La adolescencia: una metamorfosis obligada
Así como sucede con varias especies animales, las personas también atravesamos por una metamorfosis al dejar de ser niños para convertirnos en adultos. La adolescencia es sin duda una etapa de muchos e importantes cambios: podemos pasar del llanto a la risa, de la euforia al cansancio y del amor al odio en un abrir y cerrar de ojos.
La buena noticia es que tras recorrer este inhóspito camino que puede ser doloroso, agobiante y confuso la recompensa es nada menos que pasar a ser “grandes”. Claro que eso conlleva otras obligaciones y tareas, pero sin duda es un compromiso que vale la pena asumir.
Adolescencia: el paso obligatorio a un nuevo “yo”
No hace falta que hablemos de biología ni de cambios hormonales para comprender lo que sucede durante la adolescencia. Tampoco podemos indicar una fecha de comienzo y otra de final para nuestra juventud, porque son etapas trascendentes que van más allá de las edades. Se trata de una etapa donde el desarrollo da paso a la maduración, tanto física como mental, y por ello es tan delicada.
Las situaciones ajenas a nosotros nos pueden llevar a ser adolescentes por más o menos tiempo. A veces, son las personas por su propia naturaleza las que maduran antes, otras lo hacen porque la vida les pone tantos obstáculos que solo tienen la opción, para sobrevivir, de aprender a marchas forzadas.
El crecimiento físico no es nada comparado con los cambios en el rostro, en la voz y en los órganos sexuales. Estas son señales de que estamos a un paso de convertirnos en adultos, de que nuestros juegos tengan consecuencias reales y dejemos de ser dependientes para que algunas personas pasen a ser dependientes de nosotros, de uno u otro modo.
Si hasta ayer nos mirábamos en el espejo y veíamos un reflejo, hoy tenemos que acostumbrarnos a una trasformación que se ha producido rápidamente. Es momento de aceptar esa imagen de nosotros mismos, esa versión “actualizada” de un ser en constante evolución.
Los cambios emocionales, también a la vanguardia
No solo hay modificaciones que se pueden determinar a simple vista. También tiene lugar una revolución hormonal y emocional que si pudiéramos dibujarla sería muy similar a un tornado. Por supuesto que los cambios físicos están emparejados con los sentimientos. Hay miles de preguntas que queremos responder (o que nos respondan) para comprender mejor la situación pero nos cuesta hacerlas, al contrario de lo que sucede cuando somos pequeños.
Podría decirse que ser adolescente es sinónimo de sentir extrañeza por lo que nos sucede, en el plano corporal pero también en el mental, en el de nuestra conducta, en el de nuestros sentimientos. Cada paso que damos es totalmente nuevo, igual que cuando empezamos a caminar.
La sexualidad de alguna manera se ha trasformado, ya no es la cigüeña que trae los niños de París sino de algo más profundo, relacionado a un despertar y una nueva noción de lo que somos capaces de sentir con nuestro cuerpo y el de los demás. Es en esta etapa cuando empezamos a experimentar el placer y el deseo, el amor como nunca antes y la idealización de esa persona especial.
La adolescencia: un torbellino de sensaciones
La metamorfosis por la que pasamos y en la que de alguna manera dejamos atrás nuestra infancia es compleja. Es una mezcla de sentimientos contradictoria, entre seguir adelante y no perder parte de aquello que ya entendimos y nos encantó. Nos asombra la certeza que pueden dar los matices pero nos asusta la complejidad de los mismos. De tal manera que, encontrar un lugar en este “nuevo mundo”, se vuelve una tarea difícil y apasionante.
Los niños van al cole, aprenden a leer, a escribir, a relacionarse con los iguales, los demás les hablan de los que pueden ser de mayores pero, pocos les cuentan que vana pasar por una etapa vital en la que van a tener que encontrar un montón de respuestas. En la que por primera vez y por momentos, quizás se van a sentir solos, una soledad impuesta a veces y otras simplemente buscada.
Sin duda esta metamorfosis nos convertirá en bonitas mariposas cuyas alas nos servirán para echar vuelo y tener esa libertad que tanto anhelamos. Por supuesto que habrá miles de desafíos y obstáculos que sortear pero si estamos acompañados el viaje será mucho más agradable.