La depresión explicada desde el conductismo
La depresión es una enfermedad que afecta a nuestra mente, pero que en la mayoría de las ocasiones surge a partir de un conjunto de acontecimientos externos y se mantiene también con ayuda de determinados patrones de conducta que le reservan habitación en el espacio de nuestra vida. De esta manera, aunque la parte cognitiva es importante, en este artículo nos vamos a centrar en las principales terapias conductuales y en la lógica de su funcionamiento.
Puede resultar hasta cierto punto lógico que una persona deprimida busque una explicación algo más “filosófica y profunda” al desarraigo emocional en torno a todo lo que hace y vive. Las explicaciones que hacen referencia a aspectos más intrapsiquícos y complejos se vuelven tremendamente seductoras, tanto como la tristeza que alimenta los segundos de su existencia.
Los relatos de gran carga emocional y literaria parecen dar una forma más atractiva y poética a su sufrimiento, si bien este no queda en absoluto resuelto ni amortizado por medio de esta vía. Las explicaciones concretas y más simples de su dolor parecen resultar demasiado frías y cortantes.
“Es un hecho sorprendente que aquellos que se oponen más férreamente a la manipulación de la conducta, no obstante, hacen el esfuerzo más vigoroso para manipular las mentes”
-Frederic Burrhus Skinner-
Por todo ello los psicólogos tenemos la obligación profesional y académica de dar a conocer este tipo de procedimientos de tratamiento puramente conductuales, si bien no vayan a proporcionarnos una gran cantidad de conferencias o no nos permitan a priori atraer a un público más numeroso.
Porque el rigor en psicología es la esperanza terapéutica de millones de persones, vale la pena conocer cómo la depresión es explicada desde el conductismo y poder elegir un psicólogo especialista esta corriente para ayudar a operativizar de forma clara y concisa la solución que requieren nuestros problemas.
La tristeza que procede de lo que vivimos
Explicar el enfoque conductista en este artículo no tiene sentido ni utilidad para la persona que actualmente lee estas líneas. Sin embargo, es posible construir una idea general, algo así como “conductismo para dummies”. Sin más preámbulos, expliquemos entonces cómo entiende el conductismo la depresión.
¿Cúal es el síntoma más característico de la depresión? cabría preguntarse. Sin lugar a dudas, la tristeza sería el síntoma que más rápidamente se asocia con la depresión y esta idea no es del todo errónea, aunque convendría explicarla de forma más exhaustiva. Teniendo en cuenta esto, lo que el conductismo dice a grandes rasgos de la tristeza es que es producto de lo que se vive.
El conductismo no descarta que haya diferencias entre los individuos a la hora de afrontar las “penurias”, diferencias tanto a nivel cognitivo como biológico, pero en gran medida estas diferencias de base también tienen su origen en factores del ambiente. Si así no fuera, no compete al psicólogo adentrarse en ellas; sino a otro profesional médico que explore causas orgánicas.
Aunque no sepas reconocer ese origen en lo que has vivido, todo guarda relación
A veces resulta casi imposible creer que los trastornos psicológicos más severos puedan tener su origen en una red indefinida de estímulos y respuestas asociadas, pero así es. Las interpretaciones que se hagan de los estímulos vividos también van a estar determinadas por la reacción del propio sujeto a circunstancias similares anteriores. Por tanto, una red de sucesos catastróficos con interpretaciones catastróficas puede condicionar absolutamente la vida de una persona para siempre.
El conductismo trata de identificar esa red de asociaciones catastróficas para tratar de mostrar una alternativa de comportamiento distinta que logre atenuar todo ese sufrimiento que se retroalimenta a sí mismo
Veamos un ejemplo. Imagina que un niño desea comer todo el bizcocho de chocolate que se encuentra frente a sus ojos, corre a cogerlo pero su conducta es evitada por la acción del adulto a su cargo. Ante la imposibilidad de obtener este placer, el niño puede reaccionar con una gran rabieta. Si el adulto responde a su llanto concediéndole lo que desea, esa actitud de rabieta quedará fortalecida.
Es lo que se conoce como la trampa del reforzamiento negativo, porque se evita el malestar de la rabieta a corto plazo, pero este queda reforzado y es mucho más probable que aparezca en un futuro. Esta forma de proceder se traducirá en futuras comportamientos futuros más complejos como una incapacidad para tolerar o la frustración o una búsqueda inmediata del placer con una ausencia del control de los impulsos.
Teorías clásicas del conductismo para explicar la depresión
Teniendo en cuenta todo lo anterior, veamos cuáles son las teorías más relevantes dentro del conductismo, que ni tan siquiera introducen factores más puramente cognitivos entendiendo que no es lo que desde la psicología deba abordarse como prioridad.
Skinner ya hablaba de que los trastornos del estado de ánimo tenían su causa en una reducción de la frecuencia de conductas.Veamos las tres teorías más representativas conductuales que intentaron enriquecer esta idea:
La teoría conductual de Fester
Este modelo propone que los trastornos del estado de ánimo serían explicados por la reducida frecuencia de conductas reforzadas positivamente que sirvan para controlar el medio en la vida de la persona y de estar presentes se darán con muy baja frecuencia. El origen no solo estaría en el hecho de perder reforzadores sino en conductas evitativas que mantienen un patrón de inhibición conductual muy marcado.
La teoría conductual de Costello
Este modelo explica que no se trata de que no haya reforzadores en el ambiente del sujeto, sino que estos han dejado de ser efectivos; ya sea por cambios endógenos en el individuo o porque la cadena conductual que los suministraba ha perdido efectividad.
Imaginad un niño que ha perdido sensibilidad en las papilas gustativas por alguna enfermedad o el niño que rechaza la comida porque ya no es suministrada por su cuidador principal. Esa pérdida de la efectividad de los reforzadores causará un desinterés por el medio que le rodea.
La teoría conductual de Lewinsohn
En este modelo se propone que lo que sucede en la vida del individuo es que existe una fata de refuerzos positivos contingente a la conducta. Hay varias causas para explicar que los reforzadores positivos no se asocien como es debido a las conductas adecuadas.
Por ejemplo, nos podemos encontrar con que el ambiente no ofrece el reforzamiento suficiente, con que existe un déficit en habilidades sociales para adquirir los reforzadores necesarios o que existe una ansiedad social que le impida disfrutarlos. También explica como la depresión quedaría reforzada por atención social por un lado y por evitación social por otro.
Nuevas perspectivas conductuales en depresión: la introducción de variables cognitivas
Hemos visto a “grosso modo” los enfoques que propone el conductismo para la depresión, pero en la actualidad estos mismos se han enriquecido con numerosas ampliaciones y han añadido factores más puramente cognitivos. Entre ellas destacan la Teoría de autocontrol de Rehm y la Teoría de la autofocalización de Lewinsohn.
En la Teoría de autocontrol de Rehm, se integran elementos de las teorías de Beck, Lewinsohn y Seligman y se considera un modelo diátesis-estrés en el individuo y entiende la depresión como una pérdida de asociación entre reforzadores externos y el control de la propia conducta.
En la teoría de autofocalización de Lewinsohn se enfatizan los factores ambientales como causa de la depresión pero se subraya que lo fundamental es que existe un aumento de autoconciencia en la persona acerca de su propia incapacidad, lo que generaría aún mayor malestar en su vida.
En definitiva, los modelos conductuales y cognitivo-conductuales nos proporcionan un marco de explicación de los trastornos del estado de ánimo tan satisfactorio que el reto en la actualidad para los profesionales de la psicología es darlos a conocer con la misma vehemencia con las que se han dado a conocer ciertas teorías sin el menor respaldo científico.