Hablarte a ti mismo como si fueras tu mejor amigo, clave de salud
¿Por qué no lo haces? Hablarte a ti mismo como si fueras tu mejor amigo te permite tener una mejor calidad de vida. Tratarte de igual que a las personas que más quieres te permite limar muchas de tus inseguridades. También apagar tus miedos. Podrías incluso conquistar con mayor solvencia tus metas, hacer frente a las dificultades y sentirte más competente.
A menudo solemos decir aquello de que quererse es una aventura que debería durar toda la vida. Sin embargo, pasamos por épocas en las que no solo nos olvidamos querernos como merecemos; además, nos descuidamos y hasta nos tratamos mal. El ser humano activa con frecuencia narrativas mentales que lejos de favorecerle, le hacen caer en la indefensión.
Cambiar la forma en que nos comunicamos con nosotros mismos es un ejercicio terapéutico. Lo necesitan los deportistas para dar el máximo rendimiento. Y es esencial para todo aquel que esté ahora mismo lidiando con algún problema psicológico: depresión, ansiedad, trastornos de la conducta alimentaria, etc.
Trabajar un diálogo interior positivo y enriquecedor tiene el mismo efecto que un paracetamol para el dolor de cabeza. Apaga el dolor y nos permite rendir y sentirnos mucho mejor.
“Puedes buscar en todo el universo a alguien que merezca más tu amor y afecto que tú mismo, y esa persona no se encuentra en ningún lado. Tú mismo, tanto como cualquiera en todo el universo, merece tu amor y tu afecto”.
-Buda-
Cómo hablarse mejor a uno mismo como
¿Cómo te hablas? Esta pregunta tan sencilla, en realidad, no es fácil de responder. No lo es porque buena parte de nuestro diálogo interno es inconsciente y automático. En él cohabitan desde creencias, prejuicios, procesos cognitivos, esquemas mentales heredados hasta rumores de nuestras emociones y autoevaluaciones que pueden limitarnos o motivarnos.
Un estudio de la Universidad Católica Juan Pablo II de Lublin y de la Universidad Estatal de Middle Tennessee destaca algo interesante. El diálogo interno cumple varias funciones, como la autocrítica, el autorrefuerzo, la evaluación social y la autogestión. Todas estas facetas son necesarias para movernos por el día a día, evaluar lo que hacemos e intentar mejorar.
Ahora bien, el problema es que esa comunicación intrapersonal se vuelve negativa con mucha frecuencia. Caemos sin darnos cuenta en ideas preconcebidas del tipo “no soy lo bastante bueno”. Y lo hacemos por una razón: el cerebro está programado para recordar las experiencias negativas antes que las positivas. Esto explica por qué en ocasiones nos focalizamos más en los errores del pasado que en los aciertos.
¿Qué podemos hacer en estas situaciones? ¿Cómo empezar a hablarnos de manera más positiva y enriquecedora?
1. Reconoce a tus enemigos conversacionales internos
Seguramente a tu mejor amigo nunca le dirías que es un fracasado. Tampoco que lo único que hace en la vida es meter la pata o que no es lo bastante bueno para eso que desea hacer. Si amas a alguien lo respetas y te comunicas con él de manera correcta, afectuosa y empática. Este debe ser tu punto de partida en la relación que estableces contigo mismo: el autorrespeto.
El segundo elemento que debes comprender es que en tus diálogos internos siempre galopan unos caballos de batalla que derriban una y otra vez tu autoestima y tu bienestar. Identificarlos te servirá de ayuda:
- La crítica que desvaloriza y que no ayuda. Si bien es cierto que la autocrítica es parte de la comunicación intrapersonal, esa voz debe ser constructiva, nunca aniquilante.
- La exigencia desmedida. En efecto, uno tus adversarios más comunes es la hiperexigencia, esa que no te perdona ni un solo error cometido; por pequeño que sea.
- Personalización. Cuando algo va mal, es común culpabilizarse a uno mismo de aspectos y dimensiones que no tienen que ver con nosotros.
- Catastrofismo. La mente que asume que todo va a salir mal, es una mente más vulnerable a estados de ansiedad y estrés.
2. Evita compararte, tú eres tú, los demás son los demás
A la hora de hablarte a ti mismo como si fueras tu mejor amigo es clave que evites compararte. Al fin y al cabo, cuando estás con alguien a quien aprecias no se te ocurre decirle expresiones como “Ernesto es más inteligente que tú” o “Adela es más atractiva y competitiva que tú”.
Por tanto, si no comparas a tus mejores amigos con nadie, ¿por qué lo haces contigo mismo? Evítalo. El diálogo negativo tiene una inercia casi constante hacia las comparaciones, y esto es origen de nuestro sufrimiento en muchos casos.
Eres la persona con la que vas a convivir toda la vida: tratarte y hablarte de manera compasiva y afectuosa, te facilitará tener una mejor relación contigo mismo.
3. Autocompasión, un ejercicio para dejar de lastimarte
Vayas donde vayas, nadie merecerá mayor respeto, afecto y compasión que tú mismo. Es momento de sentirte merecedor de lo mismo que ofreces a los demás. Esto implica iniciar un ejercicio constante de autocompasión desde el que ser más permisivos ante nuestros errores. También entender que todos somos falibles y que nadie logra nada en esta vida sin haber caído una o cinco veces.
Tengámoslo en cuenta: autocompasión no es sentir lástima. Autocompasión es, como diría Carl Rogers, desarrollar una consideración positiva hacia uno mismo, construir una relación de bondad, de curiosidad y dar forma a un empatizador interno que siempre esté presente.
4. Regalos emocionales, tributos que también mereces
A las personas que más quieres les haces regalos. Esos obsequios siempre van más allá de lo material, porque lo que deseas ofrecer es tu reconocimiento y afecto hacia ellos. También tú mereces ofrecerte regalos emocionales, presentes que alimentarán y reforzarán desde el amor al respeto hacia tu propia persona.
De este modo, para hablarte mejor a ti mismo, es necesario que te ofrezcas los siguientes tributos psicológicos y emocionales:
- Reconocimiento. Tienes derecho a sentirte orgulloso de ti.
- Autoamor. Mereces amarte como amas a los que más aprecio. Hacerlo no es narcisismo, es un ejercicio de bienestar.
- Autoestima. Debes empezar a evaluarte de manera más positiva. Deja de alimentar a tu juez interno.
- Autoeficacia. Empieza a decirte a ti mismo lo siguiente: “soy capaz de hacer las cosas bien, de ser competente en lo que me proponga”
- Esperanza. Recuerda, te quedan muchas cosas por vivir, y seguramente, lo que tenga que venir sea bueno.
Para concluir, eres más valioso de lo que piensas y más capaz de lo que crees. Sin embargo, esto solo lo descubrirás cuando desarrolles un buen diálogo positivo. ¿Qué tal si empezamos hoy?
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