Incontinencia verbal y comunicación acelerada: ¿con quién me pasa?
¿Hablas demasiado rápido? En nuestra sociedad acelerada, agitada y a menudo estresante, muchas personas manifiestan incontinencia verbal y comunicación acelerada. Sin embargo, esto no solo se da por el contexto social o por un problema de ansiedad, sino por problemas en la intimidad de las personas.
Saber cómo nos comportamos pasa por analizar nuestra manera de hablar. La incontinencia verbal y comunicación acelerada no son, a priori, síntomas de una buena comunicación.
Quizás en determinados contextos o inclusive en formatos televisivos, este comportamiento verbal sea conveniente, resolutivo y exitoso. En cambio, en la intimidad, acelerar la locución e intentar esquivar el silencio denotan falta de conexión y entendimiento. ¿Te has parado a pensar alguna vez con qué persona te gusta hablar por la forma en la que lo haces?
Incontinencia verbal o comunicación acelerada, barreras para la comunicación
Hablar rápido no es necesariamente un problema en sí mismo. Sin embargo, algunas personas lo hacen a expensas de la claridad, la dicción y la coherencia, lo que puede inhibir seriamente la comunicación efectiva. La buena comunicación es una parte importante de todas las relaciones y es una parte esencial de cualquier asociación saludable.
Todas las relaciones tienen altibajos, pero un estilo de comunicación efectiva puede hacer que sea más fácil lidiar con los conflictos y construir una asociación más sólida y saludable. A menudo, escuchamos lo importante que es la comunicación, pero no lo que es y cómo podemos utilizar la buena comunicación en nuestras relaciones.
En las relaciones, la comunicación te permite explicarle a otra persona lo que estás experimentando y cuáles son tus necesidades. Es por eso que debes preguntarte, ¿cuándo es conveniente acelerar mi discurso y cuándo es producto de una incomodidad? ¿En qué medida la incontinencia verbal me arrastra a una incontinencia emocional que luego no sé cómo controlar?
Incontinencia verbal: cuando sé lo que quiero decir, pero no estoy en el contexto en el que debo decirlo
A veces, fallamos en nuestra comunicación porque no tenemos el mensaje claro, porque el momento no es el adecuado o porque estamos cansados y fatigados para seguir con un hilo de conversación interesante. Sin embargo, hay veces que nada de esto sucede y nos sentimos tensionados.
Nuestra comunicación se acelera, mostramos incontinencia verbal. Las palabras llegan antes de que nadie haya planteado ningún tema. Nuestro discurso, más que una conversación agradable, suena a justificación. Alzamos la voz, atropellamos unas frases con otras y no dejamos lugar para el silencio.
Son síntomas de que no estamos a gusto con otra persona o en una situación determinada. No es una tensión porque algo nos rete o nos motive, sino más bien desasosiego. También soledad en el diálogo, con un receptor que juzga en lugar de compartir emociones.
Por algo que hayan dicho o hecho, sentimos la necesidad de justificarnos y lo intentamos hacer acelerando la locución, quedándonos más incomunicados que antes. Son los entresijos de las relaciones sociales: si las forzamos, aparece la tensión y eso se refleja hasta en las cuerdas vocales.
Señales de una comunicación poco efectiva
¿Cuándo puede darse la incontinencia verbal o comunicación acelerada? ¿Cuáles son las señales de una mala comunicación con amigos o pareja? Veamos algunas de ellas:
- Te sientes abandonada por tu compañía de confianza o pareja: tú y tu pareja sois un equipo. Pase lo que pase, os respaldáis mutuamente, al menos públicamente. En las relaciones saludables, cuando el mundo comienza a arrojar piedras, la pareja se une y fortifica el muro que los rodea. Las relaciones desgastadas, en cambio, hacen que una persona se defienda verbalmente sola cuando se trata de ataques de los demás.
- El comportamiento pasivo-agresivo: en este comportamiento, otra persona roba o anula tu capacidad de respuesta para que los problemas se aborden sin pasar por el conflicto. El ataque es sutil y, a menudo, se disfraza de otra cosa, como la ira disfrazada de indiferencia.
- Todo es motivo de debate, hasta la forma en la que actúas: todo va a debate y nada se resuelve porque cualquier conflicto termina en una discusión. Dejas de confiar en que la otra persona tenga buenas intenciones a la hora de plantear una conversación. Cuando esto sucede, las necesidades se entierran y en una relación, las necesidades insatisfechas siempre alimentarán el resentimiento.
- Lo que sea que estés pasando, yo lo pasé peor: en una relación sana, ambas personas necesitan ser apoyadas y sentirse un apoyo. Cuando la comunicación está rota, incluso si eres tú es el que necesita apoyo, la atención siempre estará en la otra persona. Tus manifestaciones son cuestionadas y hasta ridiculizadas.
- La explosión: un día no puedes más y sientes que hablas alto, que estás en tensión, que te justificas por todo, que no guardas pausas ni sonrisas. Estás en continuo estado de alerta.
Cuando te encuentres en una situación de este estilo, tienes varias alternativas para relajarte. Cuando suceda, deja que los demás hablen, no seas la presa fácil antes de que nadie haya intentado “cazarte aún”. Actúa con sensatez y serenidad, son unos minutos. Hay especialistas en comunicación a los que pueden consultar para estos momentos.
No olvides que tu voz, tus palpitaciones, tus quiebras en las cuerdas vocales, tus suspiros, tono de voz alto y palabras atropelladas se están dirigiendo a ti muchas veces más que a otra persona. Te están avisando, por eso a veces lo hacen hasta a gritos: no fuerces relaciones ni conversaciones. Es agotador. Habla donde te quieran y respeten, probablemente hablarás mejor.