La buena comunicación tiene truco
Cuando hablamos de comunicación nos estamos refiriendo a todas esas acciones destinadas a enviar un mensaje a otras personas y a que estas lo reciban correctamente. Dicho así, parece algo tan sencillo que puede resultar absurdo escribir un artículo sobre el tema, pero la realidad es que comunicarnos es más difícil de lo que pensamos y requiere de ciertas habilidades y, sobre todo, mucha práctica.
De hecho, la mayoría de los conflictos interpersonales que se producen tienen su origen en una mala comunicación, es por esta razón que es imprescindible aprender a desarrollar esta capacidad si queremos tener relaciones sociales más satisfactorias y de mayor calidad.
Aprender a comunicarnos no es una tarea fácil. En la escuela se nos enseña de todo menos a comunicarnos de forma eficaz con los demás y esto al final resulta en un problema.
Las personas somos en ocasiones muy viscerales, actuamos de forma automática y esto hace que, al relacionarnos con los demás, fracasemos. ¡Cuántas veces nos habremos arrepentido por haber dicho algo desafortunado a alguien que apreciamos! ¡Cuántas otras podríamos haber evitado un conflicto si nos hubiésemos expresado mejor!
¿Por qué somos tan malos en comunicación?
Los expertos dicen que habría dos teorías principales que explicarían por qué nuestra comunicación no suele ser adecuada: la teoría del déficit y la teoría de la motivación.
Según la teoría del déficit, las personas no nos llevamos del todo bien porque somos ignorantes en cuanto a cómo se hace, es decir, no tenemos ni idea de qué hacer y cómo hacer para tener buenas relaciones con los otros. Como hemos mencionado antes, se nos enseña a leer, escribir y resolver problemas pero nadie nos enseña a comunicarnos de manera efectiva ni a resolver problemas derivados, precisamente, de esta falta de efectividad…
Por otro lado, nos encontraríamos con la teoría de la motivación que dice que tenemos malas relaciones porque nos falta la motivación necesaria para acercarnos a las personas con las que estamos enfrentadas.
Pero si reflexionamos un poco más sobre el asunto, podríamos añadir una teoría más: la de la exigencia. Está claro que cuando reñimos con alguien y nos disgustamos excesivamente es porque estamos exigiendo a la otra persona que sea como nosotros queremos y no como esa persona es realmente. Entonces ocurre que como estrategia para hacer cambiar al otro, nos enfrentamos a él, le gritamos, le ofrecemos nuestros rostro más hostil o le enumeramos efusivamente las acciones tan desdeñables que realiza.
Por lo tanto, el primer paso y el más importante es darnos cuenta de lo real: la gente no va a cambiar porque a nosotros se nos antoje y no tenemos que exigir a nadie que sea a nuestro gusto.
El cambio empieza en uno mismo
Se preguntará el lector entonces qué quién ha de cambiar. Efectivamente, no el otro, si no tú mismo. Todos los cambios que deseemos efectuar en nuestra vida, han de comenzar con nuestra propia voluntad, con nuestras propias acciones, aunque parezca que se nos rompa el ego en mil pedazos. Y esto es así porque nosotros somos las únicas personas sobre las que tenemos verdadero control, aunque resulte complicado a veces.
Olvídate ya de que puedes controlar al otro, de que puedes hacer algo para cambiarlo, no puedes. Lo que sí puede ocurrir es que moviendo tus piezas, se reestructure el tablero de juego, es decir, que cambiando tú, el otro comience a hacer cosas diferentes. Pero en absoluto cambiará por que nos pongamos iracundos con él, eso solo levanta una barrera defensiva.
Tenemos que mirar hacia dentro de nosotros mismos y percatarnos de cómo llevamos a cabo nuestras habilidades comunicativas, de si nos sirven o empeoran los problemas, de si necesitamos modificarlas. Si quieres cambiar, sería muy conveniente que llevaras a mano un diario en el que registraras cómo te comportas en situaciones sociales y analizaras si tu comportamiento es o no efectivo, tratando de cambiarlo si no lo es.
El truco
Comunicarnos de manera efectiva tiene truco, pero no es mágico, es decir, has de estar dispuesto a esforzarte y ponerte a trabajar para cambiar. Ningún cambio se produce de la noche a la mañana. A continuación, enumeramos algunas técnicas de comunicación efectivas que te ayudarán mucho a mejorar tus relaciones con los demás, a reñir menos y a sentirte mejor con las personas.
- Técnica del desarme: se trata de encontrar algo de verdad en lo que la otra persona está diciendo. Hay que tener en cuenta, en primer lugar, que no existe una verdad absoluta ni nadie lleva razón del todo en algo. Por lo tanto, está bien dejar el ego a un lado y reconocer la parte de verdad del otro. De esta forma, habremos abierto la puerta a la escucha por parte de la otra persona, se sentirá comprendida y relajada y será más propensa a escucharnos.
- Empatizar: es básicamente ponerse en los zapatos del otro, sentir lo que él está sintiendo sin tener que compartir su opinión. Para que la otra persona sienta que estamos empalizando, hemos de resumir las palabras del otro y reconocer sus sentimientos teniendo en cuenta lo que nos está contando.
- Preguntar: no somos adivinos y a veces hay cosas que se nos escapan pero nos da vergüenza, pereza o miedo preguntar y clarificar cierta información. Es necesario preguntar para evitar malos entendidos, para descubrir más sobre lo que piensa o siente el otro. Las preguntas se deben hacer de forma delicada y respetuosa.
- “Siento que“: nunca empieces una frase con el “Tú” del tipo “tú me pones nerviosa” o “eres un imbécil” ya que el único responsable de tu estado emocional, eres tú mismo y no el otro. Te sientes mal porque exiges que el otro sea quién no es y eso es absurdo. Por lo tanto, se responsable de tus emociones y afirma como tú te estás sintiendo.
- Caricias: terminar siempre el conflicto con algo positivo y agradable que decir a la otra persona, aunque estemos muy disgustados. Esto provocará en nosotros una inmensa sensación de paz y el otro ya no estará a la defensiva.