La agresividad del conductor
Las variables que determinan la probabilidad de sufrir accidentes son diversas. Algunas dependen del vehículo, otras del lugar y el ambiente y otras del conductor. De estas últimas, influyen tanto la habilidad como la experiencia al volante, aunque la personalidad y el estado emocional del conductor son circunstancias decisivas.
Así, un problema que está directamente relacionado con la seguridad es la agresividad del conductor. El estado emocional negativo de una persona al volante supone un factor de riesgo vinculado a los accidentes de tráfico.
La agresividad del conductor puede perjudicar o causar daño, de forma directa o indirecta, a otros conductores o viandantes que comparten el espacio común por el que discurre el tráfico.
La impulsividad al volante
Para algunas personas, el coche se ha convertido en algo más que un simple medio de locomoción. De hecho, para muchas es su segundo hogar, debido al número de horas que tienen que permanecer en su interior. Un escudo metálico en el que el conductor se siente protegido porque le hace sentirse inmune a las agresiones externas.
El conductor agresivo se caracteriza por tener una personalidad impulsiva. A la hora de subirse a un vehículo lleva a cabo acciones contrarias a la buenas prácticas de comportamiento social, fruto de su actitud negativa.
Poseer una personalidad hostil mezclada con situaciones de estrés y una mala gestión de estas últimas desemboca en una conducta agresiva al conducir. Como vemos, no solo influye el temperamento del individuo, sino también factores externos como el ruido y el estado de la carretera. Profundicemos a continuación.
La agresividad del conductor: factores externos
Los factores externos relacionados con la agresividad del conductor hacen referencia a las circunstancias que están ocurriendo en ese momento y que no pueden controlarse. Por ejemplo, los atascos, la falta de aparcamiento o las infracciones de otros conductores.
Este tipo de factores pueden incrementar los niveles de estrés y ansiedad del conductor aumentando así su comportamiento hostil y convirtiéndolo en un conductor agresivo de forma puntual. No obstante, no siempre se necesitan grandes estímulos externos para llegar a una conducta violenta al volante, ya que el verdaderamente detonante de responder o no con agresividad durante la conducción es el estado emocional del conductor.
Los factores externos pueden actuar como la gota que colma el vaso pero no suelen ser la causa directa de la agresividad.
La agresividad del conductor: factores internos
Los factores internos de la agresividad en la conducción se basan en el estado psicofísico del conductor, es decir, en su estado emocional y su habilidad para concentrarse en lo que está haciendo.
Si por ejemplo, se ha levantado con un estado de ánimo negativo que le hace estar estresado o enfadado desde primera hora de la mañana es más frecuente que se lleve esa agresividad al volante. De ahí que un mismo estímulo genere reacciones distintas dependiendo de cómo se encuentre el conductor a nivel emocional. No es lo mismo que un conductor cometa una infracción e inmediatamente pida disculpas por su conducta, que por el contrario, utilice un lenguaje soez y reaccione de forma violenta.
8 claves para evitar la agresividad al volante
Para evitar que la furia nos invada y se apodere de nosotros es importante tener en cuenta las siguientes claves:
- Respetar las normas de conducción. Además de evitar accidentes, nos ayudan a relajar la tensión y la hostilidad que podemos provocar en los demás conductores y viandantes.
- Controlar la impotencia y el enfado fruto de un proceder incomprensible por parte de otros conductores. ¿Vamos a solucionar algo si insultamos, gritamos o llamamos la atención del otro?
- Guardar las formas y mostrarnos educados, tal y como hacemos cuando no vamos al volante de nuestro vehículo.
- Pensar que la vía por la que transitamos es de todos y por esta razón, se han establecido una serie de normas que la sociedad debe respetar. Coincidimos en la carretera con miles de personas que también tienen prisa, están aburridos de pasarse media vida al volante, de los atascos y de la escasa tolerancia de los demás conductores. Respetarse es fundamental.
- Tener claro que el vehículo no es un medio para competir, sino una herramienta para trasladarnos de un lugar a otro.
- La tolerancia y la solidaridad deben ser nuestras premisas a la hora de ponernos en marcha.
- Planificar de manera anticipada el viaje. Calcular un tiempo prudencial para cualquier contratiempo que pueda surgir evitará posibles incrementos de estados de estrés y ansiedad.
- Conservar un ambiente tranquilo en el interior del vehículo. Evitar los sonidos estridentes y las discusiones y los gritos con los pasajeros nos ayudará a calmar el ambiente y a conducir en un estado de tranquilidad.
“Si ya sabes lo que tienes que hacer, y no lo haces, entonces estás peor que antes“.
-Confucio-
La educación vial como solución
En la conducción como en la vida, desconocemos las circunstancias de cada persona. No podemos saber si el conductor que nos precede tiene un mal día o le duele la cabeza. Debemos pensar que cada uno es diferente, no todos tienen la misma práctica al volante. Algunos pueden carecer de rapidez en reflejos o sencillamente se pueden distraer, lo importante es que en todo momento haya una conducta de respeto mutuo y educación.
Así, como solución al problema de la agresividad al volante, los expertos insisten en la necesidad de la educación vial, con mensajes muy claros que lleguen a la población en general y a los más pequeños en particular. Perseveran ante la necesidad de una asignatura en el currículo académico donde se explique a los niños las consecuencias de no respetar las normas de tráfico.
Por último, es muy importante que la educación vial se complete desde casa, para evitar que los comportamientos agresivos al volante sirvan de modelo erróneo y fomenten un comportamiento hostil equivocado.
“Para comprender la seguridad no hay que enfrentarse a ella, sino incorporarla a uno mismo“.
-Allan Watts-