La amistad, ese vínculo afectivo que nos une a otras personas
Tienes un problema y parece que el mundo se desmorona a tu alrededor. Sientes la necesidad imperiosa de hablar con alguien, pero no con cualquiera. Descuelgas el teléfono, marcas un número y después de unos minutos te sientes mucho mejor. Así es la amistad, una persona a veces a cientos de kilómetros de distancia que escucha lo que te pasa, te ha dice lo que opina y te reconforta.
La amistad es una bonita palabra y mejor sentimiento. Es ese lazo invisible que nos une a otros. Un vínculo de afecto que nace con personas que se cruzan en nuestro camino y, de manera casi mágica, se convierten en seres imprescindibles en nuestra vida. Es una relación entre iguales que nos otorga la satisfacción de compartir experiencias, sentirnos seguros y confiar en alguien sin fisuras.
“Una de las más bellas cualidades de la verdadera amistad es entender y ser entendido.”
-Séneca-
Existen varios tipos de “amigos” y, por tanto, de amistad. Centrémonos en la amistad verdadera. En esa que ni se impone, ni se programa. Esa amistad se construye poco a poco, a base esfuerzo y dedicación mutua. Con el paso del tiempo, esta relación crea un vínculo tan fuerte capaz de mantenerse y prolongarse en el tiempo.
Valores que cimientan la amistad
Nos refugiamos en nuestros amigos para que nos ayuden en nuestros problemas. Escuchamos sus consejos, porque no nos juzgan, no nos dicen lo que queremos oír, sino lo que es mejor para nosotros. Les confiamos nuestros secretos, nuestras inquietudes y nuestros proyectos. También son a quienes recurrimos para hacerles partícipes de nuestras alegrías.
Una verdadera amistad no entiende de distancia, de horarios, ni tiene fecha de caducidad. Es una relación donde buscamos y ofrecemos apoyo mutuo. Un buen amigo nunca anula al otro, sino que lo ayuda a superarse.
La amistad se basa en la empatía, es decir, la capacidad de comprender y ponerse en la piel de la otra persona, de sufrir y alegrarse con ella. Es un vínculo que nos capacita para “dividir las penas y multiplicar las alegrías”. No en vano el psicólogo J. L. Moreno define la empatía que se encuentra en la amistad como “un encuentro de dos frente a frente; y cuando tú estés cerca, yo tomaré tus ojos y en su lugar colocaré los míos, y tu tomarás mis ojos, en su lugar pondrás los tuyos; entonces yo miraré en ti con tus ojos y tú mirarás en mí con los míos”
Una relación sana y constructiva se cimienta en valores tales como la sinceridad, la compresión, el afecto mutuo, el respeto, la comunicación, la entrega, la preocupación por el otro, la confianza sin límites, la paciencia, la capacidad de escuchar y el saber perdonar. La coherencia, la flexibilidad, la generosidad, el agradecimiento y la lealtad son otros valores a tener en cuenta para consolidar una relación de amistad.
“Ser honesto no puede hacerte conseguir un montón de amigos, pero siempre te hace obtener los correctos.”
-John Lennon-
Los beneficios de la amistad
Nuestra condición de seres sociales es lo que nos crea la necesidad, casi imperiosa, de establecer relaciones y vínculos con otras personas. La amistad, por tanto, es importante en la vida de una persona por lo que aporta a nivel emocional. Dice el refrán que “quien tiene un amigo, tiene un tesoro” y no le falta razón.
Sentirse querido por alguien con quien no tenemos lazos de sangre, nos da satisfacción y apoyo emocional. Este vínculo fortalece nuestra autoestima y el placer de sentirnos acompañados. Además, nos otorga la confianza y seguridad de contar con el respaldo de alguien en los momentos difíciles.
Sin duda, tener amigos verdaderos favorece a nuestra autoestima y nos hace sentir que pertenecemos a un grupo. En ocasiones, podemos sentirnos desvinculados de los demás por no tener cosas en común. Esto no ocurre con los amigos. Compartimos momentos, pensamientos, experiencias… Todo eso nos hace sentir en consonancia.
“Un verdadero amigo es aquel que se acerca a ti cuando el resto del mundo te abandona.”
-Walter Winchell-
Asimismo, poder compartir las experiencias con los demás y que estos también compartan las suyas nos da un enriquecimiento del que no somos conscientes. Podemos aprender mucho de lo que les ocurre a los demás y ellos, por su parte, de lo que nos sucede a nosotros. Por eso, hay que aprender a valorar a los verdaderos amigos. Aunque también hay que alejarse de aquellos que no nos convienen.