He dejado de esperar trenes: ahora yo soy el movimiento
He dejado de esperar trenes que lleven mi nombre, atrás queda ya el andén de las ilusiones rotas y de los sueños que nunca llegan, porque ahora, soy yo la que lleva el movimiento, yo quien crea el camino. Así pues, quien quiera puede hacer este viaje de descubrimientos conmigo, pero quien no lo desee, puede también bajar en la próxima estación.
Asumir esta sencilla pero valiente actitud sería sin duda un gran paso en nuestro crecimiento personal y en ese bienestar emocional a veces tan fluctuante. Sin embargo, hemos de admitirlo, si hay algo a lo que estamos acostumbrados es a esperar, y aún más, a alimentar esa espera con la filigrana de sueños anhelantes y con el cincel de una perfección a veces inalcanzable.
“La ocasión hay que crearla, no esperar a que llegue”
-Francis Bacon-
Ahora bien, en ocasiones, y esto es importante matizarlo, es la propia sociedad quien con sus tentáculos, sus filtros y sus embudos, nos aboca a esa antesala en la que solo se espera. El complejo mundo laboral y sus intrincados recovecos hace que tengamos que postergar muchas cosas, que estemos obligados a tener un nuevo título, una nueva competencia, un contrato o un “contrato más digno”, para permitir que lleguen los cambios y ese ansiado movimiento donde se inscribe la vida.
Sin embargo, a pesar de que el actual contexto socioeconómico nos haga cautivos de esas salas de espera interminable, lo que nada ni nadie puede arrebatarnos es nuestra actitud. El movimiento está en nuestro interior. Por tanto, no importa que a simple vista todos los trenes vayan en contra de dirección, porque quien tiene claro su camino, sus sueños e ideales, está obligado a no esperar, a no detenerse jamás.
Cuando “esperar” nos hace creer que nuestra vida está en pausa
Hay muchas realidades por las que una persona puede tener la clara sensación de que alguien le ha dado al “pause”. Quedarse sin pareja, estar sin trabajo, haber fracasado en un proyecto personal o ser rechazos a nivel profesional o emocional son sin duda algunos de esos ejemplos que horadan nuestros rincones más internos, los más profundos de nuestro ser hasta inmovilizarnos.
Ahora bien, es necesario entender que la vida jamás está en pausa, ella siempre discurre, brota, sucede y vibra. Sin embargo, quien sí se ha detenido somos nosotros, es nuestro ánimo, son nuestras ganas y es nuestra motivación. Bernice Neugarten fue una de las primeras psicólogas en estudiar el desarrollo adulto y esas épocas tan complejas de nuestro ciclo vital donde las personas, tenemos la clara percepción de que nuestra realidad se ha detenido, congelado en fotograma de cariz triste, apático y sin brillo.
Neurgarten estableció la teoría de “life on Hold” (vida en espera) como una transición que debemos saber encarar. El mayor problema reside en que a menudo, tenemos una visión del futuro demasiado ambigua, incierta o hasta pesimista. Pensamientos como “mi tren ya ha pasado, no voy a encontrar la pareja ideal” o “está claro que no voy a encontrar un buen trabajo”, perfila un estilo de pensamiento que estancará aún más esa etapa de espera dificultando la propia transición hacia algo mejor.
Cómo salir del andén de los sueños que nunca llegan
Vivimos en el mundo del “vuelva usted mañana”, del “ya te llamaré” y del “cuando consigas esto tendrás lo otro”. Habitamos en las estaciones de las esperas eternas preguntándonos si eso de la felicidad es un fraude o un premio que uno gana cuando reúne los suficientes puntos. Los trenes pasan, las oportunidades vienen y van pero ninguna parece llevar nuestro nombre. ¿Cómo podemos entonces sobrevivir en medio de este escenario de “incertezas” donde las crisis, por instantes, no parecen tener fecha de caducidad?
“Aprender de ayer, vivir para hoy, tener esperanza para el mañana. Lo importante es no parar de cuestionarnos las cosas”
-Albert Einstein-
A continuación, te ofrecemos unas sencillas claves en las que reflexionar.
3 claves para ser el movimiento de nuestras vidas
La primera clave es sencilla: hay que tener claro nuestro objetivo, nuestro punto en el horizonte. Sin embargo, eso sí, es bueno que sea una meta clara y realista, acorde a nuestras posibilidades pero sin desestimar nunca el propio potencial.
- El segundo aspecto que Bernice Neugarten nos dejó en sus teorías sobre las transiciones vitales, es la necesidad de ensayar día a día nuestro futuro. No basta con soñarlo. Si yo ansío tener una buena pareja me preocuparé primero en cuidarme yo como persona, en crecer, en ser lo que ansío hallar en los demás. Si deseo aspirar a tener un buen trabajo, invertiré día a día en ese propósito formándome profesional y mentalmente.
- La tercera parte en este plan es igual de interesante. Debemos sentirnos protagonistas activos, proactivos y creativos. Es necesario dejar de sentirnos subordinados a algo o alguien. Si la sociedad no me hace un hueco, tal vez deba ser yo quien esté obligado a crear “ese espacio” para mí. Tal vez deba innovar, ofrecer algo nuevo al mercado laboral que genere interés, ser yo el tren en movimiento en un entorno de quietud…
Para concluir, alguien dijo una vez que la vida no se trata solo de engañar a la muerte, sino de disfrutar nuestra existencia cada día, sin limitarnos solo a respirar y de dejar que las cosas sucedan sin más. Seamos la locomotora de nuestro propio crecimiento, seamos seres activos, ilusionados, realistas pero optimistas, poseedores de esa fuerza increíble capaz de dar al mundo cosas maravillosas y a su vez, de generarnos la felicidad que de verdad merecemos.