La adicción a las series, una nueva (y lucrativa) forma de vida
Ponernos un capítulo de una serie por la noche para descansar y cuando nos damos cuenta ya es de madrugada y hemos visto casi la temporada entera de ese título. ¿A quién no le ha pasado alguna vez? Las grandes industrias lo saben y ven en la adicción a las series un filón dorado en el que el negocio del streaming amasa en los últimos años cifras cada vez más millonarias.
Lo cierto es que los grandes líderes en este mercado, como son Netflix, HBO, Amazon y Disney, llevan ya bastante tiempo acumulando cada vez más cuotas de suscriptores. De un tiempo a esta parte, el consumo de este tipo de productos audiovisuales está formando parte de nuestro estilo de vida hasta un nivel tan profundo y sibilino que nos pasa completamente desapercibido.
Son nuestro tema de conversación cotidiano. Tienen su impacto en las redes sociales. Son la forma en la que entendemos parte de nuestro tiempo de ocio. Las series son esa actividad que vemos en pareja, en familia, en grupos de amigos y también en soledad.
Ahora bien, el impacto que este fenómeno tiene en nosotros a nivel psicológico también conforma una realidad no menos interesante. La analizamos.
“Odio la televisión del mismo modo que detesto los cacahuetes. Pero no puedo dejar de comer cacahuetes”.
-Orson Wells-
¿Qué hay detrás de la adicción a las series?
Hace unos meses, medio mundo quedó cautivado por la serie Gambito de dama. El fenómeno fue tal que el interés por aprender a jugar al ajedrez se disparó de manera meteórica, hasta el punto de agotar en muchas tiendas las ventas de este juego. Asimismo, estas navidades, uno de los objetos más deseados ha sido sin duda Baby Yoda a raíz de la serie The Mandalorian.
Ahora mismo, vivimos por ejemplo la resaca de otro éxito de las series en formato streaming, Los Bridgerton. Como vemos, cada poco tiempo la actualidad mediática se actualiza con nuevas historias, argumentos, personajes y grupos de fandom.
La trascendencia de todas estas creaciones audiovisuales conforma un modelo de negocio que no solo ha llegado para quedarse. Su florecimiento no ha hecho más que empezar. No obstante, las implicaciones asociadas son muchas. Profundizamos en ellas.
Nuestra forma de entretenimiento ha cambiado
Disney prometió en 2019 que para 2024 tendría entre 60 y 90 millones de suscriptores. Los datos señalan que. posiblemente, lo conseguirá. Con producciones como The Mandalorian y, en especial, con la película animada Soul, hemos descubierto algo que ya casi es evidente. No necesitamos ir al cine para entretenernos, ahora tenemos el entretenimiento en casa.
Netflix, por ejemplo, ha logrado más de 40 candidaturas a los Globos de Oro con sus series y ya ha logrado algún Óscar de la Academia con sus producciones. Las industrias saben que en la pequeña pantalla, bien en la televisión, ordenador, tableta o móvil, se contiene ya todo lo que necesitamos para pasarlo bien, solos o en compañía. Las salas de cine han quedado en un segundo lugar.
La adicción a las series y el binge-watching
El maratón de series o el binge-watching es una práctica cada vez más asentada en la población. Ver temporadas del tirón, dedicar un fin de semana a ver (o revisionar) series o más aún perder horas de descanso nocturno por no poder dejar de ver una producción, es algo ya común entre nosotros.
Estudios, como el realizado en el 2017 por la Universidad de Luxemburgo, ya nos avisaban de que podríamos estar ante un nuevo tipo de adicción. Es más, aunque a veces, no lleguemos a hablar de un trastorno adictivo como tal, nos encontramos ante una práctica a la que le dedicamos buena parte de nuestro tiempo por diversas razones:
- Son un mecanismo para aliviar el estrés cotidiano y la ansiedad.
- Nos “enganchamos” a una serie porque a menudo nos identificamos emocionalmente con los personajes y sus historias.
- La adicción a las series se desencadena principalmente por la producción de dopamina por parte del cerebro. Cuando este interpreta que una actividad es satisfactoria necesita que la repitamos cada vez con mayor intensidad para obtener el mismo nivel de gratificación.
- Asimismo, no podemos dejar de lado el efecto contagio. A menudo, acabamos viendo una serie bien porque nos la han recomendado o porque todo el mundo habla de ella.
La rivalidad entre plataformas y la presión del consumidor
El mercado del entretenimiento audiovisual por streaming se bate ahora mismo en una guerra de titanes. El objetivo es ganar suscriptores y posicionarse como líder absoluto. Esto por sí mismo es un problema para los consumidores, porque en medio de esa batalla de títulos y producciones, uno está obligado a elegir a qué plataforma (o plataformas) adherirse en función de su presupuesto.
Aquel que sea miembro de absolutamente todas las plataformas de las que disponemos hasta el momento, se dejará al mes una cifra económica nada despreciable. Un ejemplo, ahora mismo, en Estados Unidos, cuentan con más de 300 servicios de streaming. Y el panorama apunta a que en los próximos meses/años seguirán aumentando.
Sea como sea, hay algo evidente. Si hace unas cuantas décadas la radio era esa compañera cotidiana en la mayoría de los hogares, más tarde y sobre los años 50, llegó la televisión para convertirse en la auténtica protagonista. Con el avance del nuevo milenio, Internet, las televisiones inteligentes y dispositivos como los ordenadores, tabletas y móviles nuestro día a día se ha transformado por completo.
Es evidente que la adicción a las series responde ahora mismo a un claro mecanismo de escape. Buscamos la gratificación emocional de esas producciones como forma de escabullirnos de un contexto complejo como es sin duda, la actual pandemia. Ahora bien, es importante entender que estas plataformas son una forma de ocio, no un estilo de vida.
No dejemos que se nos escapen los días consumiendo historias que no son propias en lugar de crear las nuestras.
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- Flayelle, M., Maurage, P., & Billieux, J. (2017). Toward a qualitative understanding of binge-watching behaviors: A focus group approach. Journal of behavioral addictions, 6(4), 457–471. https://doi.org/10.1556/2006.6.2017.060