¿Qué son los grupos coercitivos y por qué son tan peligrosos?

Los grupos coercitivos seducen y manipulan a sus adeptos para controlarlos y anular su identidad. Descubre en qué consisten y cómo detectarlos a tiempos.
¿Qué son los grupos coercitivos y por qué son tan peligrosos?
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 02 diciembre, 2022

La palabra secta probablemente te evoque la imagen de un grupo religioso o espiritual, con miembros que viven apartados de la sociedad y al que pertenecen solo personas desadaptadas o con serios problemas mentales. Sin embargo, este tipo de organizaciones, conocidas en muchos ámbitos como grupos coercitivos, son mucho más cercanas a nosotros de lo que la mayoría pensamos.

Todos somos susceptibles de caer en sus redes, de la misma manera que todos, bajo determinadas circunstancias, somos extraordinariamente vulnerables a la persuasión.

Un punto importante que considerar es que un grupo coercitivo no se considera como tal en función de la ideología que promueve, sino en base al comportamiento de los integrantes y a las dinámicas que se instauran. Así, la base es una jerarquía de control en la que las personas quedan supeditadas al mando de un líder, una doctrina o una comunidad. Pero, ¿cómo llegamos a ser víctimas de estas estructuras y por qué son tan peligrosas? Exploramos las respuestas a continuación.

Sombras de personas
Los grupos coercitivos generan dependencia en sus víctimas a través de técnicas y estrategias de persuasión.

¿Qué son los grupos coercitivos?

Un grupo coercitivo es una comunidad cerrada en la que se ejercen procesos de persuasión y manipulación sobre los adeptos para obtener un control absoluto sobre ellos. Los líderes y otros participantes utilizan técnicas coercitivas para generar dependencia en las víctimas, y así imponer comportamientos.

Aunque lo más común (o al menos lo que más conocemos a nivel general) son grupos que promueven motivaciones religiosas y espirituales, lo cierto es que hay más tipos. Estas sectas pueden captar a sus adeptos incentivando una supuesta superación o crecimiento personal, promoviendo movimientos para “mejorar el mundo”, prometiendo una ansiada libertad financiera o haciendo referencia a cualquier aspecto sensible que se vincule con las necesidades de las personas.

Por lo tanto, para reconocer un grupo coercitivo no hemos de fijarnos tanto en sus ideales, sino en otros aspectos, como los siguientes:

  • La existencia de un líder carismático que exige veneración.
  • Un adoctrinamiento basado en ideales extremos que no tolera el pensamiento crítico. No se permite a los adeptos dudar, cuestionar ni pensar por sí mismos, sino que deben convertirse en seguidores fanáticos.
  • Un resultado de explotación sexual, emocional, financiera o de cualquier otro tipo en las víctimas.
  • La autonomía personal queda muy reducida y las víctimas apenas tienen control sobre su propia vida, sus emociones, sus relaciones, su tiempo o sus finanzas.

¿Cómo nos involucramos en ellos?

Cuando las personas se involucran en un grupo coercitivo terminan pagando un precio muy alto. Generalmente, acaban endeudados o despojados de sus bienes, aislados y separados de sus familias y amigos, y desvinculados de sus estudios o carreras profesionales. En definitiva, pierden toda su vida y su capacidad de autogobierno, y quedan dependientes, sometidos y generalmente explotados.

Al ver estos resultados, cualquiera puede preguntarse cómo es que una persona termina implicada en una estructura de este tipo. Desde fuera, podemos sentirnos inmunes o superiores a quienes caen en las redes de estas sectas, pero lo cierto es que estas se encuentran por todas partes.

Hoy en día, en este mundo globalizado y digital, somos bombardeados constantemente con publicidades y propuestas de supuestos coaches, entrenadores o consultores que nos prometen vidas de ensueño y tratan de involucrarnos en sus estructuras piramidales. Y es posible que tú mismo hayas presenciado o conocido algunas de ellas.

Pero no es solo su ubicuidad lo que nos hace vulnerables a caer en la trampa. También cuentan con mecanismos y estrategias psicológicas muy estudiadas y efectivas que les permiten conseguir sus propósitos de captación y control. Además, este es un proceso que se desarrolla progresivamente y atraviesa varias fases.

Seducción y captación

En un primer momento, los grupos coercitivos se aseguran de dar su mejor imagen. Durante la captación, los líderes se muestran amables, cercanos, expertos y confiables, ofrecen mucha atención y refuerzos positivos y utilizan palabras cálidas.

Así, tratan de lograr que la víctima se sienta identificada con los valores que promueven. Prometen el bienestar financiero, emocional o espiritual y, sobre todo, ofrecen un acompañamiento y un sentido de comunidad que resulta especialmente tentador.

Hay varias características que hacen a las personas más susceptibles de caer en estas redes. Por ejemplo, la juventud y la inexperiencia, provenir de una familia disfuncional y encontrarse socialmente inadaptado y, sobre todo, estar atravesando una situación complicada y desbordante a nivel emocional. El riesgo también es mayor si el “reclutador” es una persona cercana a la víctima y si esta no conoce acerca de las técnicas manipulativas que tratarán de emplear con él.

Control y adoctrinamiento

Una vez captada la persona, comienzan a aplicarse una serie de estrategias coercitivas que persiguen lograr un control total. Por ejemplo:

  • Se aísla a la víctima de su entorno.
  • Se le inducen emociones de culpa o vergüenza o, por el contrario, se fomentan estados emocionales positivos interesados.
  • Se controlan la economía, las actividades y la ocupación del tiempo de la persona captada.
  • Se exige entrega a la causa.
  • Se anula la identidad de la persona frente a la identidad del grupo. Se proyecta la idea de que la persona tiene valor en cuanto que pertenece al grupo.
  • Se castiga el pensamiento crítico.
  • Se impone una autoridad absoluta o se implanta la creencia en las cualidades especiales del líder.
Hombre con collar en la mano
La culpa y la vergüenza son las emociones que más inducen los grupos coercitivos en sus víctimas.

Protegernos de los grupos coercitivos

Cuando el proceso finaliza, la persona ha perdido su identidad, sus relaciones, sus bienes y, sobre todo, su autonomía. Sin darse cuenta, cientos de miles de personas caen en estas redes de manipulación camufladas bajo grupos de coaching, crecimiento personal, yoga, criptomonedas o emprendimiento de las que no logran salir. Y es que el grupo coercitivo se asegura de que abandonar sea realmente complicado.

Esta es una de las razones por las que ya en muchos países se persiguen este tipo de grupos, y a sus líderes, a fin de mantener a salvo a los ciudadanos. De todas formas, por muchas iniciativas que pongan en marcha los organismos oficiales, es importante que cada persona sea consciente de su existencia y se mantenga alerta.

Quien ofrece soluciones rápidas y mágicas, induce culpa, trata de aislarte de tu entorno o tu trabajo o busca adoctrinarte sin permitirte cuestionar debería hacer saltar todas tus alarmas.


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