimiento de Berkeley: empirismo y colonialidad. Revista Espiga, 16(33), 93-103.
- Pandya, S. K. (2011). Understanding brain, mind and soul: Contributions from neurology and neurosurgery. Mens sana monographs, 9(1), 129.
- Robles, J. A. (1993). Las ideas matemáticas de George Berkeley, Obispo de Cloyne. Universidad Nacional Autónoma de México.