Hiperosmia: definición y causas
¿Podéis imaginaos cómo sería oler sudor o estiércol con muchísima más intensidad de lo normal? Un verdadero suplicio, ¿verdad? Pues eso es lo que sufren diariamente las personas que padecen hiperosmia: un trastorno que se caracteriza por una exagerada capacidad de percibir olores que otras personan ni tan siquiera detectan.
Los hiperósmicos pueden, por ejemplo, notar el aroma de una azucena o un jazmín entre un montón de basura o reconocer el olor de una persona a mucha distancia. No quiere decir que se conviertan en perros sabuesos o tengan propiedades sobrehumanas, sino que han desarrollado una hipersensibilidad y singular agudeza olfativa.
Hiperosmia: cualidad o trastorno
Esta agudeza olfativa tiene tantas ventajas como consecuencias desagradables para aquellos que la disfrutan y padecen. Para algunos, en líneas generales es considerada como una bendición, mientras que para otros es una fuente de sufrimiento inagotable. Veamos ejemplos.
Si estamos en el descansillo de la escalera de nuestra casa y nos llega el olor de un apetecible guiso o bizcocho que está preparando uno de nuestros vecinos, lo más normal es que nos entre un apetito voraz.
Por otro lado, si tenemos comida cerca o confianza con el vecino, todo ventajas. Sin embargo, si lo que olemos de forma tan intensa y continuada es poco apetecible o no podemos satisfacer la necesidad que despierta (hambre), la cosa cambia.
Ahora, estando en nuestro salón tranquilamente relajados después de una dura jornada de trabajo, nos llegan aromas de todo tipo sin que podamos hacer nada para evitarlo: el betún que usa para sus zapatos el del primer piso, un ambientador de baño, la laca de la del quinto o el aceite de una olla requemada. Así todos los días y a cualquier hora. Lo único de lo que nos entrarían ganas sería de vivir con una pinza colocada en la nariz.
¿Cuándo aparece la hiperosmia?
Esta patología se encuentra en la misma dimensión, aunque en el otro extremo, de otros dos tipos de trastornos perceptivos relacionados con el olfato: la hiposmia, la disminución de la sensibilidad olfativa y la anosmia, la ausencia total de olfato.
De las tres, la hiperosmia es el menos común, lo que ha hecho que sea una patología poco investigada. Es precisamente su poca incidencia en la población lo que no ha permitido que se conozcan con mayor seguridad las causas que la producen.
Por ejemplo, sí se sabe que existen ciertas enfermedades o factores de riesgo con los que está asociada. A saber: tumores que afectan al nervio olfatorio, la menopausia, enfermedad de Addison, hipertiroidismo o alteraciones neuronales por consumo de anfetaminas o síndrome de abstinencia. En algunos casos, esta condición termina por desaparecer por sí sola. Únicamente en casos extremos se mantiene durante toda la vida.
Hiperosmia: ¿Juega a favor o en contra?
Para un perfumista o sumellier ser hiperósmico es una verdadera ventaja. Es el caso del protagonista de la novela y película homónima El perfume: historia de un asesino, para quien su hiperpercepcion olfatoria le permitía ser uno de los mejores en su profesión. Sin embargo, para el resto de las personas puede convertirse en una auténtica agonía.
Este trastorno causa problemas muy graves en entornos sociales, por el grado de rechazo o desagrado que suponen ciertos olores para este tipo de personas. Por ejemplo, pasar a considerar su comida favorita como algo repugnante o su perfume fetiche como algo inaguantable.
También, pueden llegar a desmayarse si se encuentran en espacios muy concurridos o grandes aglomeraciones de gente, como el metro o el autobús.
¿Cómo desaparece el trastorno?
Al no poder determinar con seguridad su origen, los tratamientos o formas de mejorar la hiperosmia también ofrecen resultados contradictorios. Por ejemplo, se han empleado algunas sustancias antipsicóticas antagonistas de la dopamina para tratar este trastorno. Al inhibir estos neurotransmisores se limita la cantidad de olores que llegan al bulbo olfativo.
Por testimonios de afectados sabemos que algunas personas hiperósmicas afirman que fumar también aminora su capacidad olfativa. Pero ¡cuidado! Esta afirmación hay que cogerla con pinzas. Porque si hay algo que goza de suficientes evidencias científicas es que fumar no mejora la salud. Muy al contrario.
Por eso, sin duda, lo primero que han de realizar tanto los que la padecen como las personas que se encuentran en su entorno es evitar o retirar los olores fuertes que le puedan resultar verdaderamente insoportables. Estos suelen ser alimentos como los pescados, las carnes, ciertas salsas o el café. A falta de un tratamiento farmacológico no queda otra que regular la exposición.
La hiperosmia de las embarazadas
Curiosamente, varias de las mujeres que padecen este tipo de trastorno “pasajero” están embarazadas. Por ello, durante el inicio y el final de la gestación presentan una hipersensibilidad olfativa debida, principalmente, al aumento de la concentración de estrógenos y progesterona en su sangre.
Esto provoca que la mujer tenga un olfato más agudo, que pueda sentir rechazo hacia olores que antes la agradaban y al revés, y hasta hacerla vomitar más frecuentemente al notar olores que le resultan verdaderamente repulsivos.
En algunas embarazadas, esta alteración disminuye o desaparece después del primer trimestre. En otras, se mantiene durante todo el período de gestación y desaparece de forma gradual tras dar a luz.
Es posible que esta alteración fisiológica haya sido heredada de nuestros antepasados para que la madre pudiera reconocer el olor de su propio bebé al nacer.
Otros curiosos trastornos perceptivos relacionados con el olfato
La disosmia es un trastorno neurológico que causa una alteración del sentido del olfato. Puede manifestarse en anosmia (anteriormente referida), parosmia o fantosmia.
- La parosmia alude a un deterioro de la función olfatoria, que conduce a la incapacidad del cerebro para identificar correctamente el olor natural o intrínseco de algo particular. Por ejemplo, una persona encuentra desagradable el aroma de una rosa, cuando suele ser un olor agradable.
- La fantosmia es una especie de alucinación olfativa por la que las personas detectan olores que no existen o están. Este hedor fantasma hace creer a los pacientes que huelen el gas natural. También, que hay una fuga y que por lo tanto se encuentran en una situación de riesgo. Hablamos de una sugestión muy potente del olor.
En conclusión, es necesaria una mayor investigación para este tipo de trastornos y, en particular, de la hiperosmia. El objetivo debe ser aliviar el impacto sobre las vidas de los que la padecen. En consecuencia, es vital delimitar por qué y cómo aparece los trastornos olfativos como la hiperosmia (Delegido, C., & José, M., 2016).
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- Delegido, C., & José, M. (2016). Revisión bibliográfica de los diferentes tipos de tratamientos en el abordaje de los trastornos olfativos.
- Piñol, L. S., Ortego, J. G., & Vilar, P. B. (2015). Parosmia como debut de una Displasia Fibrosa. Acta Otorrinolaringológica Gallega, (8), 1-8.
- Ropper, A., & Brown, R. (2007). Trastornos del olfato y el gusto. Principios de Neurología, 195-202.