La autoestima y el ego, ¿con cuál nos quedamos?
La autoestima y el ego podrían ser consideradas como dos caras de la misma moneda. Las personas que tienen una buena autoestima, suelen tener el ego bajo control; mientras que las que tienen un ego desbordante, suelen tener una baja autoestima. Lo curioso es que lo que exteriormente vemos nada tiene que ver con lo que sucede en el interior. ¿Quién se creería que alguien con ego pudiese tener una baja autoestima?
En este aspecto entran conceptos como la falsa autoestima, los intentos por enmascarar todo ese dolor que sentimos por dentro y que nos avergonzamos de desear exteriorizar y muchas otras circunstancias que provocan que las personas se muevan entre estas dos caras: la autoestima y el ego.
“Las personas con un gran ego necesitan ser el centro de atención, ansían reconocimiento y les preocupan muy poco los demás. Por el contrario, una saludable autoestima nos permite respetar nuestros propios deseos y también los de los demás”
-Andrew Matthews-
La falsa autoestima
Hay personas que parecen tener un gran nivel de autoestima, pero en el fondo, poseen un fuerte egocentrismo y baja autoestima. Confunden al autoestima y el ego. Todo el tiempo hablan de ellas y de sus logros y cuando las cosas salen mal suelen utilizar justificaciones externas sin reconocer su responsabilidad. Estas personas básicamente tienen una gran inseguridad en ellas mismas, que les hace ser tendentes a buscar cómo disimularlo.
Así, suelen pensar que vulnerabilidad es lo mismo que debilidad y se olvidan de que, como todos, pueden cometer errores y equivocarse. Por ello, esto no debería ser motivo para sentirse mal, ni amenazadas por lo que otras personas puedan pensar de ellas.
Que no asuman su responsabilidad no sólo les impide hacer una autocrítica que les permita ser adaptativas, sino que muchas veces también impide que sientan la necesidad de pedir disculpas cuando cometen un error.
“Las personas que más se resienten son aquellas que han desarrollado un enorme ego y a la vez una baja autoestima”
-Katiuska Goldcheidt-
La personas con una autoestima alta y sana
Por otro lado, las personas que tienen una alta autoestima no hablan tanto de sí mismas y de sus logros, sino que saben escuchar y se alegran con los logros de los demás. Aprenden de ellos, desde la humildad y sin hacer alarde, ya que, para ellas, los logros y los errores forman dos caras de la misma moneda.
Así, cuando se equivocan saben pedir perdón y no se justifican, sino que aceptan y aprenden de los errores que cometen. Y esto las fortalece, ya que se van superando y mejorando. No dejan que el ego tome el mando. Saben discernir entre la autoestima y el ego y ponerle límites a este último.
Siempre es bueno, de cuando en cuando, hacer una reflexión sobre nosotros mismos para ver: cómo estamos actuando y cómo queremos actuar. Así, reconocer que no somos perfectos es el primer paso para lograr una alta autoestima, puesto que, cuando nos equivocamos, podemos levantarnos y aprender de los errores.
También es algo positivo registrar cómo nos sentimos cuando conseguimos un logro importante. Habitualmente vamos a estar orgullosos y nos vamos a sentir contentos, pero en este punto es importante que ese orgullo sea sano, que no nos sintamos omnipotentes y el centro del universo, sino que aprendamos que los logros facilitan el camino hacia una sana autoestima. Sin embargo, si creemos ser más de lo que somos podemos caer en las garras del ego. Así es cómo confundimos la autoestima y el ego.
“El ego es una casa pequeña. El ser esencial es un gigante que habita en ella”
-Alejandro Jodorowsky-
Reflexión final
En la película El Guerrero Pacífico, el sabio le dice al joven algo que debemos recordar permanentemente, “no eres mejor que nadie, pero tampoco menos”. Esto habla de una autoestima alta y sana. Sabernos que no somos mejores ni peores que los demás, sino diferentes. Sabernos con talentos distintos nos va a ayudar a desarrollar un alto nivel de autoestima y a forjar mejores relaciones y una vida más feliz.
Confundir autoestima con tener un ego por las nubes no es extraño. La diferencia principal, es que la autoestima sana nos lleva a relacionarnos con nosotros mismos de una forma adecuada. Mientras que nuestro ego puede causarnos malos estragos por nuestra falta de auto-crítica, egocentrismo, orgullo y emociones derivadas de darnos una importancia desmesurada.
Sin duda, optar por la autoestima en lugar de por el ego, nos traerá mayores beneficios. De este modo, aprenderemos a conocernos de tal forma que podamos aprender de los errores en lugar de justificarnos. Seremos conscientes de nuestras virtudes y de nuestras limitaciones. La humildad y la sencillez formarán parte de nosotros. En definitiva, la relación con nosotros mismos, será mucho más funcional y fructífera.
¿Alguna vez has confundido la autoestima y el ego?