Ketamina: una droga ilegal como futuro tratamiento de la depresión

A lo largo de la historia se ha descubierto el uso medicinal que tienen algunas drogas, pero también sus posibles riesgos.
Ketamina: una droga ilegal como futuro tratamiento de la depresión
Cristina Roda Rivera

Escrito y verificado por la psicóloga Cristina Roda Rivera.

Última actualización: 06 agosto, 2023

La ketamina es una droga conocida por ser utilizada en las fiestas para potenciar la desinhibición que ya se da de por sí en estos contextos. Este compuesto fue sintetizado por primera vez en 1962 como analgésico para aliviar a heridos en zonas de combate. Además, muchos veterinarios lo usan para anestesiar a los caballos.

Desde el 2006 los psiquiatras han empezado a descubrir su potente efecto antidepresivo. Por contra, el problema que presenta son sus marcados y peligrosos efectos secundarios.

Si dedicamos unos minutos a explorar la farmacología de la depresión nos daremos cuenta de que el prozac y su genérico, la fluoxetina, han sido sustituidos por otro tipos de antidepresivos más específicos.

Un buen uso y administración de los mismos ha conseguido potenciar su efecto, reducir efectos secundarios y ser más específicos para los síntomas que quieren tratarse. Un ejemplo de ello son los antidepresivos de tercera generación, como la venlaxafina, que funcionan muy bien para depresiones que cursan con ansiedad generalizada.

Es así gracias a la que mejorar la disposición del paciente para realizar actividades, de manera que la energía que produce encuentra en el movimiento una manera de disiparse.

Aun así, 1 de cada 3 pacientes con depresión severa siguen sin responder a los tratamientos pautados y las recaídas se producen en el 75% de los casos(depende del tipo de depresión y paciente). Con este panorama, ¿no vale la pena considerar alternativas?

La depresión en el mundo actual

Aunque quieran silenciarla, ni los más famosos actores, músicos o programadores de Silicon Valley se escapan de ella. El propio Andrés Iniesta habló de ella en su autobiografía, al igual que Bruce Springsteen. La depresión será en unos años la principal causa de invalidez.

Mujer sentada ocultando su cara con depresión mayor

El problema es que hoy, a pesar de los avances, todavía no contamos con tratamientos o intervenciones multidisciplinares que sean efectivas para todos los casos. De ahí la necesidad de invertir en investigación y de seguir explorando nuevas vías.

La concienciación sobre la ecología, la salud mental y la distribución del conocimiento y la riqueza marcarán la agenda de los próximos años. Además, será bueno que lo hagan si queremos sobrevivir como especie e incluso migrar a otros planetas.

Todos estos cambios influyen en nuestro cambio anímico, el estrés cristaliza en tristeza y existe una mayor proporción de personas que se sienten desconectadas del mundo en todo este proceso de cambio.

Por otro lado, pese a que el contexto pueda influir, de la depresión se habla desde la época de Hipócrates y a lo largo de la historia se le ha ido atribuyendo distintos significados.

La depresión severa y el estrés postraumático: personas que no logran reconciliarse con el mundo

Además de síntomas relacionados con alteración de sueño, apetito, abulia, tristeza e irritabilidad, t anto en el estrés postraumático como en la depresión severa existe un sentimiento de pérdida de control y conexión con la realidad que rodea a las personas que los sufren. Todo esto lleva a un profundo sentimiento de desesperanza. Ya sea por un desencadenante o no, la depresión arranca al sujeto del mundo o viceversa.

Los inhibidores selectivos de serotonina, como el prozac, junto con terapias cognitivo-conductuales parecen ser la mejor opción para mejorar el estado del paciente. Concretamente el componente de “activación conductual” es el que mejor funciona.

Hombres con fármacos en la boca

La medicación solo parece mejorar los síntomas en depresiones muy severas, atípicas o con síntomas vegetativos. Además, el tratamiento farmacológico no parece mostrar ventajas respecto al psicológico de forma aislada a medio-largo plazo. No parece pues una opción muy atractiva y más si contamos los numerosos efectos secundarios, aunque existen ocasiones en las que sí funciona (sin saber específicamente por qué).

El efecto disociativo: el elemento distintivo de la ketamina respecto la fluoxetina

Como hemos comentado más arriba, los antidepresivos más habituales actúan como inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina en el espacio presináptico, aumentando así su presencia en el cerebro. Algo parecido a “dejar estar el placer por más tiempo”, activar el mecanismo de la “felicidad” de forma artificial, estimulando su neurotransmisor principal.

Sin embargo, no todas las depresiones severas mejoran de manera significativa con este tratamiento farmacológico. En muchos casos, este estado impide el inicio de una terapia psicológica. ¿Qué puede entonces suponer la ketamina en todo esto?

La ketamina no puede administrarse sin un control médico estricto. En este sentido se están haciendo distintos ensayos que arrojan resultados sorprendentes. Lo realmente revolucionario pasaría por aislar la molécula que consigue los efectos positivos (potentes y rápidos), eliminando así la parte del compuesto que produce la mayoría de los efectos secundarios.

Fórmula química de la ketamina

Si la comparamos con otros antidepresivos, la rapidez y el efecto tan grande que produce es lo que marca la diferencia a favor de la ketaminaPor otro lado, este compuesto sintetizado ofrece experiencias alucinatorias y alteraciones disociativas a velocidad de e-mail: el “yo” se desdobla, de repente ve una realidad ajena, quizás más allá de la disonancia cognitiva extrema que vive su “yo habitual” respecto al mundo.

Cuando la persona parece reconciliarse con este bajo los efectos de la ketamina, no sabemos si es porque es capaz de experimentar una realidad paralela. En este sentido, parece que la experiencia perceptiva alucinatoria activa los sentidos de la persona de tal forma que amplifica sus sensaciones: tal es así que los recuerdos desagradables no tendrían cabida en esa “nueva realidad”.

Quizás sea la realidad y los estigmas que creamos en la sociedad lo que enferman. Quizás sean estos productos sociales los que debilitan nuestras defensas emocionales y los que nos producen ese efecto túnel en nuestra visión que solo permite que veamos puertas cerradas. De una forma o de otra, lo cierto es que la depresión cada vez se presenta como un reto mayor: su incidencia está aumentando y la efectividad de los tratamientos, terapias y planes de intervención necesitan evolucionar para poder dar una respuesta efectiva a todo los casos. ¿Será la ketamina parte de la solución?


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