La concepción del absurdo según Albert Camus
Normalmente se tiene la concepción de que la filosofía es una disciplina consagrada a contestar preguntas y cuestiones como “qué es la vida”, “qué sentido tiene” y “por qué estamos aquí”. Pero Albert Camus tenia clara la respuesta: la vida es un absurdo, no tiene absolutamente ningún significado y el universo es totalmente indiferente a nuestras preguntas existenciales.
Albert Camus, filósofo francés nacido en la Argelia francesa el 7 de noviembre de 1913, fue una de las figuras más relevantes del pensamiento filosófico del siglo XX. En 1957, a la edad de 44 años, le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura y, más allá de sus reconocimientos como intelectual, sus ideas aún resuenan profundamente en el pensamiento contemporáneo.
Camus va a llamar absurdo a la distancia que media entre la búsqueda de un sentido por parte de los seres humanos y la absoluta indiferencia del universo ante esta cuestión. El absurdo es la búsqueda de significado a algo que, simplemente, no lo tiene. Dicho de otra manera: la vida humana es intrascendente para el universo enorme que la rodea.
De hecho, si nos ponemos a pensar, el ser humano solo ha estado en el universo una pequeñísima fracción de tiempo: 300.000 años de los 13.700 millones de año que tiene el universo.
Todas las grandes acciones y todos los grandes pensamientos tienen un razonamiento irrisorio. Las grandes obras nacen a menudo a la vuelta de una esquina o en la puerta de un restaurante. Y lo mismo la absurdidad. El mundo absurdo extrae su nobleza, más que ningún otro, de este nacimiento miserable.
El mito de Sísifo
El mito de Sísifo cuenta que el mismo Sísifo (Prometeo para la mitología griega) fue castigado por Zeus por robar el fuego de los dioses y dárselo a los hombres. Su gran astucia le procuró un castigo eterno consistente en que Sísifo debería cargar una enorme piedra colina arriba hasta la cima de una montaña. Una vez que la piedra llegaba a lo alto, volvía a caer y Sísifo comenzaba de nuevo a subirla, una y otra y otra vez con idéntico resultado; así toda la eternidad.
Con este mito, Camus quiere mostrar lo fútil y vacua que es la vida humana, basaba en repetir ciclos (comer, dormir, trabajar)… En realidad, todos somos Sísifo.
El absurdo y el suicidio
Según Camus, hay diversas formas de reaccionar ante el absurdo de la vida. La primera es aquella que se ve rebasada por este absurdo vital que siente como una cárcel: la vía del suicidio.
La pérdida del supuesto sentido individual de la vida, que para unos es su trabajo, para otros un ser querido o la salud es motivo suficiente para poner fin a la vida. Si aquello que es nuestra razón de vivir se va, se convierte en nuestra razón de morir.
El absurdo y la existencia de las religiones
Otra forma de reaccionar ante el absurdo de la existencia es lo que Camus llama “el suicidio filosófico”. Del suicidio filosófico surge la idea de que existen otros mundos metafísicos, mundos como el cielo de los cristianos, mundos en los que nos reencarnamos, etc. Que, en cierto modo, nos liberan de pensar que esta vida presente es en vano y sin significado. Mata la tensión que vivimos en la vida presente.
Entre las ideas metafísicas también incluyó las utopías como el comunismo, a la que llamaba “religión sin Dios”. Dicho sea de paso, Camus fue expulsado del partido comunista en el que militaba tras exponer esta teoría.
“Todas las morales se fundan en la idea de que un acto tiene consecuencias que lo justifican o lo borran. Un espíritu empapado de absurdo juzga solamente que esas consecuencias deben ser consideradas con serenidad. Está dispuesto a pagar. Dicho de otro modo, si bien para él puede haber responsables, no hay culpables. Todo lo más consentirá en utilizar la experiencia pasada para fundamentar sus actos futuros”.
Camus ve en el suicidio una forma acertada (consecuente), aunque algo cobarde, de encarar el sinsentido de nuestra existencia.
La vía de la aceptación
Para Albert Camus, aceptar sin más que la vida es absurda, que no tiene significado en el vasto universo donde vivimos y, aun así, vivir con entusiasmo, con pasión, generando obras de arte, disfrutando… es la única forma de estar en este mundo. El absurdo no tiene por qué ser un calvario, sino que también cabe la posibilidad de que sea algo redentor. La aceptación es la verdadera rebelión contra el sinsentido de nuestras vidas.
“Yo grito que no creo en nada y que todo es absurdo, pero no puedo dudar de mi grito y tengo que creer por lo menos en mi protesta”.
-El mito de Sísifo-
En cualquier caso, para Camus resulta inconcebible que podamos llegar a construir un sentido de la vida antes de aceptar que no lo tiene. Una aceptación que por otra parte, nos debería disuadir de tal empeño, lo que supondría una conciliación con nuestra propia naturaleza. En sus palabras “Del absurdo he obtenido tres consecuencias: mi rebeldía, mi libertad y mi pasión. Con el solo juego de la conciencia transformo en regla de vida lo que era invitación a la muerte…”
“No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, pero agota el ámbito de lo posible”.
-El mito de Sísifo-
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- De Luppé, Robert. "Albert Camus" Barcelona: Editorial Fontanella, 1963.
- Lottman, H. R. Albert Camus. Madrid: Taurus, 1994.